Info Gaia. Internacionalista y Anticapitalista (http://bolgaia.blogspot.com.es)
TxA: Antes de que hablemos del
reciente proceso electoral y sus resultados, quiero preguntarte: ¿tras
algo más de seis años de gobierno del presidente Rafael Correa, cuál es
tu visión de la situación en la que se encuentra el Ecuador respecto a
su pasado más reciente?
DM: El Ecuador previo al triunfo
electoral de Rafael Correa, era un país en el cual el sistema de
partidos establecidos tras el régimen militar de la década de los 70
había perdido toda legitimidad social. La deuda externa anulaba toda
posibilidad de inversión pública y social y la impunidad campaba a sus
anchas en un sistema político muy corrupto establecido en torno a
gobiernos que se caracterizaban por su debilidad política.
A esto hay que sumar que tras casi tres
décadas de neoliberalismo, el Estado se había visto reducido a su
mínima expresión y la dolarización efectuada en el año 2000 había
eliminado la soberanía monetaria y los instrumentos clásicos de política
cambiaria. De igual manera la política comercial estaba maniatada por
tratados internacionales y gran dependencia hacia los EEUU.
En estos seis años de gobierno del
presidente Correa se han desarrollado políticas de intervención pública
en la economía nacional, lo que ha conllevado su dinamización. De igual
manera, se ha priorizado la inversión social, anteponiendo políticas de
subsidios e inversión en salud y educación a los requerimientos
provenientes de las instituciones de Bretton Woods.
La reinstitucionalización del Estado ha
conllevado una serie de logros en política fiscal y la renegociación de
los contratos petroleros. Esta situación, sumada al incremento de
precios de los commodities en el mercado internacional, los
créditos obtenidos por el Estado del Instituto Ecuatoriano de la
Seguridad Social, los logros de una exitosa recompra –en 2009- de una
parte de los Bonos Global, así como la estabilización del beneficio
indirecto que suponen las remesas provenientes del exterior, ha
permitido a este gobierno dotarse de importantes recursos para afrontar
inversión social y modernización de infraestructuras.
El gobierno dejó de ser débil y tal y
como le corresponde a la tradición caudillista latinoamericana, el poder
del régimen pasó a emanar de la adoración popular al líder.
Lamentablemente, mi percepción es que en materia de corrupción, la
situación no ha evolucionado demasiado.
TxA: Por tu respuesta entiendo entonces que a nivel general consideras positiva la gestión del actual gobierno…
DM: Esta conclusión depende de a través
de que cristal quieras mirar las realidades existentes. Si lo haces
desde un visión despolitizada o de un analista convencional, la
situación ha mejorado notablemente respecto a su pasado inmediato. Sin
embargo, siendo tu mirada la de un activista social, te diré que si bien
es cierto que los trabajadores del país han incrementado su nivel
salarial durante la gestión del actual gobierno, y que por lo tanto
existe un crecimiento de la clase media y del consumo en el mercado
interno ecuatoriano, también lo es que dicho incremento en ingresos
dista mucho de los beneficios económicos obtenidos por los grandes
grupos del capital existentes históricamente en el país.
La optimización de los recursos
económicos gestionados por el Estado, así como el crecimiento económico
del Ecuador, no ha significado cambios estructurales en el aparato
productivo tradicional heredado del neoliberalismo. Vale la pena
referenciar que en Ecuador, 62 grupos económicos concentran el 41% del
PIB; la riqueza no petrolera continúa en manos de importadores,
intermediadores financieros y sector comercial; en los hogares se carece
de cultura de ahorro y se tiende al consumo externo; la industria
manufacturera excluyendo refinación de petróleo no supera el 14% del PIB
y la agricultura continúa estancada siendo el feudo del agrobusiness exportador.
Paralelamente la tendencia al consumo
de importados se mantiene, situación que hace que la Balanza Comercial
no petrolera sea claramente deficitaria a pesar de los gravámenes
arancelarios implementados sobre determinados productos. El país sigue
anclado al petróleo y la exportación de productos primarios, se vive de
transportar productos hacia fuera y no de transformarlos generando valor
agregado. Tras seis años de gobierno lo que existe es una reafirmación
del Ecuador como “país producto”, con escasísimos avances en materia de
cambio de matriz productiva.
De igual manera, a pesar de los
incrementos en inversión en educación y salud, la calidad de estos deja
mucho que desear. No existe correspondencia entre logros y la inversión
realizada, lo cual podría entenderse como cierta ineficiencia en la
gestión del régimen.
