por Leonardo Ogaz Arce
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Es necesario explicar el reciente triunfo electoral de Rafael
Correa Delgado desde una óptica diferente para evitar confusiones. Está
ocurriendo un fenómeno bastante curioso en América Latina la imagen que
se tiene del proceso ecuatoriano. Se lo piensa e imagina como un proceso
de izquierda, el mismo gobierno ecuatoriano se empeña en reforzar esta
imagen. Probablemente sea un gobierno de izquierda en relación con el
neoliberalismo, porque efectivamente no es un gobierno neoliberal, pero
esto no significa que sea un gobierno que tenga como horizonte el
socialismo del siglo XXI o el Sumak Kawsay o un socialismo del buen
vivir, todo esto es discursivo, ideológico porque encubre la esencia de
lo que verdaderamente es la llamada “Revolución Ciudadana”.
¿Cómo podríamos caracterizar entonces este
proceso? Como lo que es, un proyecto neo desarrollista extractivista,
de reforma capitalista, si ustedes quieren de modernización, lo que no
deja de ser importante. Es una reedición novedosa del desarrollismo,
como una especie de versión posmoderna de los procesos de desarrollo
vividos en América Latina en la década de los 60. No tiene como
horizonte un cambio de relaciones sociales, ni un empoderamiento de un
poder democrático de los movimientos sociales, sino mejorar la calidad
de vida, es decir la matriz capitalista se mantiene, no solo que no
cuestiona el capitalismo sino que se lo refuerza, su objetivo es en
definitiva el desarrollo. A esto algunos han llamado pos neoliberalismo.
En este marco analizaremos algunos de los
elementos que explican el triunfo electoral del actual presidente del
Ecuador. El gobierno de Rafael Correa ha realizado una buena gestión de
desarrollo desde el Estado, ha modernizado las instituciones públicas,
ha realizado una impresionante obra en infraestructura de todo tipo,
destacan las carreteras y los puentes, se ha realizado una importante
inversión en salud y educación, todas estas cuestiones son la base de su
triunfo electoral. Esto implica que ha contado con recursos, el primero
de ellos un alto y sostenido precio del petróleo, se ha mejorado además
considerablemente la recaudación de impuestos. Todo esto se ha
realizado con una gestión tecnocrática y autoritaria, desde arriba, esto
tiene a algunos descontentos, pero a grandes sectores de las clases
medias, aquellos que andan buscando las autoridades perdidas, muy
satisfechos, ellos se sienten bien con un
régimen de autoridad. También entre los logros cabe destacar que se han
alcanzado importantes niveles de soberanía, de diversificación y
sustitución de dependencias.
Esto indica claramente una cosa, la
economía en términos de los sistemas capitalistas ha funcionado bien, yo
diría como nunca, la inversión pública ha reactivado el mercado y
fomentado el consumismo, las clases medias están hechas una fiesta. Los
sectores populares agradecidos por la asistencia.
Ahora el aparato publicitario
propagandístico que se ha montado es impresionante 4 canales de
televisión, dos periódicos impresos, una radio nacional y algunas
emisoras locales, además de un uso extensivo de la red y las redes.
Además de copar permanentemente todos los medios privados con una
propaganda permanente que resalta la obra gubernativa. Ahora el modelo
de la propaganda es totalmente Lassweliano, funcionalista. Es la “Aguja
hipodérmica” funcionando a toda máquina
La propaganda electoral fue un fiel
reflejo de lo que es el sistema político, es decir, después de 6 años de
“Revolución Ciudadana” se ha configurado un régimen personalista
autoritario, lo que algún marxista podría denominar un régimen
bonapartista, se ha ido formando una corriente populista asistencialista
“el correísmo” en el sentido del peronismo. Esto de las corrientes
populistas está muy arraigado en la matriz de la cultura política
ecuatoriana, donde por décadas se han ido sustituyendo las distintas
formas de populismo, velasquismo, bucaramismo, roldosismo.
De tal manera que aquí en el terreno
de la cultura política, no se nota ningún cambio, las mismas redes
clientelares, la de los populismos anteriores que han sido asimiladas y
las nuevas que ha constituido el nuevo régimen se han fusionado. Esto
quiere decir que en lo que se refiere a organización popular autónoma,
procesos de constitución de un poder democrático del pueblo, poder
popular, no hay nada.
