lunes, 29 de octubre de 2012

La gente decente y la homosexualidad en Serbia


Jasmina Tesanovic · · · · ·
 Hace años, durante el reinado de Milosevic en Serbia, escribí un ensayo titulado “Gente decente”. Trataba del 80% del pueblo serbio, la clásica mayoría silenciosa, que vivía en la negación del genocidio de Srebrenica, de los francotiradores en Sarajevo, del bombardeo de Dubrovnik.

Esta llamada gente decente que no podía captar la cruel  realidad  política y militar. Pero, al fin, el daño a la vida cotidiana se hizo intolerable; la gente decente no podía seguir con su farsa de normalidad como carteros, ingenieros o dentistas. El 5 de octubre del 2000, un millón de personas tomaron las calles de Belgrado y depusieron al tirano.

Sin embargo, luego el tiempo se paró en Serbia. El 6 de octubre no llegó a amanecer para la desconcertada Serbia, ni siquiera 12 años más tarde. Milosevic murió en la cárcel de La Haya, mis padres, de la era yugoslava, están muertos, mi cartero está jubilado y los que están en el Parlamento ahora son la siguiente generación de esas personas decentes. Ninguna de las verdades dolorosas ha sido admitida y confrontada, hubo una rebelión de los decentes pero no un cambio real en la sociedad.

Como de costumbre, hace unos días, el recién elegido primer ministro serbio prohibió la manifestación anual del Orgullo Gay. Decía que el 80% de la población serbia estaba en contra de las manifestaciones gais y alertó del  peligroso e inevitable ataque a los gais en las calles. Este nuevo primer ministro es un antiguo miembro del partido de Milosevic. Aplastar las aspiraciones de los gais y lesbianas serbias se ha convertido en rutina, habiendo manejado ya antes el problema con éxito.

Sólo ha habido una verdadera manifestación gay pública, ostensible en el 2010, con fuerte escolta policial y sí, violentos incidentes provocados por los hooligans de extrema derecha. Estos populistas son agitadores bien entrenados, con un extremismo fácil de predecir, pero las personas decentes, en muchos sentidos, son todavía peores. En el 2001, realizamos una acción en la calle a favor de gais y lesbianas y los ciudadanos gritaban obscenidades, nos escupían y nos empujaban. Recuerdo vivamente a un hombre de mediana edad, su cara distorsionada por el odio y el enfado, siguiendo nuestras pancartas pro gais y lesbianas y lanzando insultos. 

Pensé que era un acosador trastornado, pero al día siguiente me lo encontré en el mercado local con su mujer y una criatura pequeña. Era educado, buen vecino, saludaba. Era un patriarca respetable de una pequeña familia, comprando, en domingo como hacen las personas decentes, excepto cuando la sociedad fracasa tanto que no hay nada de dinero y nada en las tiendas. Se sentía orgulloso de escupir sobre mí, lo consideraba un deber cívico.

El día del Orgullo Gay fue este año en un sitio cerrado y más una protesta que una manifestación. Aún así hubo mucho aspaviento por parte de la policía, que consideró el centro de prensa como si fuera una fortaleza asediada, vació el centro de Belgrado y aisló a gais y lesbianas. Los y las activistas metidos entre cuatro paredes se prometían unos a otros futuros más felices pero muchos evitaron ir a la engañosa “no manifestación”.

Tal circunstancia la convirtió en una oportunidad para que nuestros seguidores y amigos extranjeros nos manden correos electrónicos de apoyo. Los países occidentales son perfectamente conscientes de que la derecha serbia ha hecho de la existencia de gais y lesbianas un tema “cuña” y, por su parte, Occidente lo convierte en un test de sus propias actitudes hacia el nuevo gobierno de Serbia. El panorama es más sombrío a mayor escala. En Rusia y Ucrania hay serios intentos de volver a criminalizar a los gais y lesbianas y los serbios se ven alentados por estos ejemplos eslavos de una nueva y extraña alianza autocrática de KGB, ortodoxos, fundamentalistas.

Mis amigos en Italia celebraron recientemente son éxito las manifestaciones del día del Orgullo Gay, además de una boda entre gais en público, con el júbilo ingenioso de la commedia dell’arte, ¡en el país del papa! Sin embargo, también en Italia las personas decentes se esconden ante la perspectiva de los matrimonios gais y la legalización de las parejas gais. Los italianos trataron de consolarme ante la universalización de la homofobia.

Pero la sociedad italiana, tocada por los abusos sexuales de la curia y los harenes de Berlusconi, no puede ser una masa tan sólidamente compacta en su ignorancia negadora como las personas decentes en Serbia. Los serbios han venido defendiendo durante siglos su herética heterodoxa Ortodoxia de los ataques que venían desde los cuatro puntos cardinales y el centro. El rigor y la presión tienen un efecto fosilizador

En Italia, puedes ser atracado si eres un turista –cada día italianos decentes estafan alegremente a extranjeros, engañando y timando por un par de euros-. En Serbia, la hospitalaria gente decente alimentará a un invitado con sus últimas migajas de pan y sal, pero pondrá la cabeza del invitado en una pica si ofende su código de honor. La fortaleza de la iglesia ortodoxa, que dicta agresivamente los nuevos-viejos códigos de la expansión fundamentalista cristiana, está aliada con el nuevo-viejo régimen político, el gobierno que estuvo fuertemente implicado en guerras y saqueos.

Sin embargo, también hay accesos de incomodidad. Durante la semana del Orgullo Gay en Belgrado, se vio un espectáculo de una artista sueca, Elisabeth Ohlson Wallin, llamado “Ecce Homo”. De una forma deliberada e irónica, presentaba a Cristo y a sus discípulos como chicos gais. Este show claramente blasfemo fue protegido por dos mil policías mientras una protesta de la llamada “gente de familia” aprovechaba la oportunidad para promover la agenda de la derecha a la vuelta de la esquina. Belgrado, que es después de todo la ciudad de Marina Abramovic (aunque nunca se ha reconocido el trabajo de esta artista mundialmente famosa), atrajo a algunos activistas y amantes del arte que apreciaron y disfrutaron del espectáculo.

Homofobia, nacionalismo, racismo, clericalismo, fundamentalismo, tienen todos la misma raíz: el miedo al Otro, y el mismo objetivo: la homogeneización de todas las diferencias. Si eres gay o lesbiana por lo menos tienes la alegría de saber que tu lucha es compartida en todo el mundo, pero la gente decente del planeta, envuelta en engaños políticos y supersticiones religiosas, parece que se encierran en una serie planetaria de armarios cada vez más estrechos.

Traducción: Marisa Mendez-Vigo

Jasmina Tesanovic es una destacada militante feminista y pacifista de las Mujeres de Negro de Serbia


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