En resumen, si comparas al actual
gobierno con la mediocridad de los gobiernos anteriores, la gestión del
presidente Correa es indiscutiblemente mejor y ahí están sus logros. Eso
viene a significar que el gobierno del presidente Correa es mejor
gestor del capital que los gobiernos neoliberales anteriores. El propio
presidente lo explicitó en enero del año pasado ante un medio
gubernamental indicando textualmente que su éxito consisten en que “básicamente estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación”.
TxA: ¿Y no te da que pensar que
mientras otros gobiernos del planeta viven de rodillas ante el poder del
sector financiero, en Ecuador se ha golpeado duramente a la Banca
Privada con la medida adoptada por el presidente Correa de que sean
ellos quienes financien con parte de sus beneficios el incremento de 30 a
50 dólares del Bono al Desarrollo Humano?
El incremento del Bono al que haces
referencia, por cierto, un subsidio proveniente de la época neoliberal,
no es más que una medida populista adoptada en medio de la campaña
electoral. La estrategia fue buena, a la par que se resolvía
parcialmente problemas para llegar a fin de mes a unos 2 millones de
receptores del subsidio, se capturaba a través de una clásica medida
clientelar a más del 17% del electorado ecuatoriano.
Debes tener en cuenta también que el
crecimiento acumulado de utilidades por la Banca Privada durante estos
seis años de gobierno ha sido un 70% superior respecto al mismo periodo
de los gobiernos neoliberales inmediatamente anteriores. El beneficio de
la Banca Privada en el Ecuador se estima en un 17% sobre su patrimonio
neto, mientras que en la cuna del capitalismo mundial, los EEUU, dicho
porcentaje se mueve entre los 6 y 8 puntos. De igual manera, si comparas
entre los mismos períodos de tiempo los beneficios de las 100
principales empresas privadas que operan en el país, podrás apreciar que
estos se elevan también por encima del 50%. Si el presidente Correa
hubiera querido golpear al sector financiero por sus desorbitados
beneficios, lo normal es que hubiera puesto límites a los tipos de
interés que aplica la banca sobre sus clientes. Con la actual medida,
quien pagará realmente el incremento del Bono serán los usuarios del
sistema financiero, mientras que la Banca seguirá manteniendo tasas de
beneficio muy superiores a las que corresponde a un servicio de utilidad
pública.
En resumen, la dinamización económica
está permitiendo que los grupos de capital ecuatoriano rentabilicen como
nunca esta situación de bonanza. El incremento en las remuneraciones
percibidas por los trabajadores está lejos de afectar a la plusvalía de
las que se apropian las empresas y la presión fiscal, aunque se recauda
notablemente más, esta lejos ejercer un papel realmente socializador de
la riqueza nacional. Ten en cuenta que la evasión fiscal, a pesar de los
logros del gobierno en este sentido, aun se estima en torno al 40%. El
sector privado se queja de forma permanente porque “quien no llora no
mama”, pero no es más que una estrategia utilizada por las cámaras de
producción y comercio. En ese contexto, se genera empleo, aunque se
carece de estudios serios sobre la calidad de estos, y se incrementa el
consumo. Así el sistema sigue siendo funcional a su lógica de
perpetuación.
TxA: Tu has asesorado varias campañas
electorales a diferentes candidatos de izquierdas en América Latina,
¿qué diferencias encuentras entre la campaña electoral de Alberto Acosta
y otras en las que has estado implicado? ¿cómo explicas los malos
resultados obtenidos por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas el
pasado 17 de febrero?
DM: Respecto a tu primera pregunta,
debo indicar que cada campaña electoral es una historia diferente en
función de las realidades políticas existentes en cada lugar. En lo
referente al proceso ecuatoriano, todavía el Consejo Nacional Electoral
(CNE) está en fase de procesamiento de datos, con lo cual hay que
esperar para poder hacer un análisis pormenorizado. De todas formas me
voy a atrever a indicarte algunas cuestiones.
Empiezo por la autocrítica interna,
proceso que según entiendo está en evaluación al interior de la Unidad
Plurinacional. Entre los muchos elementos que podrían ser referenciados,
quiero destacar lo siguiente: el proceso de conformación de esta
alianza política es reciente, lo cual explica que no estén debidamente
engranados los mecanismos de coordinación entre direcciones
provinciales, direcciones nacionales y demás. Esto se evidenció en
eslóganes diversos, variados jingles de campaña, dificultades en
la ágil distribución de materiales e incluso diversidad de mensajes
electorales en función del territorio y los candidatos. Esa dispersión
en los mensajes y falta de coordinación tiene un costo electoral, como
también lo tiene no haber leído adecuadamente el momento político que
vivimos.
