Seguimos organizando, movilizando y construyendo alternativas para remediar la crisis climática y defender la Madre Tierra.
Nosotras
y nosotros de La Vía Campesina, pueblos indígenas, campesinas y
campesinos, jóvenes, migrantes, trabajadores rurales, jornaleras y
jornaleros agrícolas, pescadores, artesanos, así como compañeras y
compañeros que luchan por trasformaciones sociales profundas, nos
hacemos presentes en Lima, en el marco de la COP 20, para manifestar que
seguimos alimentando a los pueblos, organizando, movilizando, luchando y
construyendo alternativas para enfriar el planeta y para proteger la
naturaleza y la madre tierra no solamente en beneficio de nosotras y
nosotros, sino en beneficio de todas y todos los que compartimos este
mundo Tierra.
Hace
poco, la sociedad civil fue testigo de cómo los pueblos seguimos
defendiéndonos y rechazando las falsedades del capital y sus
instituciones que dicen tomarnos en cuenta. Siendo 2014 el Año
Internacional de la Agricultura Familiar, el Banco Mundial y sus aliados
en la ONU quisieron vender al mundo la mal llamada “Agricultura
Climáticamente Inteligente” como un nuevo producto que frenará para
siempre la crisis climática. Sin embargo, en las calles de Nueva York y
dentro de la misma Cumbre Sobre el Clima, desenmascaramos esta falacia e
informamos a la opinión pública por lo que realmente es: más
agricultura industrial, más financiamiento del Banco Mundial y otros
instrumentos del capital para unos pocos, más contaminación y saqueo de
los recursos naturales, más explotación de tierras, de territorios, de
pueblos y de trabajadoras y trabajadores. Sobre todo, es la misma
propuesta de la economía verde con menos justicia y menos ecología.
En
los Estados Unidos, de Sandy (2012) y de Katrina (2005) – donde los
pobres son quienes más sufren la intensificación de cada huracán,
inundación, sequía e incendio – unimos nuestra voz campesina, negra,
indígena, migrante, pescadora, de mujeres y jóvenes organizados, a las
mayores protestas callejeras en la historia del cambio climático.
Exigimos, una vez más, ¡Justicia Climática y Ambiental, YA!
Antes de Nueva York, estuvimos en Venezuela para la Reuniones del PreCOP Social. Allí, aportamos a la Declaración de Margarita
para luego ser entregado a representantes de unos 40 países aliados,
entre ellos, de la Alternativa Bolivariana para las América (ALBA). Los
países consecuentes llevarán este mensaje a la Conferencia de las Partes
(COP 20) en Lima, Perú, acompañados en las calles por nuestras
organizaciones peruanas y sus aliados locales, nacionales, regionales e
internacionales.
Y estamos movilizados en las calles de Lima, levantando nuestra voz, como en años anteriores estuvimos en Río (2012), en Durban (2011) y en Cancún
(2010), para celebrar la Cumbre de los Pueblos Indígenas y Campesinos y
además exigir que como parte del debate para preparar un borrador del
primer acuerdo vinculante desde Kioto, que será firmado en diciembre del
2015 durante el COP21 en Paris, Francia, los estados participantes
cumplan los compromisos y promesas de reducir las emisiones de gas
carbono y disminuir el calentamiento global a 2 grados tal y como lo han
recomendado los científicos para evitar una debacle climática de
proporciones seriamente catastróficas.
Cumbres
vienen y cumbres van, cada uno con su peso e importancia histórica y
nosotros en La Vía Campesina seguimos y seguiremos construyendo la base
social necesaria para lograr nuestra demanda principal – la soberanía
alimentaria, el reconocimiento y la protección de nuestros pueblos,
nuestras tierras y nuestros territorios y el cese de todo intento de
privatizar los bienes comunes de la humanidad. Así mismo, llamamos la
atención a la cuestión de la creciente migración forzada e involuntaria
como resultado de la crisis climática. Si algo simboliza con toda su
crudeza la tragedia humana producida por la crisis climática, son los 50
millones de seres humanos que hoy se mueven entre los países que los ha
expulsado y los países que los rechazan.
Presentes en Perú, reafirmamos que:
·
La economía verde no busca detener el cambio climático ni el deterioro
ambiental, sino generalizar el principio que quien tiene dinero puede
seguir contaminando. Hasta el momento han utilizado la farsa de la
compra de bonos de carbono para poder seguir emitiendo gases
invernadero. Hoy están inventando los bonos de biodiversidad. Es decir,
las empresas podrán seguir destruyendo bosques y ecosistemas, siempre y
cuando le paguen a alguien para que supuestamente conserve la
biodiversidad en algún otro lado. Mañana posiblemente inventen los bonos
de agua, de paisaje, de aire puro.
