lunes, 6 de mayo de 2013

Costa Rica: ¿Es posible un frente electoral popular y de izquierdas?

Giovanni Beluche

Sociólogo y dirigente sindical

Adital

06 de Mayo de 2013

Existe una oportunidad sin precedentes para presentar una opción de izquierda, popular, unitaria y con independencia de clases, que canalice tanto descontento.

El contexto actual favorece que el proceso electoral se convierta en un espacio de crecimiento de la consciencia de clase de las y los trabajadores y sectores populares. También es propicio para llevar a la Asamblea Legislativa diputados y diputadas que representen los intereses de nuestro pueblo. Existe una oportunidad sin precedentes para presentar una opción de izquierda, popular, unitaria y con independencia de clases, que canalice tanto descontento. Está en manos de las dirigencias de las organizaciones de izquierda, principalmente de las que tienen inscripción electoral a escala nacional: el Frente Amplio (FA) y del Partido de los Trabajadores (PT) aprovechar esas oportunidades o que por el contrario, los sectores populares vuelvan a entregar sus ilusiones a los cantos de sirena de las fórmulas neoliberales.

El contexto político

El entorno está marcado por el desgaste del Partido Liberación Nacional (PLN) ante tanto escándalo de corrupción, su incapacidad para resolver los problemas básicos de la población y la gestión técnica del Estado. La prepotencia de la actual administración, su nula capacidad de escucha que le ha llevado a conflictos cotidianos con gran cantidad de sectores sociales, contribuyen al deterioro de un PLN que se sobrepone por la incapacidad de la oposición de presentar una disputa política creíble.

El cacareado crecimiento económico sigue concentrado en pocas empresas "ganadoras” del modelo de acumulación capitalista vigente, no se refleja en mejoras de las condiciones materiales de vida de las grandes mayorías. Por el contrario, para amplias franjas de la población, crece la brecha social, la desigualdad, la exclusión y la pobreza. Peor aún, con el deterioro de los servicios públicos que antes permitían atenuar la desigualdad. Destaca el menoscabo de la seguridad social y los intentos de privatización de los EBAIS.
Sigue la debacle de la pequeña producción campesina y de las microempresas urbanas, sin políticas públicas favorables, sin asistencia técnica y en competencia desleal contra los emporios transnacionales. Las promesas "aristas” de banca de desarrollo se esfumaron en favor de los jugosos salarios que se embolsan los Directores de la banca pública.

En el campo continúa el despojo de tierras campesinas para dar paso a los megaproyectos turísticos y a los monocultivos, en los que se enrolan miles de trabajadores agrícolas costarricenses y emigrantes, sometidos a despiadadas condiciones de sobre explotación. Hombres, mujeres, niños y niñas sufren todo tipo de vejámenes a vista y paciencia de las autoridades de migración, PANI, CCSS, MTSS, etc.

Los pueblos indígenas simplemente no existen en el mapa de la clase política costarricense, las poblaciones costeras y fronterizas concentran índices de pobreza material que nada tienen que envidiar a los países de mayor rezago en el IDH. Los blandengues controles ambientales permiten el deterioro de los ecosistemas en favor de la "producción” y la "libre empresa”.

Las desigualdades de género siguen profundizándose ante la inacción de un gobierno extremadamente machista. La Política Nacional de Igualdad y Equidad de Género no pasa del papel al ejercicio real de derechos. Los derechos civiles de las parejas del mismo sexo, siguen obstaculizados por los pactos de la Presidenta de la República con las iglesias de diferente signo.

Dos acontecimientos recientes marcan la cancha política en adelante: el masivo rechazo de las comunidades de occidente al modelo de concesión de obra pública, que es la base del Estado neoliberal. Y el triunfo de las comunidades del este del Valle Central, encabezadas por el SINDEU, contra la privatización de los EBAIS. Son dos hechos equivalentes a la derrota del combo eléctrico de la administración Rodríguez Echeverría.
No hay oposición

A pesar de la desastrosa administración Chinchilla y de tanto escándalo de corrupción, el régimen político sigue estable, sobre todo por la colaboración de la falsa oposición que si acaso hace algún que otro pataleo sobre la corruptela, pero no cuestiona el fondo de un modelo de acumulación que comparte y que ayudó a construir. PUSC, Movimiento Libertario y los dos partiditos evangélicos fueron cómplices de la aprobación del TLC, su agenda de implementación y de todo el andamiaje jurídico neoliberal.

Luego se sumaron el PASE y el propio PAC para ayudar a administrar el desastre. El PASE directamente al servicio del gobierno desde la Presidencia del Congreso y el PAC que colocó su prestigio político en favor de un nefasto y fracasado plan fiscal. Ante la visita de Obama, el principal líder del PAC Otón Solís, lejos de asumir una postura crítica pidió a los costarricenses pintar las casitas. Los diez puntos del programa de gobierno que está promoviendo el PAC para una "Convergencia Nacional 2014 – 2018” ni siquiera alcanzan a constituirse en una propuesta desarrollista, keynesiana y antineoliberal.

La oposición tradicional ha sido incapaz de presentarse como ficha de recambio útil al modelo neoliberal que defiende. Sus torpezas, divisionismo y sobre todo su anuencia al neoliberalismo le pasan la factura. Ante la ausencia de propuesta alternativa, emerge la figura de Johnny Araya como "opción” frente a los políticos actuales; no poca gente se come el cuento porque recuerda al alcalde josefino como el opositor a la maniobra de Oscar Arias de ungir a Laura Chinchilla como candidata.

¿Y la izquierda?

En este contexto, se abren posibilidades sin precedentes para la articulación de una propuesta electoral de izquierdas, que convoque a un frente común de las organizaciones populares, comunales, sindicales, campesinas, feministas, indígenas, de la diversidad sexual y políticas de la clase trabajadora. Una propuesta articulada alrededor de un programa anti neoliberal, socialista, con independencia de clase, en el que cada organización mantenga su soberanía política.

Pero, ¿qué han hecho el Frente Amplio (FA) y el Partido de los Trabajadores (PT)? Públicamente el PT le propuso al FA discutir una alianza electoral, también consta que la dirección de FA desestimó tal oferta. El PT siempre habló de una alianza con el FA, y aplicó al resto de la izquierda la misma política que recibió del FA. Para ambas organizaciones no hay nada más allá de sus propias toldas, o nadie reúne la "pureza” suficiente y es mejor imaginarse que el resto de la izquierda no existe.

Al final, más de lo de siempre, cada uno encerrado en su propia concha, definiendo por aclamación sus candidatos y luego a casa con la "satisfacción” de que se "autoproclaman el non plus ultra”.


No hay comentarios: