Nunca han estado tan claras las cosas en el Norte del Cauca-Colombia. Nunca. Salimos a marchar, nos movilizamos, con toda la fuerza y claridad para exigir que los actores armados salieran del territorio.
En movilizaciones y asambleas y audiencias públicas, denunciamos los abusos que cometen contra comuneras y comuneros en todo el territorio ejército, policía, paramilitares y guerrilla. Además, otra vez, señalamos y reiteramos una verdad que orientó la Minga de Resistencia Social y Comunitaria y que resulta más evidente ahora que nunca cuando convierten nuestro territorio, por la vía del terror y de la guerra en una Zona de Consolidación, para los intereses extractivos de las transnacionales: esta guerra, venga de donde venga, tiene motivos y beneficiarios económicos. Nos despojan para sacarnos de acá, para robarse la Mama Kiwe y su riqueza, para someterla y matarla y para acabar con nuestro proceso y nuestra historia con este territorio.
La última vez que insistimos fue en Miranda. Exigimos al ejército sacar sus bases militares de acá. El Ministro de Defensa (de los intereses transnacionales) nos respondió acusándonos ante el mundo de ser guerrilleros, cómplices de terroristas y anunciando que no saca las bases. La guerrilla le respondió al Ministro y al mundo atacando Jambaló, Toribío, Miranda, Cerro Tijeras, mientras siguen las acciones en todo el Norte y en todo el Cauca. Ahora mismo, comuneras y comuneros se han desplazado de esas comunidades, en respuesta a la amenaza de las FARC: tienen que salir antes de las 12 o asumen las consecuencias.
La respuesta de la guerrilla al Ministro de la guerra en los hechos es clara y sencilla: No saque las bases señor ministro, se justifica que las mantenga. Se necesita que su ejército siga en tierras indígenas matando, maltratando, violando y robando porque el pretexto lo damos nosotros, la guerrilla de las FARC. Un pretexto con bombas y balas. Un pretexto de muerte. Ustedes atacan a los indios y los acusan de ser guerrilleros, nosotros les respondemos a ustedes y atacamos también a las comunidades indígenas y si no les gusta, los acusamos de ser “sapos” y colaboradores igual que ustedes.
Acá todo está claro. Nuestro Cxab Wala Kiwe, según los planes económicos del despojo y la destrucción de la resistencia y de los pueblos ancestrales, se ha consolidado como un teatro de operaciones militares contra nosotros, por parte de los bandos en combate, para acusarnos, señalarnos, maltaratarnos, negar nuestra presencia y proceso, expulsarnos y despojarnos. Ahora mismo se Consolida, según los planes del Pentágono y del Plan Colombia, el traslado de lo que ha sido nuestro hogar de miles de años, en un espacio controlado por militares en tránsito hacia el poder corporativo. Estado y guerrilla acaban con nuestra resistencia y proceso milenario, para entregar a intereses económicos estas tierras. Nos están matando.
Pero nunca ha sido solo la guerra y el terror y ahora no lo son tampoco. Además de las mentiras y engaños de los medios y de la propaganda que ya nadie podría creer, están las políticas, los proyectos, la cooptación con diversas máscaras y las leyes. Se gobierna, desde los ámbitos locales de las alcaldías, pasando por programas y proyectos de infraestructura, salud, educación, desarrollo económico, para ser arrasados por las locomotoras del despojo. En nuestro propio territorio, mientras nos acaban a bala y terror, implementan dentro y a través de nuestras organizaciones y comunidades desde los diversos cargos y funciones, los proyectos de despojo encubiertos como bienestar y ayuda. Nos tienen ocupados compitiendo por recursos y ejecutando actividades y presupuestos para consolidar el despojo. Esta institucionalización es parte de la Consolidación y de la guerra de despojo que nos desaparece transformados en instrumentos de intereses ajenos.