·
Los sistemas de pago por servicios ambientales se están utilizando para
quitarle sus tierras y territorios a los pueblos indígenas y
campesinos. El mecanismo que están impulsando con más fuerza gobiernos y
empresas es el sistema REDD y REDD plus. Dicen que es un sistema para
reducir las emisiones de gases invernadero producto de la deforestación y
degradación de los bosques, pero se está utilizando para imponer, por
un pago irrisorio, planes de manejo que les niegan a familias y
comunidades rurales el acceso a sus propias tierras, bosques y fuentes
de agua. Además, garantizan el acceso irrestricto de las empresas a las
áreas de bosque colectivo, potencializando la biopiratería. También
imponen contratos que amarran a las comunidades a esos planes de manejo
por 20 años o más y que dejan las tierras indígenas y campesinas como
prenda hipotecaria, lo que crea la posibilidad cierta de que esas
comunidades pierdan sus tierras. El objetivo de los servicios
ambientales es tomar control de los espacios naturales de reserva y
seguirse apoderando de más.
·
Otra iniciativa de la economía verde es convertir a las plantas, las
algas y a todos los restos orgánicos (rastrojos, estiércol, etc.) en
fuente de energía para sustituir el petróleo; es lo que llaman “uso de
la biomasa”. Con los agrocombustibles, esto ha significado que millones
de hectáreas que debieran estar cubiertas de bosques o produciendo
alimentos hoy se utilizan para alimentar máquinas. Si efectivamente se
generaliza el uso energético de la biomasa, veremos que la vida en el
mar se reduce aún más porque una parte importante de especies marinas se
quedará sin alimento, que nuestros suelos no recuperarán la materia
orgánica que es imprescindible para conservar la fertilidad y protegerse
contra la erosión y la sequedad, y que será imposible alimentar a
nuestros animales porque los alimentos se harán cada vez más escasos y
caros. También se agravará la escasez de agua, ya sea por el cultivo de
agrocombustibles, ya sea porque nuestros suelos no tendrán capacidad
para absorber y retener agua al faltarles la materia orgánica.
·
Después nos hablan de “agricultura climáticamente inteligente”, que
sólo busca que aceptemos una nueva Revolución Verde – con transgénicos
incluidos – y que en vez de exigir apoyo efectivo para defendernos de
los efectos del cambio climático, aceptemos pagos irrisorios que
funcionarán igual que REDD. También buscan imponernos sistemas altamente
dependientes de grandes cantidades de agrotóxicos, como la siembra
directa a base de pulverizaciones aéreas de Round Up, los que pasan a
ser llamados “agricultura baja en carbono.” Es decir, nos obligarán a
hacer un cierto tipo de agricultura y podremos perder el control sobre
nuestros territorios, nuestros ecosistemas y nuestra agua.
·
Uno de los aspectos más perversos de las falsas soluciones que se
impulsan en las negociaciones internacionales es la de restringir el
acceso y uso del agua de riego. Usando como pretexto el hecho que el
agua de riego es escasa, proponen que el agua se concentre en “cultivos
de alto valor”; es decir que se rieguen los cultivos de exportación, los
agrocombustibles y otros cultivos industriales y que se deje de regar
los cultivos para la propia alimentación
·
El impulso de soluciones tecnológicas que no son solución alguna es
parte también de la agenda de las discusiones en Río. Entre las más
peligrosas están la geoingeniería y la aceptación de los cultivos
transgénicos. Hasta el momento, ninguna de las soluciones propuestas por
la geoingeniería ha demostrado tener capacidad real de solucionar los
problemas del clima. Por el contrario, algunas de las formas de
geoingeniería (como la fertilización de los mares) son tan peligrosas
que internacionalmente se ha declarado una moratoria sobre ellas. Para
que aceptemos los transgénicos se nos dice que crearán cultivos
resistente a la sequía y al calor, pero lo único nuevo en transgénicos
es más variedades resistentes a herbicidas, las que además están
haciendo que vuelvan al mercado herbicidas altamente tóxicos, como el
2,4,-D.
·
El plan más ambicioso y lo que algunos gobiernos identifican como “el
mayor desafío” es el de ponerle precio a todos los bienes de naturaleza
(como el agua, la biodiversidad, el paisaje, la vida silvestre, las
semillas, la lluvia, etc.), para luego privatizarlos (con la excusa de
que conservarlos requiere dinero) y cobrarnos por su uso. A esto se le
llama la Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB). Es el
asalto final a la naturaleza y la vida, pero también a los medios de
trabajo y de vida de los pueblos que viven de la agricultura, la caza y
la pesca.
·
Hacemos una exhortación a la llamada sociedad civil para presionar para
que los gobiernos remuevan las barreras a los sistemas descentralizados
y controlados por las comunidades mismas de energía renovable, sea
solar, de viento, de corrientes de agua, etc., así como la apropiación
de fondos para financiar el diseño y la implementación de tales sistemas
de energía renovable. Al mismo tiempo, tenemos que educar a la gente
sobre las ventajas de estos sistemas comunitarios de energía renovable
para la preservación de la agricultura campesina agroecológica, el medio
ambiente y economías comunitarias saludables, dignas y equitativas.