Respecto a lo externo, también hay
muchas cuestiones que se podrían señalar. Voy a indicar tan solo
algunas. La candidatura de la Unidad Plurinacional es a todas luces la
que menos recursos económicos dispuso durante la contienda electoral, lo
que la situó en una posición de inferioridad respecto a sus oponentes.
También hay que destacar que la campaña se desarrolló en un marco legal
perfectamente diseñado para beneficiar al oficialismo. La implementación
del Sistema d´Hont potencia a las grandes opciones políticas en
una lógica que buscó el bipartidismo, y dentro de este, la priorización
sobre-ponderada de la opción más votada. De igual manera, los
posicionamientos del Consejo Nacional Electoral, teórico órgano autónomo
rector de la democracia en el país, fueron bastante arbitrarios,
inclinó la cancha a favor de unos y en contra de otros.
Por último, la campaña de desprestigio
realizada por el oficialismo y sus herramientas de comunicación sobre
alguna de las organizaciones políticas de la alianza electoral fue
desinformadora y malintencionada. Más allá de los errores y aciertos que
las organizaciones políticas de la izquierda tradicional puedan haber
cometido en diferentes momentos de la reciente historia del Ecuador, es
evidente que dicha estrategia consistió en desprestigiar la candidatura
de Acosta en lugar de debatir sus propuestas políticas y plan de
gobierno. Cabe indicar que mientras el oficialismo se dedicó mostrar las
infraestructuras creadas en los últimos seis años, y la derecha a
cuestionar la labor gubernamental, el único candidato que habló de
política en esta campaña fue Acosta.
De todas fomas, no quiero que mis
palabras sean entendidas como excusas o justificaciones de la Unidad
Plurinacional. El análisis que allá se haga y su socialización ante el
conjunto de la sociedad deben posicionarlo sus voceros y líderes.
TxA: ¿Cuál es el costo político para Alberto Acosta?
DM: Esa pregunta debería contestarla
Alberto Acosta. En todo caso te voy a dar mi opinión personal. Para
gentes que, con sus aciertos y errores, están/estamos de una u otra
forma implicados colectivamente en transformar el mundo en algo mejor,
hay una exposición cotidiana a las derrotas. En este sentido, que lo
mejor para la salud física y mental es aplicar la filosofía del bushido: “un guerrero acepta la derrota como una derrota, sin transformarla en victoria”.
Ecuador vive su momento post-electoral.
Digamos que es algo similar a cuando tras las batallas del Medioevo,
los escenarios de guerra se llenaban de especímenes carroñeros a la
búsqueda de su alimento. Leo en periódicos oficialistas y privados,
crónicas y análisis escritos con cierta saña sobre los errores de
Acosta: lo que debería haber hecho y lo que no, con quien se juntó o se
dejó de juntar, lo que dijo o dejó de decir. Refleja ese momento en el
que tras la caída de un guerrero, tras una batalla claramente desigual,
este se ve rodeado de todo un ejército de cobardes que por un momento se
llenan de valor para sacar sus armas y rematarlo. ¿Recuerdas el
episodio del 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera?
Alberto Acosta es el pensador actual
más interesante, políticamente hablando, de este país, y representa a la
izquierda más interesante existente por acá en este momento. Mi opinión
es que Acosta aceptó el reto de ponerse en la primera fila de la
resistencia al proceso neodesarrollista por requerimiento de amplios
sectores sociales y de las resistencias activas.
Tras ese primer paso,
se definió un proceso de primarias al interior de la Unidad y su
elección por parte de las bases de organizaciones políticas más
tradicionales fue abrumadora. El mismo presidente Correa reconocía
recientemente que la izquierda no podía contar con un candidato mejor a
pesar de su derrota. Ahora leo a la periodistas, analistas variopintos y
funcionarios del régimen indicando que el fracaso de Acosta es el fruto
de una campaña con marcado perfil ideológico, que debería haber hablado
de bajar impuestos y no sobre alternativas al extractivismo o la
necesidad de construir el socialismo desde la democracia, que si su
error fue atacar al régimen al que ayudó a llegar al poder mientras
otros indican que no lo atacó suficientemente.
