ALAI AMLATINA, 26/03/2014.- Ahora Barack Obama es conocido en Estados Unidos por distintos adjetivos, algunos le llaman Presidente, otros Líder del Partido Demócrata, también le llaman Comandante en Jefe, pero dentro de los inmigrantes, que siguen sufriendo y no ven materializadas las promesas que realizó, le llaman Deportador en Jefe. Claro está que no vamos a mencionar otros adjetivos por los cuales también lo identifican que tienen un trasfondo racista, aquellos en que se le falta el respeto a su progenitora o los que se le atribuyen donde se hace referencia a lo débil de su actuación.
Si nos concretamos a la forma en que los inmigrantes se refieren a Obama, podemos darles toda la razón para hacerlo, pues a pesar de las tibias medidas que tomó, donde aparentemente beneficiaba a los jóvenes inmigrantes que soñaban con poder quedarse en Estados Unidos y algún día ser ciudadanos de dicho país, conocidos como“dreamers”, la tiste realidad es que bajo su gobierno se han deportado más de dos millones de personas, lo que supera lo realizado en la historia de Estados Unidos por cualquier administración anterior, incluyendo las republicanas.
Uno de los principales problemas que se crea con las deportaciones es la división de la familia. Si un joven pudiera cumplir los requisitos requeridos para ser un “dreamer” y quedarse legalmente en Estados Unidos, el resto de su familia no los cumple, por lo que padres, hermanos y todos aquellos que forman su familia son deportados. El Deportador en Jefe ordenó al Secretario de Seguridad de la Patria (Homeland Security) que analizara esta situación, pero una de las soluciones propuestas, para que no se divida la familia, es deportarlos a todos, incluyendo el “dreamer”.
Al ser detenido un inmigrante, que muchas veces es un “dreamer” que no cumple todos los requisitos y en la planilla que llenó ofreció todos los datos necesarios para que puedan detenerlo a él y su familia, estas personas son conducidas a una cárcel para posteriormente ser juzgadas y deportadas. Muchas de estas cárceles son propiedad de empresas privadas, que reciben sus ingresos acorde a las personas que se encuentran detenidas en las mismas. La Secretaría de Homeland Security también se encuentra involucrada en este asunto, pues acorde con las leyes presupuestarias debe tener como mínimo 34,000 personas detenidas para obtener los fondos con que se sufraga esta partida. En resumen, si hay menos de 34,000 detenidos no hay dinero para Homeland Security ni para la Empresa propietaria de la cárcel.
Ustedes pueden imaginar lo que esto significa en una sociedad donde lo principal no es el trato humano, sino las ganancias y el dinero que se obtiene. Es necesario detener inmigrantes, meterlos en la cárcel, demorar los procesos judiciales y otros aspectos relacionados con este asunto que originan protestas y huelgas de hambre por parte de los encarcelados.
En estos momentos, la huelga de hambre que se originó en el Centro de Detención de Tocoma, estado de Washington, donde aún se mantienen más de veinte detenidos sin ingerir alimentos, se amplió al Centro de Detención de Comroe en el estado de Téxas, donde 120 detenidos se han sumado a la misma. Estos detenidos por lo regular son enviados a las celdas solitarias para que el resto de la población del penal conozca lo menos posible de lo que está sucediendo con el fin de crear un “vacío informativo” que muchas veces tiene su efecto en la prensa, la cual no expone lo que está sucediendo.
A todo esto deben sumarse las protestas de los familiares de los detenidos y de algunas organizaciones que tratan al máximo de que la situación salga a la luz pública y se conozca la injusticia que se está cometiendo con estos inmigrantes.
Mientras tanto, el Deportador en Jefe señalando a otros países que según él violan los derechos humanos, encarcelan inocentes, reprimen y donde la huelga de hambre es la única forma de protestar contra la injusticia con que los gobiernos tienen sometidos a sus ciudadanos. En fin, disfrutando del “vacío informativo”
- Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba) - sarahnes@cubarte.cult.cu
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