Jasmina Tesanovic · · · · · |
Hace años, durante el reinado de Milosevic
en Serbia, escribí un ensayo titulado “Gente decente”. Trataba del 80% del
pueblo serbio, la clásica mayoría silenciosa, que vivía en la negación del
genocidio de Srebrenica, de los francotiradores en Sarajevo, del bombardeo de
Dubrovnik.
Esta llamada gente decente que no podía captar
la cruel realidad política y militar. Pero, al fin, el daño a
la vida cotidiana se hizo intolerable; la gente decente no podía seguir con su
farsa de normalidad como carteros, ingenieros o dentistas. El 5 de octubre del
2000, un millón de personas tomaron las calles de Belgrado y depusieron al
tirano.
Sin embargo, luego el tiempo se paró en
Serbia. El 6 de octubre no llegó a amanecer para la desconcertada Serbia, ni
siquiera 12 años más tarde. Milosevic murió en la cárcel de La Haya, mis padres,
de la era yugoslava, están muertos, mi cartero está jubilado y los que están en
el Parlamento ahora son la siguiente generación de esas personas decentes.
Ninguna de las verdades dolorosas ha sido admitida y confrontada, hubo una
rebelión de los decentes pero no un cambio real en la sociedad.
Como de costumbre, hace unos días, el
recién elegido primer ministro serbio prohibió la manifestación anual del
Orgullo Gay. Decía que el 80% de la población serbia estaba en contra de las
manifestaciones gais y alertó del peligroso e inevitable ataque a los gais en
las calles. Este nuevo primer ministro es un antiguo miembro del partido de
Milosevic. Aplastar las aspiraciones de los gais y lesbianas serbias se ha
convertido en rutina, habiendo manejado ya antes el problema con éxito.
Sólo ha habido una verdadera manifestación
gay pública, ostensible en el 2010, con fuerte escolta policial y sí, violentos
incidentes provocados por los hooligans de extrema derecha. Estos populistas
son agitadores bien entrenados, con un extremismo fácil de predecir, pero las
personas decentes, en muchos sentidos, son todavía peores. En el 2001, realizamos
una acción en la calle a favor de gais y lesbianas y los ciudadanos gritaban
obscenidades, nos escupían y nos empujaban. Recuerdo vivamente a un hombre de
mediana edad, su cara distorsionada por el odio y el enfado, siguiendo nuestras
pancartas pro gais y lesbianas y lanzando insultos.
Pensé que era un acosador trastornado,
pero al día siguiente me lo encontré en el mercado local con su mujer y una
criatura pequeña. Era educado, buen vecino, saludaba. Era un patriarca
respetable de una pequeña familia, comprando, en domingo como hacen las
personas decentes, excepto cuando la sociedad fracasa tanto que no hay nada de
dinero y nada en las tiendas. Se sentía orgulloso de escupir sobre mí, lo
consideraba un deber cívico.
El día del Orgullo Gay fue este año en un
sitio cerrado y más una protesta que una manifestación. Aún así hubo mucho
aspaviento por parte de la policía, que consideró el centro de prensa como si
fuera una fortaleza asediada, vació el centro de Belgrado y aisló a gais y
lesbianas. Los y las activistas metidos entre cuatro paredes se prometían unos
a otros futuros más felices pero muchos evitaron ir a la engañosa “no
manifestación”.
Tal circunstancia la convirtió en una
oportunidad para que nuestros seguidores y amigos extranjeros nos manden
correos electrónicos de apoyo. Los países occidentales son perfectamente
conscientes de que la derecha serbia ha hecho de la existencia de gais y
lesbianas un tema “cuña” y, por su parte, Occidente lo convierte en un test de
sus propias actitudes hacia el nuevo gobierno de Serbia. El panorama es más sombrío
a mayor escala. En Rusia y Ucrania hay serios intentos de volver a criminalizar
a los gais y lesbianas y los serbios se ven alentados por estos ejemplos
eslavos de una nueva y extraña alianza autocrática de KGB, ortodoxos, fundamentalistas.
Mis amigos en Italia celebraron
recientemente son éxito las manifestaciones del día del Orgullo Gay, además de
una boda entre gais en público, con el júbilo ingenioso de la commedia dell’arte,
¡en el país del papa! Sin embargo, también en Italia las personas decentes se
esconden ante la perspectiva de los matrimonios gais y la legalización de las
parejas gais. Los italianos trataron de consolarme ante la universalización de
la homofobia.
Pero la sociedad italiana, tocada por los
abusos sexuales de la curia y los harenes de Berlusconi, no puede ser una masa
tan sólidamente compacta en su ignorancia negadora como las personas decentes
en Serbia. Los serbios han venido defendiendo durante siglos su herética heterodoxa
Ortodoxia de los ataques que venían desde los cuatro puntos cardinales y el
centro. El rigor y la presión tienen un efecto fosilizador
En Italia, puedes ser atracado si eres un
turista –cada día italianos decentes estafan alegremente a extranjeros,
engañando y timando por un par de euros-. En Serbia, la hospitalaria gente
decente alimentará a un invitado con sus últimas migajas de pan y sal, pero
pondrá la cabeza del invitado en una pica si ofende su código de honor. La
fortaleza de la iglesia ortodoxa, que dicta agresivamente los nuevos-viejos
códigos de la expansión fundamentalista cristiana, está aliada con el
nuevo-viejo régimen político, el gobierno que estuvo fuertemente implicado en
guerras y saqueos.
Sin embargo, también hay accesos de incomodidad.
Durante la semana del Orgullo Gay en Belgrado, se vio un espectáculo de una
artista sueca, Elisabeth Ohlson Wallin, llamado “Ecce Homo”. De una forma deliberada
e irónica, presentaba a Cristo y a sus discípulos como chicos gais. Este show
claramente blasfemo fue protegido por dos mil policías mientras una protesta de
la llamada “gente de familia” aprovechaba la oportunidad para promover la
agenda de la derecha a la vuelta de la esquina. Belgrado, que es después de
todo la ciudad de Marina Abramovic (aunque nunca se ha reconocido el trabajo de
esta artista mundialmente famosa), atrajo a algunos activistas y amantes del
arte que apreciaron y disfrutaron del espectáculo.
Homofobia, nacionalismo, racismo,
clericalismo, fundamentalismo, tienen todos la misma raíz: el miedo al Otro, y el
mismo objetivo: la homogeneización de todas las diferencias. Si eres gay o
lesbiana por lo menos tienes la alegría de saber que tu lucha es compartida en
todo el mundo, pero la gente decente del planeta, envuelta en engaños políticos
y supersticiones religiosas, parece que se encierran en una serie planetaria de
armarios cada vez más estrechos.
Traducción: Marisa Mendez-Vigo
Jasmina
Tesanovic es una destacada militante feminista y
pacifista de las Mujeres de Negro de Serbia
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lunes, 29 de octubre de 2012
La gente decente y la homosexualidad en Serbia
Etiquetas:
COLONIALIDAD,
COYUNTURA,
GENERO/LGTTB,
IDENTIDADES,
LGTB,
MOVIMIENTOS,
POLITICA
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