Tatiana Félix
Adital
João
Domingos Tavares Semedo sólo lloraba y quería volver a su casa en Cabo Verde,
cuando llegó a Brasil venido de aquella pequeña isla de África y cruzar el
Atlántico para estudiar la Licenciatura en Humanidades en la Universidad de la
Integración Internacional de la Lusofonía Afro-Brasilera (Unilab), con sede en Redenção,
Ceará, en el nordeste brasilero.
Un año y dos meses después, el caboverdiano recuerda la tristeza que él y otros estudiantes extranjeros sintieron al llegar a la ciudad de 226 km² y poco más de 26 mil habitantes: "fue un shock porque la ciudad era pequeña y no estábamos preparados. Teníamos información de Río de Janeiro, pero no de Redenção. Así que llegamos aquí y muchos estudiantes comenzaron a enfermarse por causa del clima [semiárido]. La atención en el Hospital [público] Paulo Sarasate era pésima y realizada sin diagnóstico. La [falta de] condiciones de atención de salud nos dejó muy tristes”.
Fue mediante el Programa de Estudiantes Convenio de Graduación (PEC-G) firmado entre el gobierno brasilero y los gobiernos de los países africanos con los cuales Brasil mantiene acuerdos educacionales y culturales, que el joven de 24 años llegó a la Unilab. Pero, al instalarse en Redenção, lo que João y otros universitarios extranjeros encontraron –la mayoría africanos– fue una infraestructura básica de salud, vivienda y esparcimiento ‘muy precarios’.
Según él, las casas para alquilar no tienen buenas estructuras, pero como la universidad todavía no ofrece residencia estudiantil, los alumnos necesitan juntarse para pagar el alquiler que, en general ronda los R$ 600 –el mismo valor que la beca de ayuda para la vivienda que ellos reciben del PEC-G. Todos los alquileres de la ciudad subieron a causa del valor de la beca. João comparte su casa y los gastos con otros cinco estudiantes de Cabo Verde.
La integración con sus colegas, las actividades extracurriculares, la belleza y la alegría de las fiestas de São João, además del idioma y del clima parecido a su país fueron fundamentales para ayudar en su adaptación. Él también destaca el acogimiento de la población local para con los estudiantes africanos debido a la historia de la ciudad de Redenção, que fue la primera en abolir la esclavitud en Brasil en enero de 1883, cinco años antes que la abolición oficial en 1888.
Hoy, de novio con una brasilera, y faltándole aún cuatro años para concluir su graduación, João no piensa en volver a Cabo Verde. Todo lo que él quiere es continuar estudiando hasta llegar al doctorado y trabajar en el área de antropología "para investigar sobre los pueblos indígenas, ¿quién sabe?”. Todavía no decidió el tema de estudio, pero sabe que quiere continuar buscando en la historia de los pueblos del mundo.
"El sueño de estudiar es un sueño mío”
Con la determinación de quien sabe lo que quiere, Domingos Nunes Indunque Dju, de 31 años, aprovechó ‘con uñas y dientes’ la oportunidad de cursar una graduación en Brasil, cuando, en 2009, una facultad particular de Ceará presentó a su país, Guinea-Bissau, una oportunidad para alcanzar la tan deseada calificación profesional.
Aunque la única "facilidad” conquistada al pasar el examen de ingreso fuese la vacante para estudiar en Fortaleza, el guineano decidió dejar a su familia y su casa en Bissau, capital del país, y enfrentar el desafío que exigía pagar todos los costos para vivir y estudiar en otro continente. Para él, las dificultades siempre existen, pero es preciso ser fuerte para encarar los obstáculos: "Cuando llegué aquí tuve dificultades, pero uno tiene que saber salirse con la suya para resolver el problema”.
El problema es que trabajar está prohibido. Domingos explicó que, según el término de responsabilidad del convenio, el dinero para el costeo de los estudios debe ser enviado por los familiares, ya que la visa para permanecer en Brasil es "meramente de estudiante”, lo que no permite trabajar al alumno. Sin embargo, dijo él, como sabemos, nuestro país está siempre en conflicto político o militar y ya hubo ciertos obstáculos para que mi familia consiga trabajo allá y me manden "cualquier cosa”.
