En el año 1557 la dinastía Ming entregó Macao a la corona
de Portugal por la ayuda prestada en la lucha contra los piratas que
asediaban la desembocadura del río de la Perla. Aquella península se
convirtió en la puerta de entrada en Asia para los europeos. El 20 de
diciembre de 1999, Macao volvió a ser territorio chino y en la
actualidad goza del estatus de SAR (Región Administrativa Especial). La
pesca, la industria manufacturera, el turismo y el juego son los pilares
de su economía.
La herencia lusa ha dejado su impronta en la arquitectura,
en la cultura, en la religión, en la lengua y en la gastronomía.
Iglesias neoclásicas y barrocas conviven con templos budistas, taoístas y
animistas, donde grandes barras de incienso en espiral prenden para
aromatizar el lugar sagrado. Las placas que indican el nombre de una
calle y los carteles que anuncian un establecimiento se pueden leer en
portugués y en chino cantonés. Sin embargo, la población local apenas
habla la lengua del país que les colonizó hace ya más de cinco siglos.
Las colonias son islas entre sus colonos y los que la
reclaman. Jugar a escuchar qué piensan ellas es arriesgado y nadie tira
los dados a ver qué pasa. Macao no es un destino, es una apuesta que el
viajero hace cuando llega a Hong Kong. A una hora en ferry o a 16
minutos en helicóptero, cada día miles de turistas procedentes de China
continental, Taiwan, Singapur y expatriados que viven en la zona, se
acercan hasta la península a probar suerte con las fichas.
Los
iluminados casinos Sands y Wynn, cada uno propiedad de los dos hombres
más poderosos de Las Vegas, Sheldon Adelson y Steve Wynn, se divisan a
bordo de las embarcaciones de Turbo jet o First Ferry a medida que se
aproximan a la terminal del puerto de Macao.
Una vez el ferry ha atracado, el pasaje se dirige a los
puntos de cambio de moneda. En Macao se denomina «pataca». Provistos de
liquidez, ahora se disponen a tomar uno de los muchos autobuses que cada
casino fleta de manera gratuita para los jugadores.
Este servicio dura todo el día, no hay que olvidar que los
casinos no cierran. La estación de autobuses se encuentra junto a la
tribuna del circuito urbano de Fórmula 3000 que todos los años celebra
una prueba del campeonato del mundo por el trazo urbano de Macao.
Juego y lujo
Las luces de neón de los casinos iluminan las calles y
pronto se adivina el pionero de estos templos del azar, el Casino
Lisboa. Inaugurado en el año 1960 por el multimillonario chino escocés
Stanley Ho, quien dirige la Sociedade de Turismo e Diversoes de Macau.
En su interior, además de salas de juego, alberga un hotel
de lujo con más de novecientas habitaciones y varios restaurantes de
alta gastronomía. Muy cerca de este clásico establecimiento de las
apuestas se encuentra el Grand Lisboa, un ostentoso edificio en forma de
flor de loto, símbolo de la SAR de Macao.
Después de un breve paseo se descubre que Macao es mucho
más que sus casinos. Al alzar la cabeza se adivinan montes rematados por
una fortaleza o por un faro y una capilla desde donde se prometen
excelentes panorámicas. En la cima de la Fortaleza da Monte se puede
contemplar de manera privilegiada el monumento por excelencia de Macao,
las ruinas de la iglesia de San Pablo.
Dentro del recinto se encuentra el Museo de Macao. El
descenso se puede aprovechar para caminar por el casco antiguo y llegar
hasta la Plaza del Senado. Sus adoquines blancos y negros y sus formas
onduladas recrean una imagen con reminiscencias mediterráneas.
Iglesias y templos
En los alrededores se concentran los lugares más visitados
por los turistas: la Sagrada Casa de la Misericordia, el Templo Kuan
Tai, la iglesia de Santo Domingo y la Plaza de la Compañía de Jesús.
Esta orden aprovechó que Macao era colonia portuguesa para sus misiones
evangelizadoras en China y en Japón.
El ascenso a la Fortaleza da Guía es un agradable recorrido
en el que es frecuente cruzarse con gente haciendo ejercicio o
paseando. El faro está cerrado al público, pero uno puede sentarse,
descansar e imaginar cuántas apuestas se estarán haciendo en ese momento
en los casinos que divisa desde ese punto de la ciudad. En dirección
oeste se puede descubrir el Macao autóctono, cotidiano, el que algunas
cámaras esquivan.
Quizá algunos tramos decepcionan, quizá asombre descubrir
un pequeño cementerio protestante donde están enterrados algunos
miembros de la Compañía del Este de la India. Muy cerca está el Jardín
de Luis de Camões, un oasis en la ciudad. Más alejado del centro, pero
muy recomendable, es la ascensión a la iglesia de Nuestra Señor de la
Peña.
Aquí venían los marineros a realizar sus plegarias antes de
zarpar a la mar. Al fondo se puede ver la Torre de Macao, de 338 metros
de altura. En el sur de la península se puede tomar uno de los tres
puentes que comunican con la isla de Taipa: Ponte de Sai Van, Governador
Nobre de Carvalho y de Amizade. Lugar donde se encuentra el Aeropuerto
Internacional de Macao.
Durante los siglos XVIII y XIX, era un puerto protegido que
aprovechaban para anclar las embarcaciones de las Compañías Orientales
europeas que comerciaban con China. En la actualidad es un lugar ideal
para pasear y disfrutar de las Casas Museo de Taipa, la iglesia Nuestra
Señora del Carmen, templos chinos y deambular por sus calles y hacer un
alto para degustar un bocado local. En dirección sur se alcanza la zona
de Cotai, un emplazamiento artificial que se ha levantado para unir la
isla de Taipa con la de Coloane. Aquí se encuentran más casinos: The
Venetian, City of dreams y, pronto, el Galaxy.
Mención especial hay que hacer al gran casino The Venetian.
Propiedad de Sheldon Adelson, el mismo que tratar de levantar Eurovegas
en Madrid. El complejo es una vanidosa recreación de la ciudad de
Venecia. Cuenta con la Torre del Reloj de la Plaza San Marcos, el Puente
de los Suspiros y hasta en su interior ha construido canales que
recorren un gran centro comercial, con gondoleros que cantan ópera.
Igual que ocurre con el resto de imponentes casinos, éste cuenta con dos
hoteles, el Four Season y The Venetian. A diferencia de Las Vegas, en
Macao no se prodigan las actuaciones y los espectáculos en directo, sin
embargo, el Circo del Sol cuenta con un número permanente.
Para descansar
La isla de Coloane es el lugar perfecto para descansar y
huir de todo lo que rodea a los casinos. En el pasado, era una isla
ocupada por la vegetación, con grutas marinas, cortada por severos
acantilados, por lo que los piratas la usaban como escondite.
Hoy es el pulmón de Macao, donde hay más zonas verdes y
donde se encuentran las playas de Checo Van y Hac Sá, además de un campo
de golf. Es agradable pasear por el casco viejo de la villa de Coloane y
ver la iglesia de San Francisco Javier y la plaza en la que se ubica.
Y si el hambre aprieta se puede probar a ver si es verdad
eso que dicen que en Coloane hacen los mejores dulces de Belem de Macao.
Contrastes en cada esquina, engullidos por el inigualable sonido de las
tragaperras.
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