Los gobiernos europeos vieron el lunes la muerte del líder Kim Jong-Il como una oportunidad de cambio para Corea del Norte, a la que instaron a retomar las negociaciones sobre su programa nuclear, aunque dijeron seguir atentamente la evolución de la situación en el país.
Para el ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, el fallecimiento anunciado este lunes de Kim Jong-Il, quien dirigía con mano de hierro este hermético y pauperizado país asiático desde 1994, "puede marcar un punto de inflexión para Corea del Norte".
Su hijo Kim Jong-Un, que no ha cumplido todavía 30 años, fue designado para suceder al líder, de 69 años, que murió el sábado de un ataque al corazón.
"Esperamos que el nuevo liderazgo reconozca que la implicación en la comunidad internacional ofrece la mejor perspectiva para mejorar las vidas del pueblo norcoreano", dijo Hague en un comunicado difundido en Londres.
"Animamos a Corea del Norte a trabajar por la paz y la seguridad en la región y a dar los pasos necesarios para permitir la reanudación de las conversaciones a seis bandas sobre la desnuclearización de la Península Coreana", agregó el secretario del Foreign Office.
Estas discusiones entre China, las dos Coreas, Estados Unidos, Japón, y Rusia están estancadas desde diciembre de 2008. Pyongyang se retiró oficialmente de la mesa de negociación en abril de 2009, un mes antes de proceder a un segundo ensayo nuclear, después del realizado en 2006.
El ministro de Relaciones Exteriores francés, Alain Juppé, dijo por su parte que Francia se mantenía "vigilante" por las eventuales consecuencias de esta sucesión, pero esperaba que "el pueblo de Corea del Norte" pudiera recuperar un día la libertad".
En una rueda de prensa celebrada en Burdeos (suroeste de Francia), el jefe de la diplomacia gala dijo que no compartía la tristeza de China, uno de los pocos países que mantenía relaciones con Corea del Norte junto con Rusia y que envió sus "profundas condolencias" a Pyonyang.
"La muerte de un hombre nunca es motivo de alegría, pero el sufrimiento de un pueblo me entristece, esto es lo importante", dijo Juppé en una rueda de prensa en la ciudad francesa de Burdeos (suroeste).
Corea del Norte es "un régimen totalmente cerrado, uno de los últimos regímenes (comunistas) del planeta" y posee el arma nuclear, razón por la cual hay que seguir estando "vigilante", agregó.
En Berlín, un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores coincidió en que la desaparición de Kim Jong-Il constituye "una oportunidad para cambios en Corea del Norte".
"La existencia de dos Estados coreanos es una situación intolerable", dijo en una rueda de prensa extranjera.
"Esperamos que la situación en ese país mejore", declaró. "Quien asuma la dirección del país, sea quien sea (...) deberá comprometerse a mejorar la situación desesperada de la población, conducir a una apertura del país y aceptar libertades democráticas, combatir la pobreza y sobre todo detener el programa nuclear que debilita más que fortalece al país", dijo.
Polonia, miembro de la Comisión de Supervisión de las Naciones Neutrales (CSNN) que vigila desde 1953 el armisticio entre las dos Coreas, dijo esperar que esta muerte no suponga "una desestabilización o una amenaza para la seguridad regional", según un comunicado gubernamental.
La reacción fue mucho más prudente en Bruselas, donde en una línea similar a la adoptada por Estados Unidos, un portavoz de la jefa de la diplomacia continental Catherine Ashton, se limitó a decir que la Unión Europea seguía "con atención" la situación en Corea del Norte.
burs-ra/it
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