La Discriminación Positiva [es], uno de los temas más controvertidos que se viene arrastrando en el congreso brasileño por casi toda la primera década del siglo XXI, fue excluida del Estatuto de Igualdad de Razas aprobado el pasado 16 de junio por el senado. La política, que implementaría un sistema de cupo temporario obligatorio para los afro-brasileños en universidades, trabajos y partidos políticos, fue rechazada junto con las medidas incentivas para que las compañías privadas adopten el sistema [pt].
Según grupos a favor de la discriminación positiva, la decisión de excluir la política desatiende los procesos históricos que condujeron al estado de desigualdad social y racial existente en Brasil hoy. En la otra cara de la moneda están los oponentes de la discriminación positiva que hablan de discriminación inversa e incitación a las tensiones raciales.
El día antes de la votación en el congreso, el blog No Race [pt], que se presenta a sí mismo como anti-racista y en contra de las políticas raciales públicas, publicó la justificación del Senador Demóstenes Torres de su oposición a la discriminación positiva. El Senador, un miembro del DEM [pt] (partido Demócrata) un partido opositor al PT [es] del Presidente Lula, explica que la raza no existe y justifica por qué quitó del texto - pero no del título “Estatuto de Igualdad de Razas” - los términos “raza”, “racial” y “etno-racial”.
El genoma humano está compuesto de 20 mil genes. Las diferencias más aparentes (color de pelo, textura de los cabellos, forma de la nariz) son determinadas por un conjunto de genes insignificantemente pequeño si se compara con todos los genes humanos.
Tales opiniones no tienen en cuenta los procesos políticos e históricos que una vez usaron la raza y el racismo científico como argumento para la explotación y colonización [ing]. De hecho, sucede que el problema tiene más de 7 años y es más grande que el congreso. El blog Controvérsia [pt] cuenta una historia alternativa al final feliz que la abolición a menudo representa en las mentes de los brasileños y describe cómo la lucha afro-brasileña por la integración y las guerras de reparación fueron mucho más fuertes que lo que se piensa generalmente.
El final del siglo XIX y el inicio del XX estuvieron marcados por una batalla por la memoria de las luchas populares abolicionistas y por las demandas de integración y ciudadanía. En varias regiones del país surgieron asociaciones, entidades y clubes formados por esclavos liberados y por la población negra en general, pertenecientes tanto a los sectores literarios así como a los medios operarios y recreativos. El principal reclamo organizativo era reunirse para tratar los asuntos de interés de los “hombres de color” o de las “clases de color”. En esa época, surgió un volcabulario político propio de los negros, por medio del cual evaluaban su integración en la sociedad, sus demandas, sus comportamientos, sus estrategias, sus formas de actuar y sus denuncias y protestas contra el orden social vigente.
En el Blog da Preta, Jaqueline Lima Santos [pt] también expresa su enojo por el abandono de la responsabilidad histórica de responder a los viejos reclamos de los brasileños negros:
El acuerdo que posibilitó la aprobación del Estatuto (y que será usado como bandera en el proceso electoral tanto por el PT como por el DEM), simplemente enterró las reivindicaciones históricas del pueblo negro, una vez que el texto aprobado excluyó las cuotas para negros en las universidades, en los partidos y en los servicios públicos; excluyó la garantía del derecho a la titularidad de las tierras quilombolas; excluyó la defensa y el derecho a la libertad de práctica religiosa de matriz africana y no hizo referencia a la necesidad de atención del Estado al genocidio cometido por la policía que victimiza a la juventud negra.
Según el Movimiento Cisne Negro [pt], la negativa del gobierno a conceder el derecho de tierra disputada al pueblo de Quilombola es mitigado por el reconocimiento del estado de que las comunidades de Quilombola deben tener un trato diferencial por parte del poder público. Para ellos hay puntos positivos en el Estatuto que deben ser defendidos; entre ellos, la implementación de la historia negra en la educación inicial y el reconocimiento de la contribución de los brasileños negros.
El primer mérito del Estatuto de Igualdad de Razas es derribar definitivamente el mito de la democracia racial en las instituciones brasileñas e iniciar su construcción en la práctica. A través de ella, el Estado reconoce que la desigualdad social pesa negativamente sobre la población negra, reconoce que el racismo es un elemento constructor de desigualdades y reconoce la necesidad de implantar políticas públicas para superar las desigualdades sociales, educacionales, económicas en el seno del pueblo brasileño. En un país que siempre negó sus imperfecciones, se rehusó a cambiar, naturalizó el abismo social que separa a pobres y ricos, negros y blancos, una ley que establece el rescate de los derechos demuestra una gran evolución civilizadora.
Otros, que se auto-posicionaron en contra de la discriminación positiva, creen que el problema está siendo basado en criterios raciales, en vez de condiciones sociales. Es el caso de Vandeler Ferreira [pt], blogger y abogado de Río de Janeiro:
Perdónenme aquellos que defienden las denominadas “políticas afirmativas” por cuestiones raciales que -a mi forma de ver- nada tienen de afirmativas; precisamente porque hiere el trato igualitario previsto en la constitución. Repito, los cupos en las universidades públicas deberían ser dados según la condición social en beneficio de los menos privilegiados. Además, lo que tenemos que buscar es el acceso a la educación, en cualquier nivel, incluso post-universitaria, para todos, sin excepción, de forma gratuita y universal. Por la enorme carga tributaria brasileña, sería lo mínimo de devolución del Estado para la ciudadanía.
El Estatuto sin los puntos reclamados aún tiene que ser aprobado por el Presidente Lula. Pero aunque sea sancionado, los movimientos afro-brasileños prometen continuar su lucha ahora que, finalmente, las quejas históricas han sido reconocidas oficialmente.
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