martes, 13 de agosto de 2013

Europa ante la inmigración (1/4): Malta y el rompecabezas de los refugiados


Alex Ballaman
La diminuta isla de Malta está viviendo una “invasión cultural” de miles de inmigrantes africanos que se aventuran a atravesar el Mediterráneo hasta llegar a sus costas y entrar así en la UE. Las súplicas de ayuda a la UE hasta ahora han caído en saco roto, pero ahora Bruselas debe intervenir.
 
A finales de julio, una lancha de goma repleta de refugiados que intentaban huir de África hasta la seguridad que les promete Europa comenzó a tener problemas. Cuando empezaba a hundirse esa lancha, procedente de Libia y con destino a Malta, el Estado más pequeño de la UE, el ejército maltés inició una operación nocturna de 13 horas para rescatar a los 112 pasajeros. Ocho fueron trasladados en helicóptero para recibir tratamiento de urgencia y el resto sufrían los efectos del agotamiento, la deshidratación y la insolación.

Este caso no es algo inusual. Cada semana llegan embarcaciones similares a las costas del país. En junio, el primer ministro Joseph Muscat, intentó enviar dos aviones llenos de inmigrantes somalíes de vuelta a África, sin escuchar sus peticiones de asilo (haciéndose eco de las recientes recomendaciones de una política de "remolcado de vuelta" en Australia) antes de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) emitiera una resolución provisional de que dicha acción sería ilegal. [Muscat desde entonces afirmó que nunca iba a seguir adelante con la acción, que era simplemente una estratagema para que la UE actuara].

Fuera o no una artimaña, la acción refleja la desesperación del Gobierno. Antes de que Malta formara parte de la UE en 2004, los niveles de inmigración eran insignificantes. Como se encuentra situada cerca del norte de África, ahora se ha convertido en la puerta de acceso para los inmigrantes que desean entrar en Europa. Recibe el número más alto de solicitudes de asilo en el mundo con respecto a su población. Eso se debe en parte a que es un territorio muy pequeño, más incluso que la isla de Wight. Los 17.000 inmigrantes indocumentados que han llegado en la última década son el equivalente a 2,7 millones de inmigrantes llegados a Gran Bretaña.

El calvario no acaba con la travesía

Tras haber realizado el peligroso trayecto, los refugiados viven en unas condiciones deficientes. Malta posee una política de detención obligatoria de hasta 18 meses para los inmigrantes no documentados y los traslada a centros de detención abarrotados. A finales de julio, recibió una multa de 60.000 euros del TEDH, tras determinar que las condiciones en las que se había detenido a algunos inmigrantes constituían un "tratamiento inhumano o degradante". Entre dichas condiciones se incluyen bajas temperaturas, una dieta inadecuada, no permitir el acceso al aire libre o a realizar ejercicios durante incluso tres meses.

Como en cualquier otro lugar, la política de inmigración se ha vuelto una obsesión en las últimas semanas. En Australia se está viviendo una gran controversia por la práctica de trasladar a los refugiados a campos de Papúa Nueva Guinea, mientras que Reino Unido está inmerso en discusiones sobre la ética de las medidas severas del ministerio del Interior sobre la inmigración ilegal. Al visitar a mi familia en Malta el mes pasado, la inmigración era el tema de conversación en cualquier lugar al que iba y los periódicos nacionales dedicaban página tras página al asunto.

Y como en cualquier otro lugar, entran en juego otros factores además de la presión de la población. Es muy difícil no darse cuenta de la presencia de inmigrantes, sobre todo del África Subsahariana, en una nación en la que antes apenas había extranjeros. Se ha expresado la preocupación de que se esté produciendo una "invasión cultural", abundan las anécdotas sobre el aumento de la delincuencia en áreas pobladas por inmigrantes, aunque no existen pruebas que lo demuestren y se han empezado a producir ataques racistas.

Un reparto obligatorio de la carga

Los residentes de Malta poco a poco deben adaptarse a una sociedad más multicultural y así lo harán. Pero mientras, el país siente que no es capaz de superar la situación. Que se trate o no de una "crisis" es un asunto que se puede debatir, ya que muchos de los inmigrantes en última instancia se trasladan a otros lugares y una investigación de la Universidad de Oxford indicaba que el uso de centros de detención es una forma de exagerar la gravedad de la situación, aunque el Gobierno expone que sencillamente no dispone de los recursos para ocuparse de las embarcaciones repletas de inmigrantes que llegan a sus costas.

Por ello vuelve a hacer un llamamiento a la UE para que adopte una política de reparto obligatorio de la carga, con la que se obligue a los demás países de Europa a absorber parte de los inmigrantes que llegan a países "fronterizos" como Malta. En el pasado, esta solución recibió el apoyo de Italia, Chipre y Grecia, que también sufrían la afluencia de solicitudes de asilo, sobre todo después de la primavera árabe, pero por lo general se ha recibido con resistencia en Bruselas.

Lo que está claro es que la situación no puede seguir así, sin integración, con las minorías étnicas segregadas y explotadas, y con la intensificación de los sentimientos racistas. Los intentos de repatriar a los inmigrantes, como el del mes pasado, son ilegales y con razón, pero si la UE apoya la protección de los solicitantes de asilo, debe ayudar a los países fronterizos a adoptar políticas que les ayuden a lograrlo.

No deben dejar solos a países como Malta, con poca experiencia a la hora de tratar con la inmigración. Deben crearse los sistemas adecuados para ayudar a los inmigrantes cuando lleguen, procesar las solicitudes más rápido e integrarles o reubicarles si se les concede el asilo. Para hacerlo realidad, la UE debe ofrecer recursos y sus Estados miembros deben cooperar.

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