Escrito por World Rainforest Movement/ Barómetro internacional
Cada cuatro años, millones de personas del mundo entero se vuelven repentinamente fanáticas del fútbol. Muchos de nosotros sabemos que el organizador del mundial – la FIFA - es una enorme y corrupta máquina de hacer dinero. También sabemos que el fútbol es un gran negocio para muchas y muy destructivas empresas transnacionales. Incluso sabemos que, en muchos casos, los jugadores de fútbol no son más que gladiadores modernos, vendidos como mercancía humana en el mercado de la FIFA.
A pesar de esto, la magia del fútbol nos mantiene pegados al televisor. A la belleza del juego y al arte desplegado por algunos jugadores se agrega una cualidad poco frecuente en el mundo de hoy: la igualdad. Sin importar el poder político y económico del país que representan, 11 jóvenes compiten en igualdad de condiciones con otros 11 jóvenes. Dentro de los equipos, la colaboración entre los jugadores y con el técnico es esencial. Las reglas del juego son las mismas para ambos equipos y los árbitros son habitualmente neutrales en su aplicación.
Por primera vez en la historia, la Copa del Mundo se lleva a cabo en África, lo cual es una buena oportunidad para comparar el fútbol con la realidad de este continente.
Hablar de igualdad en las relaciones entre África y los poderes económicos del mundo es un mal chiste. Las reglas son impuestas por el árbitro (el Sr. Banco Mundial, el Sr. FMI, el Sr. OMC y otros señores) para ayudar a los jugadores empresariales a ganar el partido. Los técnicos africanos –los gobiernos– han sido sobornados por los oponentes, de modo que la colaboración dentro de los equipos se vuelve imposible. En el campo contrario, los directores empresariales –los gobiernos del Norte– imponen cambios en las reglas cada vez que sus equipos lo necesitan. El juego limpio no existe. El resultado del partido se conoce con mucha anticipación: las empresas transnacionales vencen fácilmente a África.
Contrariamente a lo que sucede en el fútbol, donde los perdedores simplemente se sienten mal por un tiempo, el escenario Empresas-África está lleno de verdadero sufrimiento humano: hambre, muerte, violencia, desposesión, desamparo, destrucción ambiental. Las riquezas del continente –bosques, minerales, petróleo– enriquecen a los ya adinerados mientras empujan a los africanos hacia la pobreza absoluta. El “juego” no es para nada un juego: es una tragedia.
Sin embargo, poco o nada de esto es informado por los miles de periodistas presentes en Sudáfrica para cubrir la Copa del Mundo. Tanto el país anfitrión como el resto del continente parecen estar llenos de gente feliz, vestida con ropa colorida y tocando la “vuvuzela´”, preocupada solamente por el triunfo o el fracaso de su equipo en el hermoso juego.
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