Todas las miradas de la economía mundial están atentas a la reunión esta tarde en Bruselas del Eurogrupo. Los ministros de Economía y Finanzas de los 17 países del euro pactarán de una vez, si nada lo impide en el último momento, el desbloqueo del segundo rescate de Grecia, una vez que el Gobierno de este país parece haber cumplido todas las draconianas exigencias que le planteaban sus socios.
Esto incluye el recorte adicional de las pensiones de jubilación más altas, medida a la que hasta ahora se resistía con vehemencia el Gobierno y que proporcionará un ahorro añadido de 75 millones de euros para las famélicas arcas públicas.
Esta rebaja de pensiones fue aprobada el sábado por el Gobierno griego, que también dio el visto bueno al canje de bonos de los acreedores privados. Esta operación, que dará comienzo el 8 de marzo y estará completada el día 11 de marzo, supondrá la condonación de unos 100.000 millones de euros de la deuda griega, una vez que los acreedores privados hayan perdido un 70% del valor de sus bonos.
En las últimas horas, varios dirigentes europeos expresaron su confianza en que los ministros de Finanzas de los 17 países de la zona euro, que se reunirán en Bruselas, den su luz verde al desembolso de 130.000 millones de euros a Grecia, pendientes desde octubre de 2011.
Críticas alemanas
El previsible visto bueno del Eurogrupo no rebaja, sin embargo, ni un ápice el tono especialmente crítico que Alemania ha mantenido con el Gobierno griego. El ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, acusaba ayer en un rotativo de su país a Grecia de no dejarse ayudar a nivel técnico para salir de la crisis. "Se ayuda a quien se deja ayudar. Estamos preparados desde hace algún tiempo para ayudar a los griegos a montar una agencia tributaria eficiente con funcionarios del Ministerio alemán de Finanzas. La oferta no se ha aprovechado hasta el momento", dijo Schäuble.
Lo que sí parece ya dispuesta a hacer Grecia es permitir que una delagación de la troika se instale en Atenas de forma permanente y supervise día a día la aplicación de las medidas pactadas con la UE, lo que es considerado como una auténtica cesión de soberanía.
Otro fleco por atar es si se concede una nueva rebaja de los tipos de interés que los rescatadores imponen a Grecia a cambio de sus préstamos. Ya se han concedido dos rebajas, reconociendo que fueron un error los elevados tipos de interés exigió Europa hace dos años, más propios de un escarmiento.
Dado que la situación no deja de agravarse en Grecia y cada día que pasa el agujero negro se hace más insondable y crecen la necesidad de ayudas para parchearlo, se ha planteado la posibilidad de que no sólo el BCE, sino también los bancos centrales nacionales de la zona euro, renuncien a apuntarse las ganancias esperadas por haber comprado bonos griegos, y estos beneficios se destinen a apuntalar a la República Helénica.
De hecho, de acuerdo con diversas fuentes la institución que preside Mario Draghi ya habría empezado a canjear los 50.000 millones de euros que detenta en bonos griegos por nuevos títulos para resguardarse de pérdidas, en el marco de la reestructuración de la deuda griega.
Por otra parte, se mantiene sobre la mesa la idea de que las ayudas no sean entregadas directamente a las autoridades públicas de Grecia, sino depositadas en una cuenta bloqueada, tal y como defendían Francia y Alemania, para garantizar que sirven para hacer frente a los vencimientos de la deuda pública griega, y no son transvasadas para parchear otros de los muchos rotos en aquel país. Y la presencia de los burócratas de la UE y del FMI que husmean sobre el terreno si Atenas cumple sus promesas de austeridad y reformas, también podría verse reforzada.
Otro de los puntos del orden del día del Eurogrupo de esta tarde es reabrir el debate, tal y como se pactó el pasado mes de diciembre, sobre si es necesario aumentar la capacidad de los mecanismos europeos de rescate de países al borde de la quiebra, limitados en la actualidad a 500.000 millones. Una cifra insuficiente si hiciera falta acudir al auxilio de España o Italia.
La silla española del BCE
Aunque está en el orden del día, es probable que se aparque hasta el 12 de marzo la decisión sobre quién sucederá el 1 de junio al español José Manuel González-Páramo en el Comité Ejecutivo del BCE.
España, para mantener su silla, presentó la candidatura de Antonio Sáinz de Vicuña con el apoyo de Francia. Pero la actual acumulación de latinos en Fráncfort, el presidente es el italiano Mario Draghi y el vicepresidente es el portugués Vitor Constancio, da a Yves Mersch (gobernador del Banco Central de Luxemburgo) una oportunidad inédita para romper la regla según la cual España siempre tiene silla en la sala de máquinas.
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