jueves, 5 de julio de 2012

San Basilio de Palenque, un trocito de África en Colombia

Alida Juliani Sánchez

Cartagena (Colombia), 5 jul (EFE).- Cerca de la costa del Caribe, en el departamento colombiano de Bolívar, se encuentra San Basilio de Palenque, un pueblo orgulloso de representar "un trocito de África en Colombia", donde la Ruta Quetzal BBVA hizo un alto este miércoles en su camino hacia Cartagena de Indias.

Fundado por esclavos fugados principalmente de esa ciudad en el siglo XVI, Palenque, como es conocido entre sus gentes, conserva muchas de las tradiciones del continente negro, como la música y los ritos, así como su propio idioma, el palenquero, mezcla de africano, español y portugués.

Conviviendo durante unas horas con sus habitantes, los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA conocieron, por ejemplo, que ese idioma nació como una manera de comunicarse entre los esclavos, y que éstos eran capaces de expresar alegría, a pesar de la falta de libertad, con bailes como el mapalé.

Los jóvenes ruteros descubrieron también otra forma de expresión común entre los habitantes de Palenque, la de la tristeza, que se transforma en una danza o rito fúnebre conocido como lumbalú, en el que los bailarines se mueven alrededor del ataúd para despedir al fallecido.

En la actualidad, San Basilio de Palenque es un pueblo de unos 3.500 habitantes que tiene en el turismo su principal fuente de ingresos, y que se mantiene gracias a una agricultura y ganadería de subsistencia.

También las mujeres elaboran dulces y frutas que va a vender a otras localidades aledañas, principalmente a Cartagena.

Las calles sin asfaltar de la localidad, en las que la gente se mezcla con los animales, se llenan varias veces al año para celebrar tres fechas especiales: el Festival de los Tambores y Expresiones Musicales, en octubre; Fin de Año, en enero, y la fiesta del patrón, San Basilio, en junio.

En 2005, la UNESCO le otorgó la categoría de Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, "porque su riqueza está en lo que no se puede tocar", afirman sus habitantes.

Si de algo estos hacen gala es de la solidaridad, al punto de que, durante los nueve días y nueve noches que dura el velatorio de un difunto, se alimenta a todo el que se acerca, de la misma manera en que, entre todos, se ayuda a sufragar los gastos por enfermedades o fiestas.

En cuanto a la religión, los palenqueros se consideran "católicos no practicantes y por imposición", porque en realidad los ritos que practican son un sincretismo entre el catolicismo y las religiones propias, aunque en la comunidad existe un buen número de cristianos evangélicos.

Por las calles de Palenque los niños juegan a la rueda, la goma o montan en bicicleta, en un ambiente en el que el tiempo parece haberse detenido.

Durante la visita de la Ruta Quetzal BBVA compartieron esos juegos con los expedicionarios, mientras que los adultos se animaron a echar una partida al dominó con los lugareños en la plaza, bajo la atenta mirada de Benkos Biohó, fundador de la localidad, cuya estatua se erige junto a la iglesia.

El paso de los años borró la memoria colectiva de los habitantes de Palenque que, curiosamente, saben que proceden de África, pero no pueden detallar de qué país en concreto, pues sus antepasados llegaron a Colombia desde diferentes lugares del continente negro.

Sin embargo, en su piel se reflejan los genes de aquellos que fueron esclavizados y que soñaron con un pueblo libre y orgulloso de su pasado. EFE

ajs/chg

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