Unas 20.000 personas según los organizadores y 7.000 de acuerdo con la policía, se reunieron en Frankfurt, capital financiera de Alemania y sede del BCE, en una manifestación que fue el cierre de tres jornadas consecutivas de lucha contra las políticas de austeridad europeas.
La protesta, convocada por el movimiento indignado Blockupy –similar al estadounidense Occupy Wall Street- concluyó con enfrentamientos violentos entre manifestantes y la policía.
“La estrategia de la policía es evidente, querían que la situación de tensión escalara” afirmó Roland Sues, portavoz de Blockupy, tras denunciar que la policía utilizó gas pimienta contra los manifestantes cuando un grupo se negó a ser requisado en un cordón policial.
Los manifestantes celebraron el éxito de la protesta después de haber logrado cerrar hoy el centro de Frankfurt, no sólo bloqueando la sede del BCE, sino de “cientos de instituciones financieras, empresas y corporaciones que han sacado provecho de la crisis europea durante años”.
“Dejamos claro que no aceptamos su autoritarismo”, remarcaron en un comunicado.
“Vamos a construir una Europa desde abajo, una Europa que no tiene por qué arrodillarse ante los principios del neoliberalismo bajo presión de los mercados financieros y las grandes multinacionales”, proclamaron al leer el manifiesto con el que se clausuró la protesta.
“Hoy manifestamos en solidaridad con los movimientos emancipadores alrededor de Europa que estamos todos en la misma lucha. Luchamos contra una economía organizada en función de beneficios en vez de al servicio de las necesidades del pueblo”, añadieron.
La protesta alemana coincidió y estuvo coordinada con la convocatoria “Pueblos unidos contra la Troika”, una movilización internacional que fue liderada por Portugal y España y tuvo réplicas en ciudades de Francia, Bélgica, Grecia, Irlanda, Reino Unido y Croacia, pero con menor fuerza.
Aunque menos multitudinarias que las manifestaciones de septiembre y marzo pasado contra las políticas de austeridad del gobierno luso, la plataforma portuguesa “Que se lixe a troika” (Que se joda la troika), consiguió movilizar a miles de personas en Lisboa y otras ciudades portuguesas.
Allí se vieron pancartas contra el primer ministro Pedro Passos Coelho, el FMI y el BCE, mientras los manifestantes alertaban de las consecuencias de las políticas de ajuste que han dejado al país con un 18% de desempleo y tres años consecutivos de recesión.
De la misma manera, en España, donde la austeridad no sacó al país de la recesión y el desempleo escaló al 27% de la población, 6,2 millones de personas, la plataforma Marea Ciudadana movilizó a miles de personas en decenas de ciudades.
Se manifestaron en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Bilbao, Santander y Vigo, aunque no fueron marchas multitudinarias.
En Madrid, la marcha recorrió desde la histórica fuente de Neptuno -vecina al Museo del Prado- hasta la sede de la Comisión Europea, donde los manifestantes se congregaron para gritar “Troika fuera, Troika fuera”.
“No debemos, no pagamos”, fue otro de los lemas más escuchados, en referencia a la crisis de la deuda.
“Se utiliza la crisis de la deuda para justificar el ajuste pero con millones de desocupados no vamos a reconocer como legítima una deuda que contrajeron los bancos y las grandes empresas”, afirmó Francisco Segura, portavoz de Marea Ciudadana.
De la manifestación participaron representantes de distintos sectores afectados por los recortes como educación y salud, grupos de indignados y partidos políticos de la izquierda anticapitalista.
Al concluir se leyó un comunicado que denunció que “las brutales e inhumanas políticas de ajuste impuestas por la odiosa troika con ayuda de los gobiernos cómplices están causando en Europa la mayor crisis de la democracia de las últimas décadas”.
En Barcelona, la protesta contó principalmente con los movimientos que están en pie de lucha contra los recortes como el sector educativo, y los más veteranos de los indignados, al frente de una campaña de desobediencia civil.
“Las políticas de la Troika están teniendo un efecto claro en la educación porque con la excusa de la crisis se está cambiando todo el sistema, están haciendo como en Argentina con la dictadura, pero aquí aprovechan el shock de la crisis económica para avanzar con las políticas neoliberales”, denunció Jordi Gil, profesor de 34 años.
“Hay dos cosas que sustentan el poder, la ignorancia y el miedo, y nosotros no tenemos miedo, pero muchos sí”, dijo por su parte Felipe Aranguren, un veterano activista ante la poca contundencia de la protesta.
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