Mientras nos ocupamos de rechazar la guerra, esta otra, más efectiva y perversa, nos despoja invisible y sin resistencia. Las instituciones que se aprovechan o sirven a este propósito, vengan de donde vengan, ejercen el “Derecho” de robarse todo y acá tienen a algunos confundidos peleándose por recursos para el despojo, que le presentan luego a la gente como un beneficio a nombre de la resistencia indígena, o como un respaldo vital de emergencia para defender víctimas. Nos convierten en dependientes, incapaces y víctimas para impedir que sigamos resistiendo y consolidando nuestros Planes de Vida. Esta es la colonización de siempre, en el modelo de ahora.
Claro que no es solo en el Norte del Cauca donde se consolida el abuso. Las Zonas de Consolidación han sido definidas desde hace mucho tiempo en el Plan Colombia y nos llegó la hora. Es una agenda de largo alcance para sembrar muerte y mentiras e institucionalizar el despojo en todo el país y también es el principal producto de exportación de Colombia al mundo, porque ahora mismo están agrediendo violentamente a los indígenas, por ejemplo en el Wallmapu, en Santiago del Estero, Salta y Tucumán-Argentina en réplicas groseras y evidentes de lo que nos están haciendo acá. Mientras en México, aplicando el Plan Colombia con otro nombre, se impone el terror y se roban las elecciones presidenciales (otra vez), en Bolivia el pueblo se levanta contra la carretera del TIPNIS (otra vez). En Cajamarca-Perú, los policías a sueldo de la transnacional minera ya han asesinado 5 comuneros que hacían parte de “Conga no va!”, la decisión popular para impedir que el proyecto minero de “Yanacocha” los acabe como a nosotros esta guerra integral. En Paraguay, las transnacionales con el apoyo del Comando Sur dieron el golpe de Estado, para acceder a toda la riqueza de agua, alimentos, minerales y bienes comunes del Cono Sur. En estos países y comunidades se resiste. La gente sale a las calles. La conciencia crece y la solidaridad se convoca a transformarse en iniciativa de resistencia. Esto sucede al mismo tiempo que en Colombia, el gobierno pasa una resolución por medio de la cual entrega cerca de 20 millones de hectáreas a la minería transnacional con una firma.
Desde donde hemos entendido todo esto sabemos que los pueblos y procesos tenemos un derecho sagrado y esencial. El derecho a resistir, a defender nuestras formas de vida, nuestras culturas en los territorios, nuestra identidad. Antes, teníamos que poner toda nuestra capacidad y unidad, para evitar que convirtieran el territorio en teatro de operaciones militares e institucionales negando nuestra presencia y derechos. Transformándonos en víctimas. Ahora, frente a ese diálogo de asesinos que nos niegan y se meten a nuestras casas y nos sacan de nuestro suelo y nos matan, tenemos que negarnos a desaparecer. Tenemos que volver a ser “El Gran Pueblo” en nuestro Territorio. Quienquiera que, dentro o fuera de nuestro proceso, responda a prioridades diferentes a nuestro sagrado derecho a la resistencia. Quienquiera que tenga prioridades diferentes e intereses distintos a resistir este Proyecto de Muerte al servicio de la acumulación, se está sumando al diálogo de los violentos, aprovechando nuestra muerte y sufrimiento para conseguir sus beneficios.
Como se dijo hace poco, esta es la “Batalla final por el Cauca”. Una batalla entre ellos, los que ganan con la guerra o se acomodan al negocio, contra nosotras y nosotros, comunidades, comuneras y comuneros, pueblos del mundo que hacemos sentir nuestra presencia y nuestro Plan de Vida. Nos rescatamos del negocio, las balas y las mentiras y probamos que seguimos acá, donde siempre hemos estado, que somos de esta tierra y seguiremos siendo con ella y que se tienen que ir todos los armados, los aprovechados y los enemigos de la herencia que nos hace Nasa. Nuestra resistencia ni es negocio ni es ausencia. Somos nosotras y nosotros. Es la misma, a nuestro modo, por nuestra cultura, que defienden los pueblos en todo el continente y el mundo. Con la angustia y el dolor que inspiran estas palabras mientras nos atacan y nos roban, liberamos esta palabra para caminarla: nos convocamos con todas y todos a resistir, a sacar de estas tierras a quienes nos niegan. Mientras nos quede palabra, seguiremos luchando contra el colonizador y por nuestra plena autonomía.
Tejido de Comunicación - ACIN
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