domingo, 29 de julio de 2012

Africa: Las mujeres de las nueces

Por Mercedes Pomares Montalvo *

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La Habana (PL) El empuje social de la mujer africana se manifiesta con su participación en un proyecto económico para explotar el fruto del Karité o "árbol de la mantequilla" de donde obtiene materia prima para las industrias farmacéutica, cosmética y alimenticia.

El árbol del Karité -de nombre científico Butyrospermum parkii- es originario de Africa Occidental. Crece de forma espontánea en las sabanas arbóreas africanas, especialmente en Burkina Faso, Costa de Marfil, Malí y Sudán.

Los frutos de esta especie -considerado un valioso recurso natural- son unas drupas carnosas con una almendra de donde se extrae una grasa vegetal llamada manteca de Karité.

Antiguamente, las comunidades la usaban como aceite de cocina, crema corporal y jabón casero. En la actualidad, con ella también se elaboran variados productos industriales que abren una nueva oportunidad en el mercado al sector femenino.

La recogida de las nueces y todo el proceso de elaboración de la mantequilla de Karité es una actividad productiva que vincula laboralmente a miles de mujeres de Africa occidental, quienes producen para la industria local y la exportación.

Tradicionalmente todo el trabajo era manual, pero investigadores de Burkina Faso y Canadá, con una financiación del Centro de Investigaciones para el Desarrollo, crearon máquinas que aligeran el trabajo de las mujeres.

El químico Rigobert Yameogo ideó una prensa de tornillo que las mujeres operaban de forma manual. Después agregó a la prensa un motor. Eso permite a las mujeres el procesamiento de dos toneladas de semillas al día, afirmó Yameogo.

En tanto, el investigador Bakari Kassamba creó un dispositivo que volatiliza las impurezas y el olor acre de la grasa, el nuevo aroma del producto elevó su demanda comercial nacional y extranjera.

El principal aporte de la manteca de Karité es la vitamina E y sus cualidades protectoras, emolientes, nutritivas y humectantes, afirman los cosmetólogos. Mientras los farmacéuticos destacan su calidad antinflamatoria y cicatrizante.

Burkina Faso -llamada Alto Volta hasta 1984- es un país de Africa Occidental sin salida al mar, ubicado al norte de Costa de Marfil. Fue colonia francesa hasta 1960, año en que alcanzó su independencia.

Blaise Campaore, actual presidente, realizó en 1991 elecciones que dieron estabilidad al país y permitieron la reconciliación nacional. Pero la vida social de las mujeres es desigual.

MUJERES CONTRA LA POBREZA

Las mujeres de Burkina Faso no están protegidas por ninguna legislación constitucional. Son discriminadas en el trabajo y la educación. Las leyes tradicionales son las que determinan sus derechos dentro del ambiente familiar.

El 60 por ciento de la población del país se dedica a la agricultura y más de la mitad de esa cifra son mujeres. Ellas no sólo cultivan la tierra. Se ocupan de la familia y las tareas domésticas.

La desigualdad de género en esa nación del Sahel es evidente, pero el gobierno está dando pasos para eliminarla.

Después de las elecciones parlamentarias de 1997, el gobierno burkinabé creó el Ministerio de Asuntos de la Mujer, al frente del cual nombró como Ministra para la Promoción de la Mujer, a Celine M. Yoda.

El optimismo de las mujeres por acabar con la situación de pobreza es esperanzador, aun cuando las condiciones climatológicas del país, con sucesivas sequías e inundaciones, son adversas, resaltó Yoda.

Agregó que las mujeres son las protagonistas de la gestión del pequeño comercio que en la actualidad es la única vía para sobrevivir.

LAS DAMAS DEL KARITE

Las autoridades de Burkina Faso impulsan un proyecto económico de estímulo a la agricultura familiar en varias comunidades rurales en el que se pone a prueba la capacidad de la mujer para procesar las nueces de Karité.

Este programa, apoyado por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Ministerio de Agricultura, y otras entidades, emplea entre 300 mil y 400 mil mujeres que reciben buenos salarios.

Grace Bassole, una de esas trabajadoras en la localidad de Boulgou, comentó: Con las innovaciones de los técnicos africanos en la industria de Karité, recibimos ingresos adicionales. Y mi familia y yo disfrutamos de bienes y servicios.

Al aumentar la producción y productividad del trabajo, las mujeres contribuyen a que el país pueda sustituir el aceite de palma y otros aceites importados por el de Karité. Y que se exporte a Suiza, EEUU y Canadá para su industria cosmética.

Países europeos, por su parte, adquieren esta grasa para su industria chocolatera, donde sustituye a la manteca de cacao.

El aporte de las mujeres burkinabé no sólo es económico. Cuando ellas queman las cáscaras de las nueces crean un repelente natural que protege contra los mosquitos, agente transmisor de la malaria que mata a miles de personas cada año.

El proyecto de las nueces tiene un impacto positivo sobre el entorno, destacan los ecologistas. Las féminas ayudan a reducir la vulnerabilidad ambiental al cuidar estos árboles, porque el Karité protege a las sabanas africanas de la desertificación.

*Colaboradora de Prensa Latina

jhb/mpm

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