A escasos días de las elecciones nacionales puede
decirse que esta ha sido una de las campañas más mediocres y apáticas.
Se sabe que habrá un ganador, porque nadie lo cuestiona: el sistema
capitalista, que con los factibles presidentes no corre peligro. Para
poner un ejemplo foráneo- es una elección entre Sarkozy y Holande, entre
la derecha conservadora y la tibieza social-liberal de la
socialdemocracia hundida en el fangal del sistema. Con el agravante que
en Uruguay no hay siquiera un Mélenchon, una izquierda emergente
inteligente y creíble. A la izquierda del F.A. se sitúan minúsculas
expresiones sin capacidad de distinguir entre la reacción y el
progresismo adscripto al sistema, expresiones de bloques
político-sociales diferentes; y que yerran en su estrategia, propuestas y
discursos enfilados solo contra el Frente Amplio y su gobierno.
Cuando el Frente Amplio ha optado por la candidatura
del Dr. Vázquez, y se ha acomodado previamente el programa a su perfil,
se ha producido un corrimiento al centro con relación al programa del
Congreso del 2008 y a la candidatura de Mujica. Cuando el F.A. –
aceptado como la izquierda por las masas populares- se desplaza al
centro y no hay otra izquierda creíble con peso de masas, los demás
contendores se afirman en sus posiciones retrógradas, y hasta pueden
darse el lujo de aparecer como anti-imperialistas.
¿Cuál es la diferencia con la elección del 2009? La
derecha estaba representada por un oligarca de “pura cepa”: Lacalle
Herrera, padre. Hoy, lo está por su hijo, Lacalle Pou. Los intereses de
clase y sus fundamentos ideológico-políticos no difieren. La propuesta
de blancos y colorados apenas modificada con matices, será la de
siempre, la de expresar los intereses del bloque del gran capital
dominante y descargar el peso de eventuales retrocesos económicos sobre
las clases, capas y sectores populares. Serán lacayos eficientes del
imperialismo norteamericano o europeo, romperán los atisbos de unidad
sudamericana, abrirán más el país a las trasnacionales, a las fuerzas
armadas estadounidenses, a la penetración cultural degradante. Sin
embargo, las estrategias electorales de Lacalle padre e hijo son
distintas. El hijo “olvida” y prescinde de la historia, hace “nacer” el
proceso político en el 2005 y se cuida de exponer su orientación
retrógrada y pro imperialista. Para ello cuenta a su favor con su
contendor principal, Tabaré Vázquez, que ha puesto en duda la existencia
del imperialismo, que asesora al FMI y que se ha relacionado como
aliado con George Bush.
La diferencia mayor –por consiguiente- radica en el
programa y las candidaturas del FA. Hace un lustro, el hoy candidato y
entonces presidente Vázquez, había pretendido imponer la candidatura de
Danilo Astori; sin embargo, surgió victorioso otra figura con una
actitud de clase y pasado militante que el pretendido sucesor no
lograba: Mujica. Por consiguiente, Mujica y Lacalle representaban el Sur
y el Norte, el pueblo y la oligarquía. En 2014 vuelve a escena Vázquez,
rodeado de los derrotados en el Congreso del FA del 2008 más el Grupo
de los Ocho con Mujica a la cabeza, que ayer punteó por la izquierda y
hoy reengancha detrás de quien lo denostara expresando que decía
estupideces. Un Mujica que calificó a aquel programa emanado del
Congreso de “pos-socialdemócrata”, mientras hoy su hombre de confianza Bonomi, califica al actual de “socialdemócrata”.
Pero aquel paso a la izquierda forzó a que la fórmula la completara
Astori, para expresar la heterogénea realidad del Frente Amplio.
Mientras hoy, Vázquez se dio el lujo de designar de hecho a un
acompañante sin trayectoria destacable, pero con ilustre apellido.
¿Quedan actores relevantes de pensamiento
anti-capitalista en el Frente Amplio? Sí, pocos. Lo son los primeros
candidatos a diputados por Montevideo del Partido Socialista, en abierta
pugna con la mayoría de su Partido, que desplazó a una figura de la
talla del ex vice-canciller Roberto Conde. Y sobre todo queda en la
heterogénea coalición liderada por Constanza Moreira, más enfocada a
resaltar las cuestiones de género, de edades, de diversidad sexual, que a
destacar la lucha de clases y la confrontación con el imperialismo.
Si el Frente Amplio nació como fruto de las luchas
del movimiento obrero-popular, hoy este ha sido constreñido de hecho, a
actuar en los límites “de lo posible” definido por la fuerza política.
Sin dudas ha habido avances considerables: consejos de salarios, ley de 8
horas para el trabajador rural, leyes protectoras de las trabajadoras
domésticas, descenso de los índices de indigencia y pobreza, ley de
responsabilidad penal empresarial, etc. Se refleja en el involucramiento
del PIT-CNT llamando a recordar conductas reaccionarias, la activa
defensa del SUNCA de la ley de responsabilidad penal empresarial, la
lucha básicamente juvenil defendiendo el “No a la baja” para impedir que
se castigue como adultos a menores de edad (sin que paralelamente se
les haya ocurrido a los gestores de la iniciativa, permitir la
ciudadanía a los 16 años con todos los derechos y deberes inherentes), o
de expresiones menos conocidas del movimiento cooperativo, de reclamos
barriales, etc. De todos modos, lejos, muy lejos, de aquel “lucha, lucha, lucha/no dejes de luchar/ por un gobierno obrero/obrero y popular” del
71. Y lejos de la incidencia política de movimientos sociales de otros
países, caso de Bolivia, donde ellos son la base del Movimiento al
Socialismo y del gobierno de Evo Morales.
Vázquez y Astori en el primer gobierno, tomaron de
ejemplo a la Concertación chilena, la que luego fue desplazada por
Piñera, y ahora ha devenido -con la presencia del Partido Comunista- en
la Nueva Mayoría. Un gobierno de perfil similar al de Bachelet parece
vislumbrarse en Uruguay, en el mejor de los casos. Y un desafío similar a
la de la izquierda chilena, tendrá la dispersa y desorientada izquierda
uruguaya: la de su resurgimiento, cualquiera sea el resultado de las
elecciones.
21-10-2014
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