A mediados de julio pasado, dos hombres encapuchados y armados asaltaron la Casa de Salud Indígena en el municipio de Brasnorte, al noroeste del estado de Mato Grosso. Un indígena Enawenê-Nawê fue abordado por los invasores, que lo sujetaron por el brazo exigiéndole informaciones sobre los jefes del polo.
Los individuos sólo se fueron después de comprobar que en el sitio no había nadie más. El episodio fue denunciado a la policía en "informe de ocurrencia”. La Casa de Salud Indígena sirve a los pueblos Mỹky, Enawenê-Nawê e Irantxe. Preocupado con la posibilidad de nuevas amenazas e incluso atentados, el personal del centro demanda más seguridad.
El clima en la región es de tensión. La Fundación Nacional del Indio (Funai) obtuvo la autorización de los jueces del Tribunal Regional Federal de la 1ª región (TRF-1), en Brasilia, para dar continuidad a los estudios de demarcación del área de ocupación tradicional que no incluye a la Tierra Indígena Menkü, del pueblo Mỹky, pues ya tiene su procedimiento de demarcación concluido antes de la Constitución de 1988.
"Ruralistas" y madereros interesados en la ocupación del territorio indio comenzaron a manifestarse públicamente contra la decisión. Según informes de dirigentes indígenas y de personas que los apoyan, amenazas también comenzaron a producirse de manera sistemática, ya que no es la primera vez que se efectúan amenazas e intimidaciones dentro de la Casa de Salud.
Organizados en la Asociación de Productores Rurales Unidos de Brasnorte (Aprub), los terratenientes realizaron una manifestación el 14 de julio, por las calles de Brasnorte, contra lo que ellos llaman expansión de tierras indígenas, argumentando que con ella, la región perderá empleos e ingresos. El ataque a la Casa de Salud se produjo nueve días después de la manifestación ruralista.
Ubicado a 600 km de Cuiabá, el territorio reivindicado de 186 mil hectáreas pasó a ser estudiado por un grupo de trabajo (GT) de la Funai, formado en 2007 – el proceso de demarcación aún no ha concluido. En esta área no demarcada actúan hacendados y madereros, que también operan dentro de la tierra indígena cuyo proceso administrativo fue completado antes de 1988.
Más de 100 puntos dentro de 186 hectáreas son calificados por los indígenas, como de importancia tradicional; los sitios donde se ubican cementerios, áreas de oración y el ritual, de caza, de recolección de miel, además de la aldea antigua, de donde ellos fueron expulsados por los terratenientes invasores durante los años de 1970. Estos episodios de despojo fueron reportados en su momento por el misionero Thomas de Aquino Lisboa, quien también fue amenazado por los secuaces de los hacendados invasores que constituían el frente de la expansión agropecuaria.
En la región no demarcada están disponibles materiales esenciales para la vida y convivencia de los Mỹky: el tucum, material que utilizan para hacer artesanías, castañas alimenticias y taquara, material para la fabricación de flechas.
Segundo reportaje publicada en la edición de septiembre 2011 de la revista Porantim [sobre la cuestión indígena], son abiertas constantemente carreteras en la región para el tránsito de carga y de 200 mil metros cúbicos de madera que son extraídos cada mes de este territorio. Entre los Mỹky, grupos de vigilancia del territorio recorren semanalmente las tierras de ocupación tradicional para frenar la depredación, así como para registrar la tala ilegal de las empresas madereras. Hubo muchísimas denuncias.
A pesar de la decisión del TRF-1 favorable a los indios, la lucha está lejos de terminar: los ruralistas apelaron la decisión de los jueces y han cuestionado la apelación interlocutoria interpuesta por la Funai.
La noticia es de Cimi, por Luana Luizy
Traducción: ricazuga51@yahoo.com
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