Rodrigo Montoya Rojas
“Navegar Río Arriba”
En el curso de la presente semana se reunió en Arequipa la Trigésima Convención minera que agrupa a todos los empresarios mineros del país para tratar entre otros temas el de “Minería para el desarrollo”. En el foro Nacional alternativo, convocado por la Confederación Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería CONACAMI -en la misma ciudad, en menos días, y en condiciones adversas debido al miedo creado por el Diario 21, que anunciaba poco menos que una batalla en las calles de Tacna- se discutió el tema “Modelos de desarrollo extractivo y modelo de desarrollo de los pueblos para el Buen Vivir¨. Se trata de dos maneras distintas de ver la realidad y de dos opciones sobre lo que Perú necesita.
El uso y abuso de la palabra desarrollo plantea dos preguntas centrales: “¿de qué desarrollo se trata y quiénes son los beneficiarios de ese desarrollo? Al tratar de responderlas aparecen las sorpresas. La palabra desarrollo es un paraguas tan grande que quienes la usan se ven obligados a calificarla para tratar de diferenciarse de otras corrientes; por esa vía se han propuesto, por ejemplo, desarrollo humano, a escala humana, desde la base, con equidad, y sostenible. En todos esos casos se trata de una evolución progresiva de una economía y de una sociedad a mejores niveles de vida. En el fondo, el concepto de desarrollo se confunde con el desarrollo y crecimiento de la economía capitalista. Parece que todo se redujera a inversiones, ganancias y pérdidas. Dentro de ese razonamiento no hay espacio alguno para otra manera de pensar, sentir e imaginar el futuro del país. Tampoco se admite que las propuestas de cambio planteen menos ganancias y más impuestos.
Desde las canteras de los movimientos políticos indígenas, se propone ahora el “Allin kawsay”, que en quechua quiere decir Buen vivir como una alternativa al llamado desarrollo defendido por los empresarios, la clase política y el grueso de ONGs. En el fondo de esta propuesta se encuentra una tesis muy sencilla: por el camino actual de la economía sería imposible prometer que todas las familias peruanas tengan una casa, una refrigeradora, un auto y una lap top para cada uno de sus miembros y un salario promedio de dos mil dólares mensuales. Quienes disponen en Perú de estos privilegios representan menos 10 % de la población. En consecuencia, el llamado desarrollo, por más humano que parezca según las Naciones Unidas, sólo puede beneficiar a una minoría de la población.
Allin kawsa, vivir bien, quiere decir vivir en armonía con la naturaleza, sin depredarla ni liquidarla sino respetándola y aceptando que los seres humanos somos parte de ella y no un enemigo para dominarla y aplastarla. El buen vivir, excluye la necesidad de acumular riqueza en competencia de todos contra todos, que es hasta hoy el único camino admitido por el poder para alcanzar la felicidad. No se trata de “vivir mejor”, porque si así fuera, unos vivirían mejor y otros peor. En otras palabras, se trata de repensar por completo nuestros esquemas de cambio social, del llamado desarrollo, y admitir que la vía capitalista se está agotando, paso a paso. En vísperas de una crisis capitalista más profunda que la de 2008, bien vale la pena oír las propuestas indígenas que son las únicas que traen algo nuevo para el país, tomarlas en cuenta, discutirlas, mostrar sus vacíos, problemas y contradicciones. El próximo sábado, volveré el tema.
Diario La 1era. sábado 17 de set. 2011.
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