México, DF.- Tras divorciarse de su esposa, Angie podía ver a sus hijos los fines de semana. Les hablaba todos los días por teléfono y durante mucho tiempo fue a sus eventos de la escuela. Por entonces todavía conservaba su aspecto de hombre y sus hijos nada sabían acerca de su transexualidad.
Pero la situación cambió a partir de 2007, año en que empezó a vivir como mujer las 24 horas del día, debido a su trabajo como funcionaria pública, primero como asesora externa en el área de Asuntos Internacionales en el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y después como responsable del Programa de la Presidencia en materia de no discriminación por género, preferencia sexual e identidad de género, también en ese organismo.
Una vez tomado el cargo, tuvo que “salir del clóset”, pues no sólo se trataba de una gran oportunidad profesional que le permitiría hablar de derechos humanos, sino que era también una oportunidad para comenzar una vida como Angie, vivir como mujer día y noche, lo cual, al mismo tiempo, acarreaba el ineludible reto de hablar con sus hijos.
Así, la decisión fue tomada, un domingo hace tres años…
Como cada fin de semana el padre se reunió con sus hijos; el mayor tenía 12, la menor sólo 10. Con el corazón reventándole los huesos del pecho los miraba sonreír, consciente de que tal vez ellos, después de ese día, nunca lo volverían a mirar igual.
Pero el padre estaba decidido. Se armó de valor para dar la cara a la hazaña más grande de toda su vida. Desanudó las palabras que, atoradas, se rehusaban a salir de su garganta, tomó un hondo respiro y comenzó a decir:
-Niños, ustedes saben que hay chicos a los que les gustan las chicas y viceversa, pero a veces a un chico le puede gustar otro chico, y a una chica le puede gustar una chica… bueno, a esas personas se les llama homosexuales.
-Si papá- interrumpió el mayor con naturalidad -y también hay bisexuales, que son a los que les gustan de los dos-. Sin embargo, su padre no tardaría en sorprenderlo.
-Y también hay transexuales, que son… quienes nacemos con un cuerpo pero en realidad pensamos como el otro género, ¿y saben qué? Yo soy así. Hay algunas explicaciones al respecto, pero lo cierto es que yo siempre seré su papá, y aunque ustedes me conocen con este cuerpo de hombre, la realidad es que yo soy una mujer, y sé que esto no es fácil que lo entiendan, no los quiero presionar, no los quiero angustiar, y lo hablaremos todo el tiempo, toda la vida si ustedes quieren, pero yo soy una mujer.
Desde entonces el padre les fue hablando a sus hijos de que ella era una mujer, que vivía y trabajaba, que se llamaba Angie.
A pesar de que ellos nunca le han dicho algo sobre su condición transexual, ella dice estar segura de lo mucho que la quieren, aunque en los últimos meses su relación se ha restringido a mensajes por celular y correo electrónico.
“Ser su papá y ser Angie, -comienza a decir con voz entrecortada- es lo más maravilloso del mundo, me gustaría tratarlos, que vieran cómo vivo, pero no me voy a imponer, voy a esperar a que un día ellos me digan sí. Yo no aspiro a convencerlos, aspiro a poder tocar su mente y su corazón”.
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