El modelo tradicional de crecimiento de Japón, China o los tigres
asiáticos ha sido el de la construcción de fábricas para, aprovechando
el bajo coste de la mano de obra, surtir al mundo de ropa, juguetes y electrónica baratos.
Ahora, los sueldos y las divisas están subiendo, por lo que el modelo
de exportaciones es menos rentable y al mismo tiempo se está impulsando
el consumo interno, lo que incrementa la necesidad de servicios
bancarios, de salud y en general todo tipo de servicios. Esto supone un
gran cambio en el papel tradicional de Asia como fábrica del mundo. A la
cabeza, China, que está enfriando su economía al tiempo que construye
una economía doméstica también que no le haga tan dependiente del
exterior.
En el fondo, este incremento de los servicios es la consecuencia natural de que Asia sea cada vez más rica, como señala un analista a Bloomberg. La clase medida se incrementa en millones cada año y estos demandan más y más servicios. La renta per capita disponible en la región Asia-Pacífico creció más del 19% en términos reales entre 2007 y 2012, según Euromonitor International. En China, el ascenso fue de más del 63%.
Este incremento de la demanda y de la riqueza en Asia está cambiando el mapa económico mundial. Por
un lado, muchas de las empresas occidentales que deslocalizaron la
producción y trasladaron sus fábricas a esta región están volviendo a
Europa y EE UU, mientras que empresas de servicios de estos países son
ahora las que están llegando a Asia.
Y es que, según estimaciones de Ernst & Young, para 2013, dos tercios de la clase media mundial vivirá en Asia.
Las ventas minoristas en la región alcanzarán casi los 12 billones de
dólares para 2016, frente a los 4,4 billones de Norteamérica y los 3,1
millones de Europa, según previsiones de PwC.
Los servicios supondrán más del 50% del PIB de Asia primera vez este año o el que viene,
frente al 48,5% de 2010. Sigue estando por debajo de los emergentes en
Europa o Latinoamérica (60%) y del 75% de los miembros de la OCDE, pero
la tendencia es al alza.
El salario medio en Asia se duplicó entre 2000 y 2011,
comparado con el incremento del 5% en los países desarrollados y el 23%
en todo el mundo, según la Organización Internacional del Trabajo. Por
eso, las costumbres en estos emergentes asiáticos también están
cambiando. Sus habitantes cada vez gastan más dinero en productos caros y
en experiencias como salir a cenar, de viaje o a un concierto.
Más dinero en el bolsillo lleva a gastar más y también en cosas que
hasta ahora no se habían planteado como seguros, tarjetas de crédito o
planes de ahorro. Los analistas coinciden en que los servicios van a despegar en la próxima década como el verdadero motor de los ingresos y el empleo en Asia. Esto abre enormes posibilidades para las multinacionales occidentales.
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