domingo, 17 de mayo de 2009

Wole Soynka: El dolor de África


Wole Soyinka, el primer Nobel de Literatura africano, lamenta que su continente haya pasado de una tiranía extranjera, el colonialismo, a las dictaduras locales


Wole Soyinka (Abeokuta, Nigeria, 1934) fue el primer africano y el primer hombre negro en recibir el Premio Nobel de Literatura. Poeta y dramaturgo, a finales de los sesenta fue encarcelado por pedir un alto el fuego en la guerra civil que entonces asolaba su país. De aquella época datan sus 'Poemas de la prisión', algunos de los cuales leyó anoche en la Huerta de San Vicente, en el marco del Festival Internacional de Poesía.

En una charla con periodistas a mediodía, Soyinka reconoció que, cuarenta años después de su encarcelamiento, no podría tocar una coma de su poemario. «Mi país no es diferente ahora. África no se ha librado de los problemas que tenía entonces. y yo no cambié en prisión: si acaso mis convicciones se vieron reforzadas».

El autor de 'La danza del bosque', buen conocedor de España, Granada y la Alhambra, reconoció que algunos cambios son más aparentes que reales: «África ha pasado del colonialismo a la dictadura, es decir, de un tipo de tiranía a otro: ahora luchamos contra déspotas que no vienen impuestos desde fuera sino que han nacido en África».

Aunque ya no vive en el exilio, el poeta y dramaturgo, que estudió en Inglaterra, pasa largas temporadas en Europa y Estados Unidos. «Ahora hay un dictador que quiere tener entre sus méritos el de disparar a un Premio Nobel de Literatura, pero no le voy a dar ese placer», bromeó.

El galardón de la Academia Sueca, que recibió en 1986, no cambió tanto su vida, pero quizá sí la percepción que los demás tienen de su persona. «Algunos alumnos en Estados Unidos me contaron que habían pedido a sus universidades que organizaran cursos sobre literatura africana, citando mi nombre y el de otros escritores, y los profesores les miraban como si estuvieran locos y les advertían que lo que nosotros hacíamos no era literatura sino antropología -recordó-. Los alumnos me describieron la cara que se les quedó a esos profesores cuando yo gané el Nobel».

Comprometido

Ser el primer africano que ha merecido ese honor lleva implícita, para ciertas personas, una responsabilidad especial. «He tratado de seguir haciendo mi trabajo. Siempre me he sentido comprometido con los problemas sociales y políticos de África y con el premio se ha reforzado ese compromiso -admitió-. Mucha gente quiere un pedazo de mí, pero hasta ahora no he podido multiplicarme». El galardón también sirvió para que otros escritores africanos se tomaran más en serio su propio trabajo.

A Soyinka, en cuyos textos siempre hay denuncia social y política, le interesa «cualquier cosa que tenga que ver con la condición humana, excepto de la ciencia ficción, que por otro lado puede ser una vía de escape maravillosa».

El autor del libro autobiográfico 'Aké' cree que en África la elección del idioma para escribir es «una cuestión puramente académica» que «no afecta a la literatura». «En cada país conviven varias naciones con lenguas diferentes y si quieres llegar al máximo de lectores posible tienes que elegir la lengua común, que es la colonial -resaltó-. La lengua colonial esta en los juzgados y en la mayoría de los periódicos nacionales, pero hay quien elige la lengua indígena. Eso les da trabajo a los traductores».

A su juicio, la actual crisis es producto de los errores de los expertos en economía y ha demostrado que la globalización es una construcción frágil, cuyos efectos llegan a los países más pobres.

Soyinka considera que la literatura no es la solución a los problemas de África -«no a corto plazo»-, que pasa por «una combinación de esfuerzos». «Lo único que los escritores podemos hacer es movilizar a la gente y recordar a los políticos su responsabilidad -subrayó-. Los escritores muchas veces piensan que su lucha es inútil, pero siguen denunciando injusticias y a veces pagan un precio muy alto por ello».

También opinó sobre la receta del Papa -no al preservativo, sí a la castidad- contra uno de los peores males de África, el sida: «En todas partes hay líderes ridículos».

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