miércoles, 9 de mayo de 2012

No sólo los elefantes: Los últimos rinocerontes de África amenazados por la caza furtiva


La caza furtiva de rinocerontes, cuyos cuernos alcanzan precios tan altos como los del oro en el mercado negro asiático, se ha disparado, haciendo zozobrar el trabajo efectuado desde hace décadas para reconstituir la población salvaje de estos inmensos herbívoros.

Las cifras son elocuentes: sólo en Sudáfrica, donde viven del 70% al 80% de la población mundial de rinocerontes, el aumento de su caza furtiva es dramática: 13 rinocerontes fueron matados en 2007, 448 en 2011, y en los cuatro primeros meses de 2012 ya son 200 los que perecieron a manos de cazadores ilegales.

Este incremento se debe al alza de la demanda de cuernos de rinocerontes, utilizados en la medicina tradicional asiática. Su precio en el mercado negro se avecina al del oro, alrededor de 66.000 dólares (50.000 euros) el kilo, coinciden fuentes.

La caza furtiva de rinocerontes también ha aumentado en Kenia, Zimbabue y en los países vecinos, aunque las cifras son menos alarmantes.

A este ritmo, el número de rinocerontes sacrificados cada año corre el riesgo de superar próximamente el número de nacimientos, advirtió el Grupo de gestión de rinocerontes (RMG) de la Comunidad de Africa Austral.

La especie se encaminaría en ese caso a una inexorable disminución, hasta su posible extinción.

Porque estos macizos animales de formas prehistóricas han estado ya al borde de la extinción. Los rinocerontes blancos y negros, las dos subespecies africanas, fueron casi exterminados en los siglos XIX y XX.

Desde hace varios años, gracias a los esfuerzos de conservación y al trabajo de formas de ganadería muy lucrativas, la población de rinocerontes está de nuevo en aumento. Se estima actualmente en 20.700 el número de rinocerontes blancos en África y en 4.800 el número de negros.

Este éxito -frágil pero que hace resurgir algunas esperanzas- podría venirse abajo por la reanudación de la caza furtiva.

China, antes gran consumidora de cuernos de rinoceronte, está logrando que se respete la prohibición de venta y de tráfico de cuernos, según Traffic, organismo independiente de supervisión del comercio ilegal de animales.

"La actitud de la gente ha cambiado desde 1993, cuando la utilización del cuerno de rinocerontes en la medicina tradicional china fue prohibida. Ahora utilizan otras cosas, como los cuernos de búfalo", explica Luo Anan, portavoz de la organización.

"La demanda proviene ahora principalmente de Vietnam", precisó la vocera de Traffic.

El cuerno del rinoceronte es utilizado bajo forma de polvo por sus supuestas propiedades para aliviar la fiebre, mantener la potencia sexual a todas las edades y hasta para combatir el cáncer.

Y todo ello sin el menor fundamento científico, ya que este extraño apéndice nasal está compuesto exclusivamente de keratina, la misma materia de las uñas humanas.

"Aunque las incautaciones de cuernos de rinoceronte señalan que la ley empieza a aplicarse (en Vietnam), los mercados de la medicina tradicional prosperan allí más que en otros países asiáticos", notó Tom Milliken, director de Traffic.

Empujados por la codicia, los cazadores furtivos se han organizado, hallando cómplices en sitios estratégicos. En febrero pasado, cuatro guardias del famoso parque Kruger, en Sudáfrica, fueron arrestados.

Con un dispositivo GPS y un teléfono móvil es muy fácil localizar a los rinocerontes.

Tras ubicar a los animales, algunas pandillas operan en helicóptero, otras por vía terrestre. El rinoceronte es luego anestesiado, o simplemente se lo mata con un disparo de arma pesada. En unos minutos, le arrancan el cuerno con una sierra o un hacha.

Los animales que no mueren durante el ataque sucumben luego a sus heridas. Y si es hembra, sus pequeños mueren poco después, por falta de cuidados.

Para intentar frenar esa hecatombe, el gobierno sudafricano ha desplegado tropas en las zonas de fronteras.

El debate sobre la legalización de la venta de cuernos de rinoceronte vuelve con regularidad a primer plano.

Pero los especialistas coinciden en que la única medida verdaderamente eficaz a largo plazo para disuadir a los cazadores furtivos sería frenar la demanda de cuernos.

Ello implica un fortalecimiento de la represión en los países importadores, y requiere sobre todo la educación de los consumidores.


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