Para ilustrar las formas populistas
podemos decir que en las listas de Alianza País, movimiento político del
cual Correa es su líder, iban tres destacados futbolistas ex
seleccionados que sin duda fueron un aporte deportivo para el país, pero
hay serias dudas, de que sean un aporte en la generación de las leyes
que el Ecuador necesita.
Quizás el asunto del bono de pobreza
(bono de desarrollo humano) sea el asunto más ilustrativo de cómo se
manifiesta el populismo asistencialista. El candidato neoliberal un ex
banquero, Guillermo Lasso, en sus ofertas populistas de campaña propuso
elevar este bono de 35 a 50 dólares. Vino el Presidente Correa para
quitarle peso a la propuesta derechista, propone subir el bono casi de
inmediato a los 50 dólares, pero parte considerable del bono va ser
financiado con las sobre ganancias que han obtenido los bancos. Ahora,
efectivamente se subió el bono en poco tiempo, esta ayuda beneficia a
cerca un millón doscientos mil personas en pobreza extrema. La medida
que podría calificarse como tipo Robín Hood fue calificada de
redistribución socialista, cuando simplemente es un subsidio a la
pobreza. Desde luego no está mal, asistir a los más pobres, pero pasar
esto como socialismo es alterar el sentido de las cosas.
De hecho el bono lo implantó el Presidente más neoliberal que tuvo el
Ecuador, Jamil Mahuad, quien además comenzó la dolarización del Ecuador.
Para formarse una idea de cómo es el
entretejido político tenemos que el banquero antes mencionado señaló en
varias ocasiones que, en la campaña anterior había recibido la visita de
Rafael Correa quien junto con conversar temas de la política del país
le solicitó aportes para la campaña, pedido que le fue concedido, ahora
el banquero siempre se negó a señalar los montos del o de los aportes.
También contribuye sin duda a explicar
el triunfo actual del presidente Correa, el hecho de contar con parte
importante de los recursos de gobierno a su favor, cuestión que de
ninguna manera es menor.
En relación con la campaña electoral
pasada hubo un notorio desplazamiento discursivo desde la consigna “La
patria ya es de todos” al “Ya tenemos presidente, Rafael”, desde una
consigna incluyente que rescataba al Ecuador de las manos de la
oligarquías se pasa a centralizar la campaña en la persona del
Presidente, que por más carismática y valiosa que sea sigue siendo una
persona. En rigor lo que ocurrió es que se llamó a votar en plancha y la
gente votó por Rafael Correa en tanto persona, no por un programa o un
ideario, esto da como resultado que la mayoría de la gente no sabe a
quien eligió como sus representantes a la asamblea.
El partido Socialista Frente Amplio
que ha sido un fiel y leal colaborador del presidente Correa desde el
principio de la “Revolución Ciudadana” fue en listas separadas y no
eligió ni a un solo diputado, en consecuencia quedó sin ninguna
representación parlamentaria, es decir, la avalancha afectó hasta los
aliados, el culto a la personalidad, el caudillismo recuerda las peores
formas del populismo. Todo está concentrado en una persona.
El apoyo que recibe el Presidente
Rafael Correa al parecer se ha vuelto un apoyo incondicional, de tal
manera que le ha creado una especie de blindaje que lo deja inmune a una
serie de escándalos de corrupción que estallan a su alrededor, está por
ejemplo el caso de su primo Pedro Delgado quien fue designado en altas
responsabilidades en el Banco Central y otras instituciones, desde hace
20 años se manejaba con un título de economista falsificado. El caso
Delgado recrudeció a raíz de que se otorgó un crédito de 800.000 mil
dólares a un ciudadano argentino en forma ilegal. Al señor Pedro Delgado
se lo dejó salir del país después de haber confesado públicamente el
delito de falsificación del título con la excusa de que un hijo se
casaba en Miami y después volvía hacer frente a la justicia, desde luego
no volvió. Además estalló durante la campaña la acusación desde la
oposición en el sentido que Jorge
Glas actual Vicepresidente electo había realizado plagio en su tesis de
grado. Esto, desde luego, no son los únicos casos de corrupción, pero
al parecer no produjeron la pérdida de ni un solo voto a Rafael Correa
Delgado.
