miércoles, 28 de noviembre de 2012

No nacimos indios, nos hicieron indios

En la Abya Yala actual, permanentemente se recurre a la palabra indio para referirse a las personas originarias en condición de exclusión y de subalternidad. En sociedades fragmentadas como la hondureña o la guatemalteca, los “citadinos” nos llaman “inditos” para no faltar a la caridad cristiana y edulcorar la “tolerancia”.

Por Ollantay Itzammá 

Para los sectores que monopolizan la construcción y reproducción de prejuicios sociales, “el indio siempre fue indio, y seguirá siendo indio”. Pero no se dan cuenta que el concepto indio es una categoría de dominación sociopolítica intencionalmente construida y “naturalizada” a partir del siglo XVI.

La palabra indio es la materialización más burda del darwinismo sociopolítico y cultural que
 intencionalmente se aplicó en la colonia y en las repúblicas bicentenerias sobre nosotros los originarios/as, con la finalidad de deshumanizarnos. Es decir, asumirnos como no humanos, complemento (laboral) para las nuevas tierras usurpadas. Por tanto, si tan ni siquiera contamos como humanos, tampoco podemos tener derechos, ni propiedades. Mucho menos podemos ser ciudadanos plenos (sólo votantes, jamás gobernantes).

Por eso, cuando usted escucha la palabra indio, automáticamente lo relaciona con lo antiestético (feo, sucio), miserable, vago, desconfiado, bruto, ignorante, inútil, supersticioso, providencialista, resignado, borracho, lujurioso, y un largo etcétera. En otras palabras, la palabra “indio” no es otra cosa que la materialización de los vicios.
El indio es una construcción sociopolítica y cultural de la colonia, y afianzada por las repúblicas. Los invasores no encontraron en Abya Yala habitantes vagos, brutos, resignados, ignorantes. No encontraron indios.

(Tomado de página de Otrameérica) 



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