viernes, 13 de noviembre de 2009

"Los avances de los derechos de las mujeres se han hecho a trompicones"


Sostienen que las mujeres han sido las grandes olvidadas de la historia, y con esta recopilación de testimonios y artículos pretenden hacerle justicia. Carmen Martínez (presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear) y Purificación Gutiérrez (secretaria general de la misma organización), dos de las editoras de El movimiento feminista en España en los años 70, presentaron ayer la publicación.

¿El título sugiere que hubo un movimiento organizado y estructurado en los 70?

PG: Sí, pero el libro es sólo una aportación de gente principalmente de Madrid; no habla de la historia del movimiento, porque se dio en toda España.

CM: Los primero artículos del libro revisan los periódicos de entonces y describen una enorme cantidad de encuentros, actos, discusiones y debates de mujeres. La Transición es uno de los fenómenos mejor estudiados del mundo porque salió bien, pero los libros de historia no recogen la reivindicación de modernidad de las mujeres.

¿Y a qué se debe el silenciamiento sobre el papel de las mujeres en la bibliografía oficial?

CM: Siempre se da. Historiadores de mucha enjundia analizaron los grupos católicos de base, el movimiento sindical, vecinal..., pero no el movimiento de mujeres. Ángeles Caso escribió Las mujeres olvidadas, donde cuenta cómo desde la literatura, y otras facetas como la arquitectura, las mujeres nunca han entrado en los libros del pensamiento. Pensábamos que las mujeres de nuestra generación no tenían modelos de mujer porque se los llevó la historia, y luego hemos ido conociendo a figuras como Victoria Kent, una directora de prisiones; a la educadora María de Maeztu; a Clara Campoamor, que luchó por el voto de la mujer... Pensamos que es importante que nuestras hijas tengan a esas abuelas, esas formas de ver el mundo, porque hicieron mucho por la modernidad del país.

¿Y cómo era el día a día de una activista feminista?

PG: Eran todas mujeres con trabajos profesionales de distinta naturaleza. Decimos que lo personal es político, pero los testimonios del libro no están contando tanto su vida como su época, en la que contribuyeron a ese momento que es tan importante en la historia de España, porque se produce un cambio de régimen político y de sociedad. Pasamos del oscurantimo de la dicatura a un momento de gran esperanza. Teníamos unas expectativas de futuro que probablemente no se vuelvan a repetir nunca.

¿Qué dolía más, la represión franquista o el escaso apoyo de la izquierda?

PG: La represión franquista pesaba mucho. No podía haber igualdad sin democracia, pero a la vez no había una verdadera democracia sin igualdad.

¿Cuáles eran sus principales reivindicaciones?

CM: Era un movimiento muy diverso. Había mujeres que venían de las asociaciones de amas de casa, de sindicatos, de grupos cristianos de base... Pero siendo tan diferentes, hubo un momento en el que la agenda reivindicativa fue la suma de todo ello: el resumen es la modernidad, el desarrollo.

PG: En los 70 se pedían cosas que ahora parecen normales, como ir a la universidad, la despenalización de los anticonceptivos... También que las mujeres pudieran tener otra personalidad jurdídica, porque en el franquismo a las mujeres se les homologa con los niños y los minusválidos en la capacidad jurídica.

¿Los principales obstáculos a los que se enfrentaban?

PG: Los primeros obstáculos que se salvaron fueron los legales; la Constitución del 78 establece el principio de igualdad y se derogan las leyes discriminatorias.

CM: Antes, las leyes decían que la mujer necesitaba el permiso de su marido para pedir una cuenta en el banco o para trabajar fuera de casa. También se penalizaba de manera diferente el adulterio femenino que el masculino. Los obstáculos legales son los más fáciles de salvar, pero conseguir la igualdad real es otra cosa. Los cambios culturales y de valores son un camino abierto pero no cerrado. Las transformaciones culturales profundas necesitan más de una generación, eso si no se estancan o retroceden. Los avances de los derechos de las mujeres se han hecho a trompicones: lo logrado en la II Guerra Mundial se perdió cuando se normalizó la situación. En mi familia éramos siete hermanos, mi padre era como el Rey Sol y los demás girábamos como satélites alrededor. En la universidad estudiamos muchas mujeres, y por ejemplo yo no quería tener tantos hijos porque quería estudiar Medicina.

¿Qué sensación les queda, tres décadas después?

PG: Ambigua. A veces vemos lo que se ha hecho y a veces vemos lo que falta.

CM: Me alegra haber nacido en mi época, no me cambiaría por mi madre ni por mis abuelas. Esto no es fácil, pero es la libertad.

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