La costumbre se remonta a miles de años, sin embargo, los líderes de los países donde se practica aún no se ponen de acuerdo sobre si deben abandonarla.
Adolescentes asisten a una reunión cofundada por Unicef después de clases en la escuela primaria Sheik Nuur, en Somalilandia, el 16 de febrero de este año. Uno de los temas de discusión fue la mutilación genital femenina.
Foto: AP.
Estudiantes miembros de un club que se reúne después de las clases escolares en Somalilandia —país independiente de facto no reconocido, al noroeste de Somalia— y que recibe ayuda del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Uncef, por sus siglas en inglés), analizan cuestiones como el trabajo infantil, el matrimonio prematuro y la mutilaciónLos treinta adolescentes somalíes de ambos sexos coincidieron en que la mutilación de los genitales femeninos es perjudicial y que la práctica debe abandonarse. Pero lo que realmente quisieron decir, según revelaron poco después, es que a las niñas se les deben cortar los genitales y no solamente cosérselos.
"Es nuestra tradición y si las niñas no se someten a la suna (el corte) no serán aceptadas en matrimonio", afirmó Asthma Ibrahim Jabril, de 17 años.
Unicef desarrolla una campaña delicada para educar a las comunidades en Somalilandia —que no ha experimentado tantas convulsiones como el resto de la atribulada nación— sobre los peligros de la mutilación genital y conseguir que los líderes, que se reunirán este mes para debatir la práctica, la rechacen.
Los defensores de los derechos de la infancia en casi 30 países están luchan para reducir el número de niñas sometidas al corte de sus genitales, una práctica que se remonta miles de años atrás y que los somalíes suelen vincular a los preceptos islámicos.
Las 15 niñas que se sentaron frente a los varones en la escuela primaria Jeque Nuur se han sometido a la suna, la remoción del clítoris y los labios menores. Todas dijeron que era lo correcto.
La mutilación genital femenina se da en varias formas. La otra que conocen las adolescentes somalíes consiste en coser la vagina hasta el matrimonio. En este caso todos estuvieron en contra.
"Quiero que sea erradicada. Es una antigua tradición", dijo Ikram Ismail, de 18 años. "Cuando mi madre era joven nadie podía hablar sobre eso públicamente, pero ahora la gente comprende que causa mucho daño y es por eso que lo discutimos".
La mutilación genital femenina puede causar hemorragia severa y problemas urinarios; quistes, infecciones, infertilidad y complicaciones en el parto; incluso un mayor riesgo de mortalidad fetal. Más de 125 millones de niñas y mujeres han sido mutiladas en 29 naciones africanas y del Oriente Medio, según la Organización Mundial de la Salud.
En Somalia, la expectativa de que las niñas se sometan a la mutilación genital se relaciona con el sexo y el matrimonio. Los hombres esperan casarse con una virgen. Si la muchacha no se ha sometido a la mutilación genital, se le considera impura.
El mes pasado, unos 60 líderes religiosos y cívicos en la capital de Somalilandia asistieron a un seminario y debate sobre la mutilación genital.
El jeque Jalil Abdulai Ahmed, el ministro de asuntos religiosos, les informó que la mutilación genital femenina puede provocar dolor, problemas mentales y la muerte. Amina Mohamed Jirde, esposa del presidente de Somalilandia, les rogó pusieran fin a esa práctica.
Al término del seminario, los líderes religiosos dijeron que no se pusieron de acuerdo en abandonar la mutilación genital de las niñas y por lo tanto seguirá en pie.
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