Jesús Peñaranda, cacique del pueblo Yukpa,
manifestó que su carácter era fuerte, pero siempre escuchaba a su pueblo
y cumplía con lo que la mayoría de su comunidad le exigía
La Sierra de Perijá amaneció llorando por un líder, un cacique que asumió un reto y era devolverle a su pueblo yukpa las tierras que ancestralmente le correspondían.
Sabino
Romero no se valía de armas ni de grandes sumas de dinero para
controlar a toda una comunidad indígena que reclamaba por un pedazo de
tierra para sembrar. Caracterizado por ser un luchador social innato, se
había convertido desde hace más de 15 años en la voz de un pueblo
indígena.
"Los yukpas tienen que ser revolucionarios verdaderos para luchar por territorio en la Sierra de Perijá", repitió incansablemente en cada una de las entrevistas que ofrecía a los medios de comunicación.
Su carácter era fuerte, pero siempre escuchaba a su pueblo y cumplía con lo que la mayoría de su Comunidad Chaktapa le exigía. Así lo ratificó Jesús Peñaranda, cacique del pueblo Yukpa, y quien confirma que la sierra no descansará hasta cumplir con el sueño de su hermano indígena.
"Los yukpas estamos de luto porque se fue un gran líder, un hermano Cacique que nunca descansó. Él quería ver a la Sierra de Perijá recuperada, que los terratenientes pusieran las manos en su corazón y nos devolvieran este campo sagrado para nosotros, para nuestra siembra y cosechas. El suelo de Sabino seguirá fortalecido y su lucha social no terminará con su muerte", aseguró.
Entender su lucha para muchos no sería fácil. Peñaranda explica que la mayoría de los yukpas de la Sierra han heredado las tierras de sus ancestros, dedicados a la siembra de papas, yucas, plátanos y café, pero todo esto sin testamento legal que lo certificara.
"Con los años algunos terratenientes fueron ocupando muchos de estos espacios consiguiendo con el Gobierno de turno algún justificativo legal. Sabino nunca comió cuentos de ellos y defendió siempre este reivindicativo pues se trata de tierras nuestras, vistas no desde el punto de vista mercantilista sino de una creación de nuestras manos", reitera.
Ahora, en muchos de estos espacios que consideran suyos por convicción y por herencia, grandes máquinas aran las tierras que le tomó años tan sólo para limpiarlas con ayuda de sus tribus, un hecho que consideran injusto pues no han obtenido ningún tipo de reconocimiento, ni siquiera por honor.
De frente y sin temor
Aunque dejar su caserío significaba un gran esfuerzo para él y su familia, Sabino no dudaba en irse hasta Maracaibo o hacia Caracas para conversar "con quien fuese necesario" para pedirle la demarcación de sus tierras, un derecho otorgado por el Gobierno Bolivariano y que continúa en curso.
El presidente Hugo Chávez ordenó en 2008 iniciar el proceso de demarcación de las tierras en la Sierra de Perijá. En diciembre de 2011 se creó una comisión para la tarea.
Noelí Pocaterra, líder y representante nacional de los pueblos indígenas, manifestó que en este sentido Sabino se mostró siempre esperanzado en que la justicia venezolana continuará fortaleciendo el camino de sus hermanos.
"El Gobierno de Hugo Chávez ha sido el único que ha mirado a nuestros indígenas y por eso Sabino sabía que esta lucha hoy más que nunca tendría resultados positivos. Nuestro hermano Sabino fue un hombre incansable. La comunidad yukpa lo reconocía como uno de los líderes ancestrales y sabían que jamás se dejaría manipular por los terratenientes", resaltó Pocaterra.
Cuenta que, como todo líder social, consiguió muchos enemigos. Romero se enfrentó con autoridades nacionales, con líderes regionales y con altos rangos militares pues, para él y para todo el pueblo yukpa, la sangre de sus hermanos está por encima de cualquier dirigencia.
Juan Mendiola, yukpa y líder juvenil, explica que el estatus de Sabino como Cacique no se le otorga a cualquier hombre. "Nombrar a un hombre como Cacique no es tarea fácil pues requiere ser un hombre con valores, que escuche a su pueblo, que defienda su caserío. Todo esto lo cumplió él en una escogencia libre de juicios, sin malintenciones, en un ritual sagrado".
"Su espíritu de lucha no descansará. Ahora todos somos Sabino y tendrán que matarnos a todos para acabar con este legado. No podrán con el pueblo indígena y jamás el terrateniente estará por encima de nosotros, somos del mismo nivel, nunca más estaremos por debajo", advirtió.