Nuevamente
expresamos nuestras propuestas que van a dirección contraria de las
falsas propuestas de quienes son los culpables de la crisis climática.
En Perú, como lo hemos hecho en otros momentos de las COPs, decimos que:
- Debemos cambiar el sistema alimentario industrial agroexportador por un sistema basado en la soberanía alimentaria, que devuelva a la tierra su función social como productora de alimentos y sustentadora de la vida, que ponga en el centro la producción local de alimentos, los circuitos de comercialización y procesamiento local. La soberanía alimentaria permite acabar los monocultivos y los agronegocios, fomentar los sistemas de producción campesina que se caracterizan por su mayor intensidad y productividad, su capacidad para dar trabajo, cuidar el suelo y entregar una producción sana y diversificada. La agricultura campesina e indígena es también la que puede enfriar el planeta; con capacidad de absorber o evitar hasta 2/3 de los gases invernaderos que se emiten cada año.
- La tierra actualmente en manos campesinas e indígenas es alrededor del 20% de la tierra agrícola a nivel global. Sin embargo, con esa tierra las familias y comunidades campesinas e indígenas producimos al menos la mitad de la alimentación mundial. En nuestras manos está la forma más segura y eficiente de superar el hambre en el mundo.
- Para asegurar alimentación para todos y restaurar la normalidad climática en la tierra, es necesario que la agricultura vuelva a ser una tarea en manos principalmente de comunidades campesinas y de los pueblos indígenas. Para ello debe hacerse, de manera urgente, reformas agrarias integrales y de gran amplitud, que acaben con la concentración extrema y creciente de la tierra que hoy afecta a la humanidad. Esas reformas agrarias son las que darán las condiciones materiales para que la agricultura cumpla su papel en beneficio de la humanidad entera y por ello la defensa y protección de las agriculturas campesinas e indígenas es hoy una tarea de todas y todos. En lo inmediato, es necesario detener todas las transacciones, concesiones y traspasos que signifiquen concentración o acaparamiento de tierras y/o desplazamiento de comunidades rurales.
- Los sistemas campesinos e indígenas de agricultura, caza, pesca y pastoreo que ayudan a cuidar la tierra y la alimentación deben ser apoyados adecuadamente con fondos y medios públicos no condicionados. Los mecanismos de mercado -como venta de carbono y servicios ambientales- deben desmontarse de inmediato y reemplazarse por medidas reales, como las que mencionamos más arriba. Detener la contaminación es un deber que nadie puede evadir comprando derechos a seguir destruyendo.
- El uso legítimo de lo que ahora organismos internacionales y empresariales llaman biomasa es alimentar a los seres vivos y volver a la tierra para restaurar su fertilidad. Las emisiones provenientes del derroche de energía deben reducirse en base al ahorro y el fin del despilfarro. Necesitamos fuentes de energía renovable descentralizados, al alcance de los pueblos.
Nosotros
y nosotras, campesinos y campesinas, agricultores y agricultoras
familiares, campesinos y campesinas sin tierra, pueblos indígenas y
migrantes – hombres y mujeres – nos oponemos decididamente a la
mercantilización de la tierra, de nuestros territorios, del agua, las
semillas, los alimentos, la naturaleza y la vida humana. Reiteramos lo
dicho en la Cumbre de los Pueblos en Cochabamba, Bolivia: “La humanidad
está frente a una gran disyuntiva: continuar el camino del capitalismo,
la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la
naturaleza y el respeto a la vida”.
Repudiamos
y denunciamos la economía verde como una nueva máscara para ocultar
mayores niveles de codicia de las corporaciones y del imperialismo
alimentario en el mundo y como una forma brutal de lavarle la cara al
capitalismo, que sólo impone falsas soluciones como la agricultura
climáticamente inteligente, como el comercio de carbono, REDD, la
geoingeniería, los transgénicos, los agrocombustibles, el biocarbono y
todas las soluciones de mercado a la crisis ambiental.
Nuestro
reto es restituir otra manera de relacionarnos con la naturaleza y
entre los pueblos. Ese es también nuestro deber y nuestro derecho y por
ello seguiremos luchando y llamamos a seguir luchando incansablemente
por la construcción de la soberanía alimentaria, por la reforma agraria
integral y la recuperación de los territorios indígenas, por poner fin a
la violencia del capital, y por restituir los sistemas campesinos e
indígenas de producción basados en la agroecología
¡NO A LAS FALSAS SOLUCIONES DEL CAPITALISMO VERDE!
¡AGRICULTURA CAMPESINA E INDÍGENA PARA LA JUSTICIA CLIMÁTICA Y MEDIOAMBIENTAL, YA!
http://alainet.org/active/79190
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