Con más de 1.300 millones de habitantes, China es sin duda en estos tiempos la esperanza de aquellos países que se han sumido en esta crisis económica mundial, iniciada en 2008. Con un PIB de más del 10%, le permite estar considerada como uno de los países que próximamente suplantaría a EE.UU. en el podio de primera potencia mundial. Pero dicha suposición no solo caería en una China económicamente poderosa, sino en poder dar solución a ciertos problemas internos, que de alguna manera la mantienen alejada del mundo occidental, y como tal, del respeto a los derechos humanos, un tema tan considerado en estos tiempo.
Luis Condori Huaquisto Sanzio9
Paul Krugman (economista y Premio Nobel de Economía en 2008) ha sido quizás uno de los más críticos del alce de la economía China como una de las primeras. En 2010, Krugman hacía una crítica a la “testarudez” que mostraba el Gobierno chino.
“La realidad es que el mercantilismo chino es un problema creciente y las víctimas de ese mercantilismo tienen poco que perder en un enfrentamiento comercial. Así que yo urgiría al gobierno de China reconsiderara su testarudez. De otra manera, el mismo proteccionismo nada peligroso se está quejando actualmente sobre si será el inicio de algo mucho más grande''.
Sin embargo, y para poder internarnos dentro de los diversos temas que involucran a China como el referente económico actual y la zancadillas que le producen los problemas sociales, La República.pe conversó con Zigor Aldama, periodista y corresponsal de diarios como El País y Berria de España, y quien vive en ese país hace más de diez años.
¿Qué tanto le ha afectado a China el recrudecimiento de la crisis económica mundial?
Creo que como toda moneda tiene dos caras. Entonces, por un lado esta crisis económica, que ya no sabemos ni cuál es porque ha habido una crisis que comenzó en el 2007, ahora estamos en otra crisis económica. Casi, casi sin solución de continuidad, las potencias, por decirlo de alguna forma tradicionales, están sumidas en una crisis de la que no salen ni de la que parecen que vayan a salir en mucho tiempo. Entonces creo que eso ha propiciado un cambio estructural muy importante en el mundo. Es un cambio de orden mundial. En su día, el G7, por ejemplo, tenía muchísima fuerza. Ahora estamos en un momento del que ya se habla del G2 y del G20; estamos hablando de Estados Unidos y de China como un mundo bipolar, un mundo en el que ya casi Europa no cuenta, y lo que importa son las decisiones de ambos países, que son la primera y segunda economía mundial; y el G20 porque se han unido al club de los poderosos una constelación de países en vías de desarrollo, de países emergentes que cada vez tienen mucho más peso en la economía.
No podemos olvidar que China tiene una reserva de divisas que son las mayores del mundo. Son 3,3 trillones dólares. Eso le permite tener un margen de maniobra que ahora no tiene ningún otro país. Italia, por ejemplo, le ha suplicado que compre bonos de deuda.
Todavía es un país que depende de muchas de sus exportaciones. Entonces, este parón de las economías más desarrolladas está suponiendo un gran lastre para las empresas manufactureras, que por un lado ven cómo crece el costo de producción que es cada vez más elevado; por otro lado, ven cómo en Europa, en Estados Unidos sobre todo, incluso Japón, tienen un menor poder adquisitivo. Para compensar, lo que está buscando es fomentar el consumo interno, o sea, conseguir que los chinos tengan mayor poder adquisitivo para que la economía china no dependa tanto del exterior.
¿Qué postura toman los medios con respecto al desplome económico de algunos países de Europa y EE.UU.? ¿Generan alguna alarma, como es acostumbrado en la prensa?
No. La prensa en China es muy peculiar. La prensa está muy controlada por el Gobierno, aunque hay algunos medios de comunicación privados, también están bajo la censura. Y aquí no se vive ningún tipo de alarma económica como puede pasar en España o quizá en Perú, no lo sé.