En virtud de esto, el estudiante guineano tuvo que arreglárselas como pudo y conseguir un empleo informal, aunque esté prohibido, para poder pagar los gastos mensuales en los momentos de apriete. "En realidad, ya hice muchos trabajos informales teniendo en cuenta mi situación financiera y no puedo parar porque el sueño de estudiar es un sueño mío. Yo quiero estudiar y no puedo parar porque mi familia no me esté mandando nada (...). No es que quiera [trabajar ilegalmente], pero el momento es propicio para que uno haga eso. Entonces, me encargo de los gastos, tengo que pagar la facultad, el alquiler, tengo que pagar la alimentación, el transporte, todo eso genera una dificultad ‘muy grande’ (sic) para uno”.
Según él, ésa es la mayor dificultad que los estudiantes de países africanos enfrentan para estudiar en las facultades particulares de Ceará. "Todos mis coterráneos pasaron por esto y para mantenerse tuvieron que hacer un trabajo informal hasta que consiguen una pasantía, que es lo más formal”, completó. Como no están vinculados al PEC-G, que selecciona a estudiantes extranjeros para estudiar en universidades públicas, los alumnos que vienen a las instituciones privadas no pueden contar con la ayuda de una beca del gobierno.
Unión entre compatriotas
En las horas de esparcimiento, a Domingos y sus amigos les gusta juntarse con otras comunidades guineanas para jugar al fútbol o para hacer la noche africana. "Procuramos estar juntos para matar aquella melancolía de nuestro país un poquito", dice. Y también es pensando en ayudar a sus hermanos guineanos que Domingos preside la Asociación de Estudiantes de Guinea-Bissau en el Estado de Ceará, desde el 26 de agosto de 2012.
Según él, la entidad presta apoyo en los momentos difíciles de los estudiantes en casos de problemas relacionados con la facultad o deudas en el pago de las mensualidades de los cursos superiores que, en promedio, giran en torno de los R$ 400. "La Asociación está ocupándose de las deudas de los estudiantes, esa deuda es meramente para estudio (...), no de las otras deudas personales. La prioridad de la asociación es que la persona no tenga deudas de la facultad y hay muchos estudiantes con dificultades para pagar”, enfatiza.
Pero, para dar ese apoyo, la institución sin fines de lucro también necesita la ayuda financiera y hace un llamamiento a empresas o personas interesadas en contribuir: "Nos gustaría tener ese apoyo de instituciones o persona para que podamos sacar a nuestros compatriotas de la deuda con la facultad.
Estamos angustiados por esta situación. Estamos apelando a quienes puedan ayudarnos, estamos de brazos abiertos y dispuestos a hacer un monitoreo de toda esta situación (...) para que podamos salir de la falta de pago”.
Por ahora, la Asociación de Estudiantes de Guinea-Bissau puede contar con el apoyo institucional del Gobierno Municipal de Fortaleza, a través de la Coordinadora de Políticas de Promoción de la Igualdad Racial (COPPIR). Según Cristiano Pereira, coordinador especial de la COPPIR, el órgano ha acompañado a los estudiantes guineanos que han procurado apoyo para la realización de debates y eventos. "La Alcaldía está abierta para apoyarlos en el momento en que ellos lo quieran”, afirmó.
El mismo sentido de unión fue el que motivó la creación del Movimiento Pastoral Africano en Ceará, presidido por el estudiante Alberto Imbunde, también de Guinea-Bissau. Según él, la idea inicial de este movimiento fue dar continuidad al camino cristiano, pero con los problemas que fueron surgiendo decidieron fortificar el grupo que "hoy es referencia en Ceará debido a las grandes conquistas y participación en los encuentros nacionales de los estudiantes”.
Intercambios de experiencias
Un año y dos meses después, el caboverdiano recuerda la tristeza que él y otros estudiantes extranjeros sintieron al llegar a la ciudad de 226 km² y poco más de 26 mil habitantes: "fue un shock porque la ciudad era pequeña y no estábamos preparados. Teníamos información de Río de Janeiro, pero no de Redenção. Así que llegamos aquí y muchos estudiantes comenzaron a enfermarse por causa del clima [semiárido]. La atención en el Hospital [público] Paulo Sarasate era pésima y realizada sin diagnóstico. La [falta de] condiciones de atención de salud nos dejó muy tristes”.
Fue mediante el Programa de Estudiantes Convenio de Graduación (PEC-G) firmado entre el gobierno brasilero y los gobiernos de los países africanos con los cuales Brasil mantiene acuerdos educacionales y culturales, que el joven de 24 años llegó a la Unilab. Pero, al instalarse en Redenção, lo que João y otros universitarios extranjeros encontraron –la mayoría africanos– fue una infraestructura básica de salud, vivienda y esparcimiento ‘muy precarios’.
