sábado, 24 de septiembre de 2011

¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género

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Por Rafael Enriquez

El pasado lunes 12 de septiembre se presentó en la librería Cervantes de Rancagua el libro: ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género, compilación realizada por la escritora Pía Barros y el equipo de Editorial Asterión, reuniendo en solamente 115 páginas relatos con las más diversas formas de Violencia de Género. Compré el libro en esa ocasión ($3500), solamente para culturizarme, leer a estas cien autoras, entender un poco más el como y de que forma dejar de ser machista y violento en esta sociedad machista, violenta y tan poco abierta a las diferencias de sus integrantes.

Leyendo relato a relato, se puede formar una clara idea de lo que es violencia de género, o en definición de diccionario “la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo”, ahora también ampliada a los transgéneros, gays y lesbianas, quienes también son discriminados y violentados (as), por el simple hecho de ser diferentes. Aquí veo la necesidad de aclarar varias cosas: primero que todo está el respetar los derechos humanos (no voy a latear con describir cada derecho que se pasa a llevar con la violencia de género), otra cosa es la simple etimología de la palabra violencia “usar continuamente la fuerza”. Demás está decir que cuando faltan argumentos, muchos usan la fuerza como medio de vencer, o simplemente se olvidan del diálogo, del escuchar a los demás, de entender lo que es el convivir en este mundo.

¿Cómo reunir en un libro tanto dolor acumulado en varias generaciones, cómo limpiar las heridas por medio de la escritura, cómo no caer en el simplismo y dar un impacto serio?

Esas son preguntas que tienen que haber aparecido al realizar esta antología, pero que se convirtieron en respuestas muy claras, firmes, tanto así que las lecturas conmueven, no importa si las mujeres que escribieron estos relatos ficcionados publicaban por primera vez o ya tenían en su haber unos varios libros. Hay algunas que señalan la violencia de la pareja, dentro del matrimonio o la convivencia, ahí a muchos de nosotros los varones (no voy a hablar de hombres), nos enseñaron que la mujer era la sirvienta de la casa, y yo me pregunto, hasta cuándo vamos a seguir educando a nuestros hijos e hijas tan equivocadamente, generando tanto dolor en las nuevas generaciones.

Aparece una dirigente estudiantil y lo primero que se nos viene a la mente es que no debe ser tan buena para la política como los varones, después vienen las descalificaciones en el terreno sexual, personal, de su vestimenta. Hasta cuando vamos a seguir así, sin decir ¡Basta!, quiero bajarme de esta rueda y caminar el camino nuevo. Debo reconocer como persona, que este camino es difícil de comenzar, como varón debemos dejar muchos prejuicios de lado, un historial muy duro que viene de tantas generaciones y tantos errores que hemos cometido en el pasado.

En la literatura hay mucha discriminación, pero quisiera que este libro en especial llegara a más personas, para que al leerlo no solamente se identifiquen, sino que también se ayuden a corregir tantos errores históricos y personales. Desde hace mucho rato que se vienen dando señales de que el mundo debe girar distinto, lejos de esa forma sexista y cerrada que nos lleva a la violencia de género, sino que centrada en el ser humano, porque la vida es para aprender, lamentablemente a veces se aprende con errores, pero la vida puede ser mejor, más clara y limpia. Espero de verdad que el mensaje que me llegó a mi, le llegue a más personas, para que al final esa palabra, ese golpe y ese dolor y muerte no vuelvan nunca más, porque no solamente decimos nunca más, sino decimos ¡Basta!

Finalmente dejo para reflexionar las palabras de de la poeta y activista norteamericana June Jordan, quien publicó en el año 1980 el “Poema sobre mis derechos” y 31 años después sigue tan vigente. La traducción es de la poeta chilena Verónica Zondek, lanzada en una plaquette de Cuadro de Tiza Ediciones el año 2010:

“Incluso esta noche necesito caminar y despejar mi cabeza en relación a este poema sobre por qué no puedo salir sin cambiarme de ropa de zapatos ni la posición de mi cuerpo o la identidad de mi género mi edad mi estatus de mujer sola al atardecer/ sola en las calles/sola no siendo el caso/ el caso es que no puedo hacer lo que quiero con mi propio cuerpo porque soy del sexo equivocado de la edad equivocada de la piel equivocada y supón que no es aquí en la ciudad sino allá en la playa/ o en la profundidad del bosque y yo quisiera ir sola mí alma ahí a divagar sobre Dios/o los niños o a pensar sobre el mundo/todo eso revelado por las estrellas y el silencio…

…Mi nombre es mío mío mío y no puedo decirte quién cresta hizo las cosas así pero sí puedo decirte que de ahora en adelante mi resistencia mi autodeterminación simple y cotidiana y nocturna puede muy bien costarte la vida.”



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