Personalmente pienso que
Acosta hizo lo que debía hacer y fue coherente consigo mismo y los
postulados que históricamente ha defendido. Desarrolló una campaña donde
trató de posicionar debates importantes en la sociedad ecuatoriana, de
forma propositiva e ignoró la bronca sobre quien había financiado a
Correa, sobre titulaciones académicas falsas de altos funcionarios
públicos o sobre diversos casos de corrupción del régimen. Que la
sociedad ecuatoriana entienda estas propuestas o tenga voluntad de
debatir sobre ellas en este momento requiere otro tipo de análisis.
Alberto, como persona inteligente que
es, se recuperará de este fracaso. En todo caso, son las personas menos
inteligentes las que demuestran su incapacidad para recuperarse del
éxito cuando coyunturalmente lo obtienen.
TxA: Desde tu perspectiva y tras
estos resultados, ¿crees que existen condiciones para la conformación de
una alternativa izquierdas mientras se mantenga el gobierno del
presidente Correa?
DM: El gobierno actual tiene una visión
desarrollista basada en el neoextractivismo por la cual pretende, sobre
la base de la renovación técnica y científica, llevar adelante un
proceso de sustitución de importaciones, desarrollando la
industrialización nacional y acompañándola de ampliación del mercado
interno que implique la creciente producción nacional. Para esta
finalidad entiende que el sector empresarial es su aliado fundamental, y
ello explica que no exista conflicto entre Capital y Estado. El propio
presidente Correa ha afirmado públicamente que en el “socialismo del
siglo XXI” no hay espacio para lógicas vinculadas al conflicto de
clases.
La visión gubernamental es la búsqueda
de la construcción de una clase media con capacidad de consumo y una
aproximación al Estado del Bienestar (Estado proveedor de ciertos
servicios o garantías sociales a la población) que tiene mucho que ver
con el modelo keynesiano desarrollado en la Europa tras la guerra. Se
confunde así el concepto del Estado de Bienestar con el objetivo
constitucional del Buen Vivir –Sumak Kawsay-, dado que este último tiene
una profundidad de contenidos superador de la estricta providencia y
del concepto clásico de desarrollo. Por su complejidad, se hace de
difícil comprensión para economistas de corte cepalino.
Es por ello que se carece de voluntad
para transformar el sistema económico en algo que vaya más allá de lo
que se ha venido en definir como “capitalismo de rostro humano”. Ha sido
el propio presidente Correa durante la campaña electoral quien indicó
que uno de los errores de la izquierda es haber negado el espacio para
lo que él llama una “economía capitalista moderna”.
Es desde ahí desde donde se explica que
pasados seis años que gobierno no existan cambios en el sistema de
acumulación heredado de la época anterior. Por poner tan solo un
ejemplo: en Ecuador, el 5% de propietarios sigue concentrando el 52% de
tierras agrícolas, mientras el 60% de pequeños propietarios accedan tan
solo al 6,4% de estas. Ni se democratiza el acceso a la tierra ni
tampoco al agua, otro elemento en poder de pocas manos. Esta situación
se agravará en un futuro inmediato con la implementación de amplias
zonas para el desarrollo de biocombustibles y la voluntad presidencial
de modificar la Constitución con el fin de facilitar el cultivo de
semillas transgénicas.
Todo ello nos lleva a determinar que lo
que se vive en Ecuador en este momento es, estrictamente hablando, el
más serio proceso de modernización capitalista que ha vivido el país en
toda su historia. La novedad en todo caso consiste en dicho proceso se
reviste de un discurso de izquierdas, cosa que no había ocurrido con
anterioridad.
Si como vemos, el presidente Correa
habla de “economía capitalista moderna”, igual que su homóloga argentina
habla de “capitalismo serio”, y así podríamos proseguir por la mayoría
de los países región, sin duda hace falta algo nuevo y no solo en
Ecuador. Mientras los apólogos europeos del populismo siguen definiendo a
estos procesos como revolucionarios, socialistas, transformadores y
demás, la realidad social hace necesario que se re-articulen
organizaciones sociales que propugnen una transformación social real
hacia sociedades justas y equitativas, la defensa de la naturaleza, el
Estado Plurinacional como un nuevo concepto superador de los
Estado-control o criminalizador de resistencias, la superación del
modelo consumista como lógica de realización personal y del modelo
social patriarcal.
Es fundamental que este nuevo espacio
de confluencia, esta por ver cual es el modelo de articulación más
idóneo, entienda que los modelos de desarrollo tradicionales nos llevan
al colapso civilizatorio, que el planeta ya no aguanta más, que el
petróleo se agota y que la sustitución del crudo por la minería a gran
escala u otros factores extractivos no soluciona el problema de fondo.
