martes, 21 de agosto de 2012

EE.UU.: La APA mantendrá la transexualidad y el travestismo como enfermedad

El día 15 de junio se cerró el periodo de comentarios a los criterios de evaluación psiquiátrica propuestos por la APA (American Psichiatric Asociation) para la quinta versión de su Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). Según se refleja en la web de dicha asociación, no habrá cambios en lo concerniente a la clasificación de la transexualidad y el travestismo como enfermedades mentales.

Desde los primeros borradores de este manual, se ha venido anunciando que el llamado “Trastorno de Identidad de Género” pasaría a llamarse “Disforia de Género”, moviéndolo del capítulo de “trastornos de identidad sexual y de género” a un nuevo capítulo llamado también “Disforia de Género que únicamente incluye dos categorías: “P 00 – Disforia de Género en niños” y “P 01 – Disforia de Género en Adolescentes y adultos”, quedando separado de los capítulos de “Disfunciones sexuales” y de los “trastornos parafílicos”.

Se mantienen también los criterios diagnósticos que ya se habían propuesto antes de que se abriese el periodo de comentarios, y que siendo mucho menos binarios y transfóbicos que los que aparecen en la actual versión DSM-IV-R, todavía pondrán en las manos de los profesionales de salud mental la posibilidad de diagnosticarnos o no, de permitirnos el acceso a los tratamientos sanitarios o no. Por ejemplo, se contempla como uno de los posibles indicadores de “disforia de género” “una marcada incongruencia entre la propia experiencia/expresión de género y/o las características sexuales primarias o secundarias”. Lo que no sabemos es si lxs profesionales de salud mental confiarán en la palabra de sus pacientes, o, tal y como han venido hasta ahora, no bastará con que nosotros les digamos que vivimos esa “marcada incongruencia”, sino que querrán “verlo claro”, o “estar segurxs” ellxs. Posiblemente muchxs pacientes trans tendrán que continuar escuchando la frase que Juana Martinez, psicóloga de la UTIG de Málaga le dijo a una amiga mía “ya veo que tú lo tienes muy claro, pero la que tiene que tenerlo claro soy yo”.


Respecto al llamado “U 06 – trastorno travestista”, continúa existiendo con este nombre, y aparece en el capítulo de “trastornos parafílicos” que también comprende, entre otros, el “U03 – trastorno pedofílico”, porque, al parecer, abusar sexualmente de niños y que una persona que no quiere “cambiar de sexo” definitivamente se vista con ropa de otro sexo, son lo mismo. Supongo que tal confusión viene provocada por la costumbre de la alta curia de la Iglesia Católica de, por una parte, usar faldas, tocados y zapatos femeninos, y por otra parte, abusar de aquellos niños que tienen la desgracia de haber sido dejados a su alcance. El test de autoevaluación para los pacientes con “trastorno travestista”, sólo puede ser clasificado de insulto y humillación, incluyendo preguntas como “Durante las últimas dos semanas ¿como de sexualmente exitante fue la idea de vestirse como un miembro del sexo opuesto, peinar tu pelo como un miembro del sexo opuesto, o de cualquier otro modo arreglarte como un miembro del sexo opuesto?”, que seguramente deberán ser respondidas por aquellxs pacientes transexuales que para obtener un diagnóstico de “disforia de género” deberán demostrar que carecen por completo de autocomplacencia al verse vestidas y arregladas con el estilo del sexo elegido, a pesar de que las personas que no son transexuales sí que sienten excitación sexual al arreglarse conforme a su sexo asignado. Con esto, de camino, se mantiene la brecha existente entre mujeres transexuales y travestis, sometidas a la misma violencia y discriminación social, y, sin embargo, llenas de prejuicios las unas hacia las otras a causa, precisamente de estos criterios diagnósticos diferenciadores y estigmatizantes para ambos grupos de personas trans.

Se demuestra, pues, que el cambio realizado sobre la transexualidad es tan sólo una variación cosmética que responde a la presión que los grupos trans venimos realizando desde hace varios años (destacando la campaña Stop Trans Patologización, de alcance mundial), pero que en el fondo, el grupo de trabajo que se ha encargado de la revisión del capítulo de “trastornos de la identidad sexual y de género, dirigido por el Dr. Kenneth Zucker, quien no es psiquiatra, sino psicólogo, continúa siendo tan transfóbico como ha sido siempre.

La aparición de noticias anunciando que la APA ya no considerará la transexualidad como una enfermedad, están completa y trágicamente equivocados, puesto que la realidad es justamente la contraria. En realidad, la APA no considera que nadie esté “mentalmente enfermo”, puesto que el término “enfermedad mental” fue substituido hace mucho por el término “trastorno mental”. De modo que la APA no establece diagnósticos de “enfermedades” puesto que la palabra “enfermedad” no aparece en ninguna parte, sino de “trastornos”. Dos palabras distintas para designar al mismo fenómeno que, con la práctica, han terminado por convertirse en sinónimos, por más que la APA se empeñe en tratar de engañarnos con ese burdo juego de llamar a las cosas de una forma distinta.

Igualmente la retirada de la palabra “trastorno” acompañando a “disforia de género” no implica que la transexualidad ya no sea considerada una enfermedad, puesto que se haya comprendida en el interior de un manual que se llama “Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales”, y va acompañada de sus correspondientes indicadores de cara a posibilitar su diagnóstico. El día que la transexualidad salga de este manual, será el día en que la APA pueda decir que ya no la considera un trastorno, patología o enfermedad mental… o el eufemismo que más les plazca. Entre tanto, cualquier declaración o noticia en ese sentido no es más que un cambio cosmético para limpiar su imagen ante las organizaciones internacionales de Derechos Humanos que una y otra vez declaran que la exigencia de un diagnóstico psiquiátrico para las identidades trans (incluyendo el travestismo) genera estigma social, discriminación, y vulneración de nuestros derechos humanos.

La excusa para mantener la transexualidad dentro del DSM es que un diagnóstico puede ser útil para defender que la transexualidad no es una elección irrelevante, caprichosa o pasajera. Sin embargo… ¿La importancia de una decisión sólo puede demostrarse si esta está contemplada en un manual de diagnóstico psiquiátrico? La elección de casarse con quien unx quiera también es importante, y es necesario defenderla, y, sin embargo, el amor no se encuentra contemplado en dicho manual, ni se diagnostica para ofrecer una justificación del derecho al matrimonio. Nadie justificó nunca que dos mujeres tuviesen el derecho a casarse porque estaban demasiado locas como para poder vivir sin contraer matrimonio entre ellas (y eso que el amor, según se ha dicho desde hace siglos, sí que es una locura). ¿Y qué justificación hay para mantener el travestismo con criterios aún más transfóbicos que los referentes a la transexualidad? Este diagnóstico, que no permite el acceso a tratamientos médicos y ni a reconocimientos legales de la identidad de género, tan sólo parece tener utilidad para justificar divorcios, la pérdida de la patria potestad a favor del miembro de la pareja que no se traviste, o los intentos de “curación” de lxs travestis, y no tiene justificación ninguna.

Por lo demás, ni la transexualidad, ni el travestismo, pueden ser considerados una enfermedad o trastorno, puesto que no causarían malestar ninguno si se permitiese a las personas vivir su transexualidad o travestismo con libertad, y con libre acceso a los tratamientos médicos y al reconocimiento de género social y legal. Lo que sí genera trastornos es, precisamente, cuando se impide la transexualidad.

FUENTE: Transtienda.com

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