La clara victoria de los Gandhi abre la vía para afrontar las grandes reformas
India inició ayer, tras la clara victoria del Partido del Congreso que preside Sonia Gandhi, una nueva andadura en la que el equilibrio entre el desarrollo y el crecimiento económico será la prioridad. Para la pujante clase media que ha impulsado el despegue de la nueva potencia emergente de Asia, los resultados electorales exigen más reformas y apertura económica. Para el 70% de los 1.100 millones de habitantes que permanecen apartados de la riqueza, ha llegado el momento de convertir el crecimiento en desarrollo para los más pobres.
Rahul Gandhi, que ha vuelto a entronizar a la dinastía Nehru-Gandhi en el centro de la política india, insistió en que el triunfo debe ser una oportunidad para reestructurar el progreso económico de manera que esté mejor repartido. Una buena parte de la clase media también es favorable a la búsqueda de un modelo que permita un desarrollo sostenido.
Para los miles de analistas, que desde el sábado inundan el enjambre de periódicos y canales de televisión de India, el nuevo Gobierno tendrá las manos libres para llevar a cabo la política económica que le vetaron los antiguos aliados comunistas, ahora casi desaparecidos del abanico político nacional. La privatización de empresas públicas será uno de los primeros pasos, para hacer frente al déficit -el 10% del PIB- desatado por las medidas sociales adoptadas para superar la crisis.
Miembros del partido fundamentalista hindú BJP, que a duras penas han encajado su derrota (157 escaños, incluidos los de sus socios de la Alianza Democrática Nacional), señalan que si el Congreso ha ganado las elecciones (262 diputados junto con los demás de la Alianza Progresista Unida), se debe a los billones de rupias que ha repartido entre la población rural con el programa de empleo por un máximo de 100 días al año puesto en marcha en 2007 y del que se han beneficiado unos 44 millones de familias.
Además, en 2008, decidió "con vista a las elecciones", según el BJP, borrar las deudas de los campesinos pobres, medida a la que se han acogido unos 35 millones de ellos y que ha supuesto al erario público unos 10.000 millones de euros. Las deudas habían desatado una oleada de más de tres suicidios diarios entre el campesinado.
En las grandes urbes indias donde conviven el lujo de los centros comerciales y la miseria de millones de marginados, que subsisten en chabolas o duermen en las calles, no se percibe la crisis global. La campaña electoral y el mes de elecciones trajeron una lluvia de rupias que, según los expertos, supondrá un incremento de medio punto en el PIB nacional durante dos trimestres.
Todos los sectores se han beneficiado: el transporte, con los movimientos de los candidatos; las nuevas tecnologías, con el envío de SMS a los 400 millones de móviles; la restauración, con banquetes para atraer a los votantes; la publicidad y los cientos de miles de jóvenes sin trabajo que por unos dos euros diarios colocaron banderines o colaboraron en la preparación de los mítines. Para ellos el trabajo se acabó y el impacto de la crisis que ha desplomado las exportaciones -en marzo fueron un 33% inferiores a las del año anterior- se percibirá con toda su crueldad.
Los medios económicos destacan que un millón de personas ha perdido el empleo en la industria textil y en la talla de brillantes y piedras preciosas, así como en la del software, la estrella del avance indio. Precisamente entre los ingenieros que pierden su trabajo es donde se está dando el índice más alto de suicidios, el último el de Sheila Aggarwal, de 25 años, que se ahorcó el viernes pasado en Gurgaon, una ciudad satélite surgida a una treintena de kilómetros de Nueva Delhi que alberga parques tecnológicos, comerciales y residenciales, y es el símbolo de la modernidad de la capital.
El primer ministro Manmohan Singh, arquitecto de la apertura india a la economía de mercado en 1991 cuando era ministro de Finanzas, tendrá que acelerar las reformas para atraer la inversión extranjera necesaria para su ambicioso plan de infraestructuras, con el que pretende crear empleo y apoyar a la industria. El Congreso tiene claro que si no hay crecimiento no puede haber desarrollo, e India sufre un gravísimo déficit de infraestructuras.
Los 543 diputados electos, más dos anglo-parlantes designados por la presidenta de India, Pratibha Patil, ocuparán sus escaños en la Lok Sabha (Cámara del Pueblo) el 28 de mayo y después Singh formará su Gabinete, en el que Rahul Gandhi tendrá una de las carteras de peso.
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