Es necesario que se entienda también que la producción de alimentos será
en breve insuficiente a escala planetaria, que ello conlleva un
replanteamiento sobre el convertir alimentos en combustibles y que la
solución no pasa por cultivar semillas genéticamente modificadas, sino
por políticas reales que desemboquen en la soberanía alimentaria. Ese
nuevo movimiento emancipador, debe entender también que los efectos del
cambio climático y la sociedad de consumo nos llevan a derivas
catastróficas, y por lo tanto de lo que se trata es de modificar los
esquemas de sociedad y no de imitar modelos externos que en algún
momento fueron considerados exitosos. Sobre el poder social y la
autogestión local, la economía social y solidaria, así como la
conformación de mercados justos y orgánicos, se sostienen las bases para
la construcción de alternativas civilizatorias.
TxA: ¿No podría parecer algo utópica tu posición?
DM: Lo que me parece utópico es pensar
que consecuencia de coyunturales bonanzas económicas de carácter
regional que conllevan al desarrollo de modelos sociales basados en el
incremento del consumismo, se pueda superar la actual crisis
multifacética existente a nivel planetario. También me parece utópico
pensar que existe alguna posibilidad de construir procesos de
transformación social en los países del Sur, a través de los recursos
obtenidos por la hiper-explotación de la naturaleza, que tienen como
destino alimentar las necesidades del capitalismo global. Que decir
también sobre la utopía de pensar que a través de la democracia
representativa, en un sistema globalmente corrompido por el poder de las
transnacionales y del capital financiero, se pueden articular las bases
para una verdadera transformación social.
En América Latina se vive la
construcción de un nuevo modelo de dominación que se caracteriza por una
fuerte injerencia del aparato público. No es una novedad histórica,
pero en todo caso tiene que ver con la nueva versión del capitalismo en
su fase pos-neoliberal. En el marco de la reinstitucionalización del
Estado, una demanda proveniente de los sectores en resistencia durante
la era neoliberal, se han articulado gobiernos que en su mayoría se
caracterizan por captación o destrucción de cualquier capacidad autónoma
de organización social. ¿Qué es lo que viene a significar esto? Pues
vivimos nuevos procesos de conservadurismo social, las sociedades
latinoamericanas se entregan a la tutela estatal, abandonando su rol
como actores protagónicos del cambio. El protagonismo queda entonces en
manos de líderes carismáticos cierto alto grado de personalismo que
anulan los procesos colectivos, generando lógicas de autoritarismo a
diferentes escalas según el proceso o país al que hagamos referencia. A
esto, pensadores afines a estos regímenes, lo llaman “gobiernos
populares fuertes”. ¿No te parece surrealista?
TxA: ¿Entonces se equivocó el pueblo ecuatoriano votando arrasadoramente por Correa?
DM: Mientras exista condiciones de
bonanza económica, lo normal es que estos procesos políticos -en Ecuador
y resto de la región-, tengan continuidad. La gente está mejor que
antes, eso es indiscutible y en estas condiciones los procesos de
concienciación social son lentos y tediosos. Eso explica la estrategia
desarrollada por el zapatismo en los últimos años, desapareciendo sin
haber nunca desaparecido, para rescatar su fuerza desde las
profundidades de su territorio.
Por otro lado, mientras no suceda algo
catastrófico en China, situación que no se atisba en el horizonte
inmediato, sus necesidades para el desarrollo interno seguirán
manteniendo precios altos de los commodities, lo cual mantendrá en América Latina a todo el mundo feliz y contento. “Pan para hoy y hambre para mañana” si hablamos desde una mirada más global pensamos en la sostenibilidad planetaria.
Respecto al voto de la población
ecuatoriana el pasado 17 de febrero solo puedo decirte aquello que ya
dijo Sartre hace más de treinta años: “el ser humano nace libre, responsable y sin excusas”.
La gente votó lo que consideró mejor para su devenir personal y
familiar. Eso no exime a los movimientos contestatarios de su
legitimidad para plantear sus alternativas o tener una visión política
distinta al nuevo pensamiento único regional. Tu eres miembro del
movimiento conocido internacionalmente como “Indignados”, que te voy a
decir que no sepas al respecto, pero a pesar de ello somos optimistas,
porque el pesimismo es algo que fue permisible para personas sensatas en
momentos menos difíciles que este.
* Decio Machado,
es un sociólogo hispano-brasileño vinculado a diversos movimientos
sociales de América Latina. Ejerció como asesor en la campaña electoral
de Alberto Acosta (Unidad Plurinacional de las Izquierdas) en las
elecciones presidenciales del Ecuador del pasado 17 de febrero.
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