Según él, las casas para alquilar no tienen buenas estructuras, pero como la universidad todavía no ofrece residencia estudiantil, los alumnos necesitan juntarse para pagar el alquiler que, en general ronda los R$ 600 –el mismo valor que la beca de ayuda para la vivienda que ellos reciben del PEC-G. Todos los alquileres de la ciudad subieron a causa del valor de la beca. João comparte su casa y los gastos con otros cinco estudiantes de Cabo Verde.
La integración con sus colegas, las actividades extracurriculares, la belleza y la alegría de las fiestas de São João, además del idioma y del clima parecido a su país fueron fundamentales para ayudar en su adaptación. Él también destaca el acogimiento de la población local para con los estudiantes africanos debido a la historia de la ciudad de Redenção, que fue la primera en abolir la esclavitud en Brasil en enero de 1883, cinco años antes que la abolición oficial en 1888.
Hoy, de novio con una brasilera, y faltándole aún cuatro años para concluir su graduación, João no piensa en volver a Cabo Verde. Todo lo que él quiere es continuar estudiando hasta llegar al doctorado y trabajar en el área de antropología "para investigar sobre los pueblos indígenas, ¿quién sabe?”. Todavía no decidió el tema de estudio, pero sabe que quiere continuar buscando en la historia de los pueblos del mundo.
"El sueño de estudiar es un sueño mío”
Con la determinación de quien sabe lo que quiere, Domingos Nunes Indunque Dju, de 31 años, aprovechó ‘con uñas y dientes’ la oportunidad de cursar una graduación en Brasil, cuando, en 2009, una facultad particular de Ceará presentó a su país, Guinea-Bissau, una oportunidad para alcanzar la tan deseada calificación profesional.
Aunque la única "facilidad” conquistada al pasar el examen de ingreso fuese la vacante para estudiar en Fortaleza, el guineano decidió dejar a su familia y su casa en Bissau, capital del país, y enfrentar el desafío que exigía pagar todos los costos para vivir y estudiar en otro continente. Para él, las dificultades siempre existen, pero es preciso ser fuerte para encarar los obstáculos: "Cuando llegué aquí tuve dificultades, pero uno tiene que saber salirse con la suya para resolver el problema”.
El problema es que trabajar está prohibido. Domingos explicó que, según el término de responsabilidad del convenio, el dinero para el costeo de los estudios debe ser enviado por los familiares, ya que la visa para permanecer en Brasil es "meramente de estudiante”, lo que no permite trabajar al alumno. Sin embargo, dijo él, como sabemos, nuestro país está siempre en conflicto político o militar y ya hubo ciertos obstáculos para que mi familia consiga trabajo allá y me manden "cualquier cosa”.
En virtud de esto, el estudiante guineano tuvo que arreglárselas como pudo y conseguir un empleo informal, aunque esté prohibido, para poder pagar los gastos mensuales en los momentos de apriete. "En realidad, ya hice muchos trabajos informales teniendo en cuenta mi situación financiera y no puedo parar porque el sueño de estudiar es un sueño mío. Yo quiero estudiar y no puedo parar porque mi familia no me esté mandando nada (...). No es que quiera [trabajar ilegalmente], pero el momento es propicio para que uno haga eso. Entonces, me encargo de los gastos, tengo que pagar la facultad, el alquiler, tengo que pagar la alimentación, el transporte, todo eso genera una dificultad ‘muy grande’ (sic) para uno”.
Según él, ésa es la mayor dificultad que los estudiantes de países africanos enfrentan para estudiar en las facultades particulares de Ceará. "Todos mis coterráneos pasaron por esto y para mantenerse tuvieron que hacer un trabajo informal hasta que consiguen una pasantía, que es lo más formal”, completó. Como no están vinculados al PEC-G, que selecciona a estudiantes extranjeros para estudiar en universidades públicas, los alumnos que vienen a las instituciones privadas no pueden contar con la ayuda de una beca del gobierno.
Unión entre compatriotas
En las horas de esparcimiento, a Domingos y sus amigos les gusta juntarse con otras comunidades guineanas para jugar al fútbol o para hacer la noche africana. "Procuramos estar juntos para matar aquella melancolía de nuestro país un poquito", dice. Y también es pensando en ayudar a sus hermanos guineanos que Domingos preside la Asociación de Estudiantes de Guinea-Bissau en el Estado de Ceará, desde el 26 de agosto de 2012.