La izquierda que estaba en Alianza
País rompió con el gobierno de Correa y creó junto a la expresión
política indígena Pachacutik “El movimiento Plurinacional de las
izquierdas”, con un excelente candidato Alberto Acosta, ex presidente de
la Asamblea Nacional Constituyente, quien comenzó a discrepar del curso
que fue tomando “La Revolución Ciudadana” hasta romper con el gobierno.
Obtuvo esta coalición de izquierdas el 3.2% de la votación. La
izquierda que todavía está en el gobierno o en el movimiento Alianza
País está cada vez más marginada y jugando un rol secundario.
Pero lo más nocivo es que el
movimiento indígena por ejemplo ha sido cooptado a la redes clientelares
gobiernistas, en general todo lo que era organización popular
independiente ha sido arrastrada por la marea de este nuevo populismo.
Todas estas cosas nos pueden dar una
idea aproximada de como se fue construyendo el caudal electoral que dio
semejante triunfo a Rafael Correa. Tenemos que agregar además que
aparentemente vivimos la paradoja de un “socialismo del buen vivir”
conducido por un gobierno de centro derecha cuyo Presidente tiene como
horizonte la doctrina social de la iglesia católica mezclada
barrocamente con una serie de otros aditamentos ideológicos de todo
tipo, alfarismo, bolivarianismo, etc., pero si llegar a mezclarse con el
marxismo. El Presidente Correa siempre se ha mostrado notoriamente
hostil al marxismo.
Contribuye de alguna manera a
clarificar las cosas, saber que el presidente Correa tiene entre sus
colaboradores cercanos e influyentes a personas que decididamente son de
derecha, el secretario jurídico de la presidencia Alexis Mera de
cercanías social cristianas, un hombre importante en el régimen; Ivon
Baki a cargo del emblemático proyecto Yasuní, amiga de millonarios
estadounidenses, ex colaboradora en el gobierno de Lucio Gutiérrez, los
hermanos Alvarado que manejan los aspectos comunicacionales como si todo
fuera mercadeo y así una camada de colaboradores reciclados de lo que
el mismo presidente Correa denominó la vieja partidocracia. En general
la caracterización social del estamento gobernante responde a una clase
media tecnocrática, no se aprecian indígenas, obreros o gente de origen
plebeyo, ahora esta tecnocracia en el fondo no es más que mediadora de
una nueva hegemonía empresarial, la beneficiaria
del modelo económico. Como una muestra más del curso derechista que ha
ido tomando el régimen tenemos el hecho de que el Presidente abogó por
salvar judicialmente a Alberto Dahik un economista neoliberal acusado de
corrupción mientras ejercía el cargo de vicepresidente en el derechista
gobierno de Sixto Durán Ballén, Dahik efectivamente quedó libre de
polvo y paja.
La situación de triunfo le da al
actual mandatario del Ecuador el poder cuasi total, en todas las
funciones del Estado ejerce una influencia decisiva, una mayoría de más
de los dos tercios en la Asamblea Nacional, con el control de la función
electoral donde todos los miembros fueron funcionarios del gobierno del
Presidente Correa pinta un cuadro poco proclive a la democracia.
Para no ir más lejos se acaba de
condenar como terroristas a 10 jóvenes opositores ligados a una
organización de izquierda, por reunirse a apoyar la marcha por la vida,
se los acusó de fabricar bombas panfletarias, cuestión que no se pudo
probar durante el juicio; se tiene judicializado a decenas de dirigentes
indígenas, por participar en movilizaciones en contra de la nueva ley
de aguas, también se los ha acusado de sabotaje y terrorismo, es decir,
se ha criminalizado la protesta social, acaban además de ser amenazados
algunos estudiantes secundarios del delito de rebelión por haber salido
en una protesta por las calles causando algunos destrozos menores, es
decir, en proyección y alentado por el triunfo electoral se viene un
recrudecimiento del autoritarismo y la represión.
Siguiendo en el mismo plano de la
proyección, lo que se viene es la continuación de la ruta desarrollista,
a esta nueva etapa que se piensa implementar la han denominado cambio
de la matriz productiva y energética, sin cuestionar por cierto, las
actuales estructuras, por ejemplo no se habla para nada de una reforma
agraria. En definitiva no estamos frente a un proceso emancipatorio sino
en rigor a una versión posmoderna del desarrollo.
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