Ahora, con una sierra dolida, el significado de su tierra tiene más importancia que nunca. Los ojos de Venezuela se centran ahora en una zona para muchos inhóspita, callada, pero que ahora grita en nombre de su indio.
"Los yukpas tienen que ser revolucionarios verdaderos para luchar por territorio en la Sierra de Perijá", repitió incansablemente en cada una de las entrevistas que ofrecía a los medios de comunicación.
Su carácter era fuerte, pero siempre escuchaba a su pueblo y cumplía con lo que la mayoría de su Comunidad Chaktapa le exigía. Así lo ratificó Jesús Peñaranda, cacique del pueblo Yukpa, y quien confirma que la sierra no descansará hasta cumplir con el sueño de su hermano indígena.
"Los yukpas estamos de luto porque se fue un gran líder, un hermano Cacique que nunca descansó. Él quería ver a la Sierra de Perijá recuperada, que los terratenientes pusieran las manos en su corazón y nos devolvieran este campo sagrado para nosotros, para nuestra siembra y cosechas. El suelo de Sabino seguirá fortalecido y su lucha social no terminará con su muerte", aseguró.
Entender su lucha para muchos no sería fácil. Peñaranda explica que la mayoría de los yukpas de la Sierra han heredado las tierras de sus ancestros, dedicados a la siembra de papas, yucas, plátanos y café, pero todo esto sin testamento legal que lo certificara.
"Con los años algunos terratenientes fueron ocupando muchos de estos espacios consiguiendo con el Gobierno de turno algún justificativo legal. Sabino nunca comió cuentos de ellos y defendió siempre este reivindicativo pues se trata de tierras nuestras, vistas no desde el punto de vista mercantilista sino de una creación de nuestras manos", reitera.
Ahora, en muchos de estos espacios que consideran suyos por convicción y por herencia, grandes máquinas aran las tierras que le tomó años tan sólo para limpiarlas con ayuda de sus tribus, un hecho que consideran injusto pues no han obtenido ningún tipo de reconocimiento, ni siquiera por honor.
De frente y sin temor
Aunque dejar su caserío significaba un gran esfuerzo para él y su familia, Sabino no dudaba en irse hasta Maracaibo o hacia Caracas para conversar "con quien fuese necesario" para pedirle la demarcación de sus tierras, un derecho otorgado por el Gobierno Bolivariano y que continúa en curso.
El presidente Hugo Chávez ordenó en 2008 iniciar el proceso de demarcación de las tierras en la Sierra de Perijá. En diciembre de 2011 se creó una comisión para la tarea.
Noelí Pocaterra, líder y representante nacional de los pueblos indígenas, manifestó que en este sentido Sabino se mostró siempre esperanzado en que la justicia venezolana continuará fortaleciendo el camino de sus hermanos.
"El Gobierno de Hugo Chávez ha sido el único que ha mirado a nuestros indígenas y por eso Sabino sabía que esta lucha hoy más que nunca tendría resultados positivos. Nuestro hermano Sabino fue un hombre incansable. La comunidad yukpa lo reconocía como uno de los líderes ancestrales y sabían que jamás se dejaría manipular por los terratenientes", resaltó Pocaterra.
Cuenta que, como todo líder social, consiguió muchos enemigos. Romero se enfrentó con autoridades nacionales, con líderes regionales y con altos rangos militares pues, para él y para todo el pueblo yukpa, la sangre de sus hermanos está por encima de cualquier dirigencia.
Juan Mendiola, yukpa y líder juvenil, explica que el estatus de Sabino como Cacique no se le otorga a cualquier hombre. "Nombrar a un hombre como Cacique no es tarea fácil pues requiere ser un hombre con valores, que escuche a su pueblo, que defienda su caserío. Todo esto lo cumplió él en una escogencia libre de juicios, sin malintenciones, en un ritual sagrado".
"Su espíritu de lucha no descansará. Ahora todos somos Sabino y tendrán que matarnos a todos para acabar con este legado. No podrán con el pueblo indígena y jamás el terrateniente estará por encima de nosotros, somos del mismo nivel, nunca más estaremos por debajo", advirtió.
Ahora, con una sierra dolida, el significado de su tierra tiene más importancia que nunca. Los ojos de Venezuela se centran ahora en una zona para muchos inhóspita, callada, pero que ahora grita en nombre de su indio.
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