Según él, la entidad presta apoyo en los momentos difíciles de los estudiantes en casos de problemas relacionados con la facultad o deudas en el pago de las mensualidades de los cursos superiores que, en promedio, giran en torno de los R$ 400. "La Asociación está ocupándose de las deudas de los estudiantes, esa deuda es meramente para estudio (...), no de las otras deudas personales. La prioridad de la asociación es que la persona no tenga deudas de la facultad y hay muchos estudiantes con dificultades para pagar”, enfatiza.
Pero, para dar ese apoyo, la institución sin fines de lucro también necesita la ayuda financiera y hace un llamamiento a empresas o personas interesadas en contribuir: "Nos gustaría tener ese apoyo de instituciones o persona para que podamos sacar a nuestros compatriotas de la deuda con la facultad.
Estamos angustiados por esta situación. Estamos apelando a quienes puedan ayudarnos, estamos de brazos abiertos y dispuestos a hacer un monitoreo de toda esta situación (...) para que podamos salir de la falta de pago”.
Por ahora, la Asociación de Estudiantes de Guinea-Bissau puede contar con el apoyo institucional del Gobierno Municipal de Fortaleza, a través de la Coordinadora de Políticas de Promoción de la Igualdad Racial (COPPIR). Según Cristiano Pereira, coordinador especial de la COPPIR, el órgano ha acompañado a los estudiantes guineanos que han procurado apoyo para la realización de debates y eventos. "La Alcaldía está abierta para apoyarlos en el momento en que ellos lo quieran”, afirmó.
El mismo sentido de unión fue el que motivó la creación del Movimiento Pastoral Africano en Ceará, presidido por el estudiante Alberto Imbunde, también de Guinea-Bissau. Según él, la idea inicial de este movimiento fue dar continuidad al camino cristiano, pero con los problemas que fueron surgiendo decidieron fortificar el grupo que "hoy es referencia en Ceará debido a las grandes conquistas y participación en los encuentros nacionales de los estudiantes”.
Intercambios de experiencias
Hablando
el mismo idioma y respetando la cultura local, ya que "imperativamente” habría
que convivir con el pueblo cearense, Domingos y afirma que no tiene problemas de
vecindad, a pesar de no sentir necesidad de interacción. "Yo veo al cearense
así, como una persona tranquila de su casa, si uno no habla con la persona, la
persona no habla con uno. Y nosotros tampoco sentimos aquellas ganas de
intervenir en la vida de las personas, de hablar mucho con la persona. Entonces,
queda cada cual en su rincón".
Por su parte, Alberto Imbunde, que hace cuatro años que está en Ceará, cuenta que a pesar de hablar oficialmente el mismo idioma, el dialecto y la diferencia en el significado de palabras iguales produjeron momentos divertidos: "Aquí encontramos todo lo contrario, por ejemplo, fila en Guinea-Bissau es blusa, camisola”.
Según el relato de los estudiantes, tanto de Cabo Verde como de Guinea-Bissau, en sus países también se habla el dialecto criollo, una especie de "portugués mal hablado”, como lo definió el guineano Domingos. Algo que también tienen en común, los tres universitarios dijeron que sienten la falta de una atención médica especializada en salud del africano, cuando buscan asistencia en los puestos de salud u hospitales públicos, "porque es diferente la salud del africano que la del brasilero. Algunos remedios que necesitamos tomar no tienen efecto. No se si es la cuestión tropical, o alguna cosa de ese tipo. Por eso, sugerimos un médico especializado para con nosotros”,
explica Domingos.
Estudiantes africanos en Ceará
Sólo en la Unilab, con sede en la ciudad de Redenção, Ceará, existen actualmente 299 estudiantes africanos/as, oriundos principalmente de Guinea-Bissau, Angola, Cabo Verde, Mozambique, São Tomé e Príncipe y Timor Leste. La Unilab fue creada en julio de 2010 para contribuir en la integración entre Brasil y demás países de Lengua Portuguesa, en especial, los africanos. En la Universidad Federal de Ceará (UFC) son poco más de 100 alumnos, la mitad de Cabo Verde, matriculados en los más diferentes cursos.
Todos estos alumnos/as son beneficiarios del Programa de Estudiantes Convenio de Graduación (PEC-G) que posibilita a los estudiantes extranjeros con edades entre 18 y 23 años y enseñanza media completa, a cursar gratuitamente la graduación en el país. El costo de los gastos para vivir en Brasil es de responsabilidad del alumno, pero Itamaraty, mediante el Ministerio de las Relaciones Exteriores, ofrece como oportunidad becas por el valor de R$ 622 en casos específicos.
Unilab - www.unilab.edu.br
AEGB-EC - http://estudianteonline.blogspot.com.br
Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com
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