Julio 20 de 2013
El Consejo de Autoridades de la Asociación de
Cabildos Indígenas Embera, Wounaan,
Katío, Chamí y Tule del Departamento del Chocó – OREWA considera conveniente opinar
sobre el paro minero que se realiza en el Departamento del Chocó y él por qué
tomamos la decisión de no participar.
Ante todo es
necesario recordar que nuestro proceso organizativo nace bajo los principios de
lucha, unidad, territorio, cultura y autonomía. En defensa de esos principios,
durante este ya largo transcurso organizativo, hemos debatido con diferentes
corrientes sociales, políticas y económicas, tanto al interior del Departamento
como en el ámbito nacional, que no nos reconocían como pueblos con derecho; se
llegó a decir incluso que no teníamos alma;
que nos oponíamos al progreso por haber sido los primeros en lanzar una
voz de alerta por los planes del estado hacia la región pacifica colombiana que
incluyen carreteras, puertos, otras obras de infraestructura y en especial la
venta de nuestros recursos naturales (maderables, mineros y biológicos).
Hoy, para alegría nuestra, no solo se
nos han reconocido, al menos formalmente, nuestros derechos culturales, territoriales
y políticos sino que igualmente la mayor parte de la población chocoana ha sido
cobijada por los derechos étnicos y es así como el 90% del territorio del
Departamento está bajo la figura de propiedad colectiva.
Pero,
esa alegría se diluye cuando vemos las condiciones en que están viviendo
nuestras comunidades. Condiciones que están reflejadas en las estadísticas que
reveló el DANE la semana pasada, en las cuales se señala que el Chocó fue el
Departamento que más empeoró al aumentar los índices de
pobreza al 68 por ciento de la población (en 2011 eran del 64 por ciento).
También la llamada pobreza extrema o indigencia, se deterioró más al pasar de
34,3 por ciento de 2011 al 40,7 por ciento en 2012. Ni que decir del
coeficiente de GINI, que mide la desigualdad en la distribución del ingreso, que fue de 0,616, el peor de Colombia, frente
a 0,567 en 2011. El DANE también detalló que el Choco tiene el ingreso per
cápita más bajo del país, $227.493 pesos, casi la mitad del indicador promedio
nacional.
Lo
anterior nos lleva a decir que no debemos
bajar la guardia en nuestra lucha por mejorar las condiciones de vida de
nuestras comunidades y del pueblo Chocoano en general.
Al hacer una reflexión de lo que está pasando
¿no entendemos cómo, cuando se vive un boom minero, en el departamento, que
reporta varias toneladas de extracción de este mineral, convirtiéndolo en el
primer productor nacional, cuando los precios internacionales del oro hace solo
un año alcanzaron los precios más altos de su historia se viva en las peores
condiciones del país? ¿No será como nos lo muestra el coeficiente de GINI
mencionado, que lo que ha ocurrido es que solo unos pocos son los que se están
beneficiando de esa bonanza?
Porque será que lo que vemos y vivimos en nuestras
comunidades es la aparición de flagelos que no teníamos como la prostitución, drogadicción
y desnutrición precisamente en las localidades donde se da un mayor auge
minero.
Lo que vemos es igualmente como se han
agudizado el despojo territorial y los conflictos por la entrada de
retroexcavadoras a nuestros resguardos y territorios ancestrales amenazando y/o
comprando a nuestros líderes y destruyendo nuestro territorio, pues no hemos
visto a ningún minero responsable con el medio ambiente, si ni siquiera cumplen
con la frágil normatividad ambiental del país y por ello la mayoría son
informales para no decirles ilegales.
Si examinamos bien el pliego de peticiones
minero lo que nos está diciendo es que ellos le piden al gobierno que les
otorgue licencias o títulos de explotación SIN NINGUNA RESTRICCION, que se
puedan mover de un lugar a otro sin ser molestados y eso no lo podemos permitir
por el bien de nuestras comunidades y territorios.
Por esas y otras muchas más razones, que en un
comunicado se hace difíciles y extensas de decir, fue que orientamos a las
comunidades que hacen parte de nuestro proceso organizativo a no movilizarse
hacia la capital del departamento o a otras cabeceras municipales como nos
querían obligar. A pesar de disentir con los compañeros que promueven el paro
entendemos que todos los sectores sociales están el derecho de movilizarse por
sus reclamaciones. Pero rechazamos, rotundamente los actos vandálicos se han
presentado y las amenazas y chantaje a nuestras comunidades para que apoyen
esta actividad. Cualquier muerte, ataque u agresión que se haga en los
resguardos indígenas o a los dirigentes, responsabilizamos a los promotores regionales
y locales del mencionado paro minero.
Llamamos al gobierno nacional y a sus autoridades
a tomar medidas de precaución para evitar hechos que lamentar si se atenta
contra la vida de nuestros líderes y autoridades. Igualmente le decimos que no
estamos de acuerdo con que el gobierno se disponga otorgar títulos y licencias
mineras en nuestros territorios ancestrales de ninguna clase ni a
multinacionales ni a los llamados pequeños mineros pues tenemos derechos a la
inviolabilidad de nuestros territorios y esos derechos los vamos hacer valer.
Nuevamente expresamos que como tenemos
certeza de la justicia de nuestros planteamientos, invitamos, en un futuro, a
los promotores del paro a un debate, amplio, fraterno, sin amenazas y de cara a
nuestras comunidades y a las gentes del Departamento sobre la problemática
minera.
A los
compañeros indígenas de otras organizaciones les hacemos un llamado para que
seamos Daubara, es decir a estar dispuestos para ver a nuestros pueblos como
son, con su cultura, con sus cosas buenas y malas; con el objetivo de poder
definir, entre todos los Embera, Wounaan, Katío,
Chamí y Tule del Departamento del Chocó, con todos los “Tabarau”, con todas las
autoridades los mecanismos de solución a esta problemática
que nos afecta.
Recordemos que nuestros sabios aprenden de la
selva, de sus animales y plantas, de sus sonidos y aguas pero también
aprendemos de los otros. Preparémonos para soplar nuestros caracoles y mecer
nuestras hojas de pharara y pedir ayuda a nuestros espíritus para que regañen a
los malos espíritus que se han apoderado de nuestro pueblos, comunidades, organizaciones
y dirigentes y podamos invitar a nuestros pueblos a alegrarse y bailar para
tener fuerza para derrotar esas nuevas enfermedades que se han apoderado de
nosotros y nuestros corazones y que hemos sido nosotros mismos, con nuestro
conocimiento quienes hemos garantizado la vida de nuestra cultura y nuestros
pueblos pero que no podemos negar que en estos tiempos han surgido nuevas
enfermedades que afectan nuestra cultura y unidad como pueblos. Por ello
debemos hacer causa común con otros pueblos, con otras gentes con otras
organizaciones, pero siempre teniendo en cuenta que nuestra cultura y pueblos
están primero y deben ser lo más importante en nuestras luchas y corazón.
CONSEJO DE AUTORIDADES DE LA ASOCIACION OREWA
20 de julio de 2013
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