viernes, 13 de mayo de 2011

La esperanza de África


«La mujer africana tiene que luchar por su autonomía financiera y emocional porque, aunque trabaja mucho, vive en una situación de marginación, al igual que los niños». Son palabras de Jacinthe Nkongolo Mbiya, delegada de la Fundación El Pájaro Azul en África, quien habló en León sobre la situación de las mujeres subsaharianas y, en particular, en la República Democrática del Congo donde dirige el primer proyecto de la institución asturleonesa.

Se trata de un centro de formación para mujeres en Kinshasa con un perfil muy heterogéneo. Tienen entre 18 y 47 años y viven situaciones muy diversas (enfermas de sida, viudas, maltratadas y jóvenes con estudios universitarios sin trabajo por no ceder a exigencias sexuales o víctimas de acoso).

La fundación quiere convertir este centro en «un modelo que se pueda trasladar a otros barrios y a otros países». Empezaron por compartir saberes, desde la elaboración de productos de limpieza, perfumes a conocimientos de medicina natural y contabilidad. Ahora su objetivo es formarse en biodiversidad, derechos de las personas y empezar algún proyecto con microcréditos.

Apenas un 20% de las mujeres de su país trabajan en puestos oficiales. «La mayoría, sobre todo en el mundo rural, se dedican a cultivar la tierra, a buscar el agua e incluso en las grandes ciudades a causa de la situación de precariedad viven en la periferia y cultivan y venden frutas y van a buscar leña para vender porque la mayoría de las cocinas son de carbón y leña», explica.

Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz por su contribución al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz, es uno de sus referentes. «Cuando lees su biografía te das cuenta de que ha sufrido mucho, pero ha conseguido cosas muy importantes para Kenia y los países limítrofes», señala Jacinthe Nkongolo Mbiya. «La esperanza de África descansa en la mujer. El liderazgo masculino está dominado por la agresividad, la ambición y el egoismo y nuestro país tiene todo para que la gente viva mejor», añade.

La República Democrática del Congo es uno de los países que ha sufrido una guerra económica, cuyo trasfondo es «el saqueo de las materias primas en complicidad con nuestras autoridades», subraya Jacinthe.

El expolio tiene consecuencias a largo plazo. «Es el caso de la madera. Si no hay repoblación sufriremos un problema de desertificación», añade.

La fundación El Pájaro Azul, que preside Inmaculada González-Carvajal, busca la solidaridad de los leoneses y leonesas para sacar adelante proyectos como el centro de formación de mujeres de Kinshasa.

En Asturias ya está consolidada a través de socios colaboradores y acciones de solidaridad destinadas a recaudar fondos en las que se han implicado artistas, deportistas e industriales.

«Apostamos por un compromiso vital que va más allá de la solidaridad; algo que firme que de entidad y sentido de vida a las personsa que se compremeten», señaló la tesorera, la leonesa Ángeles Fontanilla Vivas.

El proyecto del centro de formación de mujeres de Kinshasa cuenta con un presupuesto inicial de 12.000 euros. La fundación invita a conocer sus actividades a través de su web (http://www.elpajaroazul.org). «La unión hace la fuerza. Que cada uno se deje tocar por la situación de las mujeres en nuestro país y se haga solidario como lo sienta», concluye la responsable de la fundación en África.



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