El exministro de Energía y Minas Alberto Acosta asegura que con crédito de China o no, la Refinería del Pacífico se ha convertido en un verdadero “cuento chino”.
El Diario (ED): Han pasado
seis años y medio desde que se colocó la primera piedra de la Refinería
del Pacífico, pero aún no se resuelven temas básicos como el
financiamiento, o de dónde llegará el crudo para procesarse.
¿Por qué cree usted que no se ha avanzado mucho?
Alberto Acosta (AA): Sin duda alguna, el proyecto fue mal planteado y su ejecución ha sido muy deficiente.
En la Agenda Energética que entregué al presidente cuando concluí
mi función como ministro de Energía y Minas, en junio del 2007, está
considerado este proyecto como estratégico. En realidad es una propuesta
anterior a este Gobierno. Yo mismo, en mayo del 2006, insistía en la
necesidad de esta refinería.
Difiero, eso sí, en el lugar escogido. Me incliné desde el
principio por la zona de Jaramijó, en donde hay una gran base naval y
donde se producirían menos impactos socioambientales.
ED: El ministro coordinador de la Producción, Empleo y
Competitividad, Richard Espinosa, ha dicho que este año no está
establecido conseguir recursos en China para el proyecto, debido a que
el precio del petróleo ha caído, pero que el tema está en carpeta para
el 2016. ¿Esto qué significa?
AA: Esto ratifica que el proyecto no estuvo bien definido. Faltó desde el inicio claridad de cómo llevarlo adelante.
Se debía asegurar el suministro de crudo venezolano y como proponía
en dicha agenda se debía buscar una alianza estratégica con empresas
petroleras estatales de países vecinos, que podrían estar interesadas en
esta obra, inclusive para recibir derivados de petróleo y productos
petroquímicos.
Asegurado el suministro de ese petróleo se podía, lo había señalado
con anterioridad, dejar de ampliar la frontera petrolera en la Amazonía
ecuatoriana, que conlleva pasivos ambientales y sociales intolerables.
Contando con petróleo venezolano no sería necesario explotar el crudo
del ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini) en el Yasuní.
ED: ¿Cree usted que sí se irá a construir este proyecto, o ya es un objetivo “difícil de alcanzar”?
AA: Este es uno de los proyectos emblemáticos de
la ahora mal llamada Revolución Ciudadana y sigue en la lista de las
obras básicas para la transformación de la matriz productiva propuesta
por el presidente Correa. Disponer de amplios recursos económicos, como
ningún otro gobierno en la historia republicana, tener conciencia de la
necesidad de este proyecto más allá de la transformación de la matriz
productiva propuesta, y no poder ponerlo en marcha, demuestra la
incapacidad de gestión del Gobierno.
ED: Si no se construye esta obra. ¿Cree usted que las
tuberías ya colocadas para trasladar el agua desde La Esperanza podrían o
deberían ser utilizadas para dotar de agua para potabilizar en los
cantones o para riego?
AA: Sería lo mínimo que se puede hacer. Sería una
vergüenza adicional que no se aprovechen para nada esos materiales y que
la obra sea una suerte de esqueleto de elefante blanco inútil.
ED: Ya se habla de que algunas obras preliminares están
listas. ¿Se corre el riesgo que éstas se destruyan o qué se puede hacer
para que no se afecten?
AA: Esta es una pregunta técnica que no podría
responderla. Sin embargo, hay que considerar que cualquier construcción
que no avanza o se suspende tiene un deterioro obvio. Sería
indispensable una auditoría ciudadana para conocer el estado de la obra y
los problemas que han impedido su cristalización.
Sería conveniente, por ejemplo, saber por qué se contrataron “a
dedo” algunas de estas obras con Odebrecht, empresa transnacional
brasileña, que antes había sido expulsada por el presidente Correa
debido a notorios incumplimientos en la construcción de una represa a su
cargo; cuando dichas obras para la Refinería del Pacífico bien podían
ser ejecutadas por empresas constructoras ecuatorianas.
ED: ¿El precio del petróleo permitiría que este proyecto se
concrete? ¿Se debe insistir en socios como China, Venezuela o ya se
debe pensar en otros créditos directos?
AA: En este punto habría que replantearse cómo
continuar. Recordemos que la baja del precio del petróleo afecta
enormemente, vemos lo que está sucediendo en Venezuela actualmente y yo
dudo que China tenga la misma voluntad de hace poco más de un año.
ED: Analistas han criticado que las autoridades sigan
analizando los impactos económicos, comerciales y socio-ambientales del
proyecto, luego de que se ha avanzado en obras civiles donde se ha
invertido dinero. ¿Esto, acaso, suena como que primero me puse los
zapatos y luego las medias? ¿Qué hacer para salvar este proyecto? o
¿Ecuador ya no debe insistir con esto?
AA: Sigo convencido de la necesidad de este
proyecto que radica en la posibilidad de reducir las costosas
importaciones de derivados de petróleo, algo inaguantable en un país que
exporta petróleo. Pero para llevar adelante este proyecto es
indispensable tener una visión estratégica para su ejecución y
funcionamiento.
ED: ¿Debería haber reajustes en el presupuesto?
AA: Eso dependerá del replanteamiento integral del
proyecto, incluso tomando en cuenta el precio del petróleo, porque el
panorama cambia, los ingresos que recibe el Estado son menores, pero
también se vuelven menos interesantes los proyectos petroleros. Incluso
la explotación del ITT puede fracasar, ese crudo era rentable con altos
precios; anoto, al margen, que estando en juego la vida de seres humanos
en el Yasuní los conocidos como pueblos no contactados,
independientemente de la cotización del petróleo, no se justifica la
extracción de petróleo en esa región: la vida humana no tiene precio.
En fin, por lo pronto, lamentablemente, con crédito de China o no,
la Refinería del Pacífico se ha convertido en un verdadero cuento chino.
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