Al igual que muchos otros europeos, Afeida Ghaleb, de 33 años, no lamenta haber dejado Francia en julio para trabajar en Brasil, país motor de América Latina, que atrae cada vez más extranjeros en busca de oportunidades.
"Siento que escapé a la crisis en Europa. Tengo una doble cultura (franco-árabe) y tenía ganas de tener una experiencia internacional", dijo a la AFP la joven francesa que trabajó durante 10 años en una empresa agroalimentaria en los suburbios de París.
Contratada por Michelin en Rio de Janeiro con un contrato local, explicó que Brasil "es más abierto, no somos catalogados". "Francia, desgraciadamente, no valoriza la diversidad", estimó.
Séptima economía mundial, la economía del gigante sudamericano creció 7,5% en 2010 y aguarda este año un alza de 3,5%, superior al promedio mundial. Su tasa de desempleo cayó a 6% este año, la más baja desde 2002.
A diferencia de los europeos que llegan a este país en forma cada vez más numerosa y se enfrentan al problema de obtener un permiso de residencia, Afeida obtuvo con Michelin una visa de dos años, renovable.
Alejandro, un español de 33 años, llegó a Brasil en octubre pasado como turista. No corrió la misma suerte que Afeida y tiene pequeños trabajos, como disc-jockey o guía en las favelas.
"Con la crisis y el desempleo en España, necesitaba cambiar de aire, una ciudad con playa y sol. Hay que ir donde las cosas van mejor. Pero mi visa expira en un mes y medio", dijo a la AFP este madrileño. Si no consigue renovar su visa por otros tres meses, el máximo permitido para los turistas, se convertirá en un inmigrante "ilegal".
Como Afeida, Alejandro comparte un apartamento con un amigo en el barrio chic de Ipanema. Estos recién llegados se enfrentan a la explosión de precios en el país, impulsados por la buena salud de la economía y el hecho de que el país acogerá la Copa del Mundo de fútbol en 2014 y Rio los Juegos Olímpicos de 2016.
Según el ministerio de Justicia, la cantidad de extranjeros en situación regular aumentó en más de 50% de enero a junio, pasando de 962.000 a 1,5 millones. La cifra no deja de crecer y quienes llegan en mayor número a Brasil son los portugueses, que comparten la misma lengua.
De diciembre de 2009 a junio de 2011, los portugueses que se encuentran en Brasil legalmente crecieron de 277.000 a 329.000; los españoles de 58.500 a cerca de 81.000 y los franceses de 16.500 a 17.800.
Pero las autoridades estiman en más de 600.000 la cifra de inmigrantes ilegales, en alza constante. De este total, cerca de 40% son bolivianos, seguidos por los chinos, con 13%.
"En Europa, Brasil es considerado como una tierra de oportunidades", declaró a la AFP la directora de la Cámara española de Comercio de Sao Paulo, Nuria Pont.
Este aumento no se debe sólo a la crisis en Europa sino a la enorme demanda de Brasil, aseguró.
"Hay 40 millones de nuevos consumidores -casi el tamaño de España- que salieron de la pobreza, y el mercado brasileño no llega a satisfacer la demanda", explicó.
"Faltan ocho millones de profesionales calificados, como ingenieros, que las universidades brasileñas demorarán de cinco a seis años en formar", agregó.
El joven arquitecto español David Galipienzo, que implanta un proyecto inmobiliario en Rio, es testigo de esto. "Bajamos de (una oferta de) 800.000 viviendas por año a menos de 100.000. Aquí, la demanda no cesa de aumentar", dijo David.
El boom de la economía brasileña, con la creación de 2,5 millones de empleos en 2010, asociado a la crisis en los países ricos, está provocando el regreso de la legión de brasileños que emigraron en los años '90 a Estados Unidos, a Europa y a Japón.
De 2005 a 2011, la cifra de brasileños que viven en el extranjero cayó a la mitad, de cuatro a dos millones, según cifras oficiales.
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