por Fernando Dorado
La inconformidad popular expresada en las múltiples y variadas
movilizaciones sociales puede convertirse en acción política electoral
que enfrente a quienes ostentan el poder a nombre de la oligarquía colombiana y los intereses imperiales. Es un deber hacer lo posible por concretarla.
MOVIMIENTO POPULAR: ¿DEBILIDAD O FORTALEZA?
Popayán, octubre 18 de 2013
En Colombia
las movilizaciones sociales y populares continúan. Ahora le toca el
turno a la Minga Social Indígena y Popular y al movimiento estudiantil.
¿Ello significa fortaleza o debilidad del movimiento popular colombiano?
En febrero-marzo/2013 el paro cafetero.
En agosto-septiembre el paro nacional agrario con dinámicas sectoriales y
regionales. Ahora el movimiento indígena y el paro estudiantil.
Si lo miramos desde la dinámica de las
bases sociales es – indudablemente – expresión de gran inconformidad y
fuertes luchas de resistencia. Si lo analizamos desde la dirección, es
señal de incapacidad para unificar las luchas.
El gobierno pudo desactivar el paro
agrario que fue el que demostró mayor capacidad de movilización. Lo hizo
aprovechando los intereses sectoriales y regionales.
Todos sabemos que la unidad es la
garantía de triunfo. La unión hace la fuerza. ¿A qué se debe esta
proliferación de luchas sin coordinación y sin la potencia de la unidad?
Es evidente que ello responde a la
diversidad de fuerzas políticas que están detrás del movimiento popular.
Múltiples intereses jalan para un lado y otro.
Se entrecruzan intereses políticos
electorales con otros intereses sectoriales e influencias externas que
enredan con la división. En vez de priorizar una plataforma de lucha
conjunta, las diversas expresiones del movimiento popular juegan a una
especie de carrera de relevos.
¿Cuál puede ser el resultado? El
gobierno firma convenios y acuerdos con cada sector y región por
separado, pero finalmente incumple y mantiene su política neoliberal. Es
posible que algunas migajas caigan de la mesa de la plutocracia
capitalista que se convierten en botín de las ONGs que merodean
alrededor de las organizaciones sociales.
Todo esto no es más que el reflejo de la
debilidad política de la Izquierda y del mismo movimiento popular. De
cada lucha se fortalecen mínima, temporal y sectorialmente algunas
organizaciones sociales y sus expresiones políticas. Sin embargo, la
oligarquía asimila esas manifestaciones y se da mañas para seguir
dividiendo.
Esta dispersión y división del
movimiento popular se va a manifestar en las elecciones para parlamento.
El Polo y la Alianza Verde jugarán con su propio aval. El Partido
Comunista seguramente recurrirá al de la Unión Patriótica. Marcha
Patriótica y Congreso de los Pueblos dejarán en libertad a sus bases
para apoyar a candidatos de diversos partidos. El movimiento indígena se
dividirá entre la ASI tradicional y el nuevo movimiento nacido en el
Cauca llamado MAIS (Movimiento Alternativo Indígena y Social). Gran
dispersión, modestos resultados.
Hoy, que la oligarquía tiene múltiples
problemas para unificarse en torno de una candidatura única a la
Presidencia de la República, la Izquierda y el movimiento popular
debieran estar cimentando – en medio de la lucha – los puntos
programáticos de encuentro y construyendo los procedimientos para
unificar la acción política.
No obstante, a pesar de la dispersión y
división existente, si surge – con tiempo –, un Frente de fuerzas de
izquierda y alternativas que presenten una opción de gobierno que recoja
muchas de las reivindicaciones sociales y políticas que el movimiento
popular ha levantado en todas estas jornadas de lucha, estamos seguros
que una “ola multicolor” puede desarrollarse en las elecciones
presidenciales de 2014.
La inconformidad popular expresada en
las múltiples y variadas movilizaciones sociales puede convertirse en
acción política electoral que enfrente a quienes ostentan el poder a
nombre de la oligarquía colombiana y los intereses imperiales. Es un deber de los demócratas y de la Izquierda hacer lo posible por concretarlo.
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