Lo que sí que es claro, es que aquí la población no tiene la sensación de crisis. Lo que tiene es una impresión de que Europa y Estados Unidos no han hecho bien las cosas. Que han sobrepasado el límite de sus propias reglas, de las reglas del capitalismo. De hecho, para hacer un reportaje he tenido que preguntar a gente de aquí de la ciudad de Shangái a ver qué es lo que piensan sobre lo que está pasando en Europa y en EE.UU, y la mayor parte de la gente cree que nos lo merecemos, que hemos sido avariciosos, que hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades y que con eso hemos puesto al mundo en serio peligro. Creo que tienen razón. China ha sido mucho más conservadora. China ha demostrado que su sistema financiero es mucho más robusto.
Según indicadores, China ha ido creciendo en estos últimos años sobre EE.UU., el 10, 3% en el PIB en 2010 justifica en algo…
Sí. Desde luego, estamos siendo espectadores de un cambio de orden en lo más alto; lo mismo que sucedió en su día cuando el imperio español cayó, cuando nació el imperio británico, cuando luego se dio paso al imperio estadounidense, es el momento de China. Y las últimas predicciones hablan que en el año 2030 China será tan hegemónica como lo ha sido Estados Unidos en el siglo pasado, como lo fue el Reino Unido en el año 1870. Tendrá un 18%, maso menos, del PIB mundial, y por lo tanto tendremos que volver a hablar de una gran súper potencia y luego de otras potencias más pequeñas.
El motor de la economía en China son las exportaciones. En 2010, crecieron un 31,3%, según la Administración General de Aduanas (AGA). ¿El agravamiento de la crisis en otros países lo afectaría o crees que hay un blindaje?
El problema es que el mundo necesita a China. Las bases productivas que antes estaban en Europa y en Estados Unidos, se han deslocalizado, se han llevado a China. Entonces, la industria pesada, la industria más contaminante, la que produce poco valor añadido, ha venido hacia aquí. Cambiar eso es algo que lleva muchísimo tiempo. En este momento, China es la fábrica del mundo, y cambiar eso es muy difícil. De todas formas, los chinos se han dado cuenta de que no puede ser así siempre, de que tiene que dar un nuevo paso adelante.
En las últimas entrevistas que he hecho con empresarios, las visitas a fábricas de automóviles, de bicicletas, incluso de textil, me he dado cuenta de un cambio importante. Si se compara con las visitas que hacía hace cuatro años, las empresas se han modernizado muchísimo. Han introducido tecnología de punta, que muchas veces ni siquiera en España tenemos. Han modernizado las líneas de montaje. Han modernizado los sistemas de gestión, etc. Es impresionante lo que están haciendo también las empresas chinas para adaptarse al futuro y al presente. Lo que quiere el Gobierno chino, si bien el número de exportaciones puede reducirse en el futuro, es que dichas exportaciones sean de mayor valor.
Ahora, si bien China se ha vestido con el traje del capitalismo, reacios a hacerlo por muchos años atrás, ¿cómo ha sido el proceso de cambio? ¿Crees que aún le siga costando aceptar la globalización económica?
China es lo que es gracias a la globalización. Es evidente que el comunismo más cerrado, el que representa Mao Tse Tun, no dio los frutos que tenía que dar. La tradición china… yo no diría que es el comunismo. El comunismo está presente desde 1949; quiere decir que, en una historia milenaria de cinco mil años, no se puede hablar de una tradición comunista.
Lo que sí se puede decir es que la población tiene un corazón completamente capitalista. Los chinos valoran el dinero por encima de muchísimas otras cosas. Valoran el dinero por encima de lo que lo valora un europeo o incluso un estadounidense. Entonces, creo que China le debe su desarrollo cien por cien a la globalización, a la posibilidad de poder haber estado en contacto con el mundo, y lo que ha creado es un modelo de comunismo político, entendido como un autoritarismo que se dice llamar comunista y una economía de mercado, que curiosamente esta semana el primer ministro quería que Europa lo reconozca como tal. Eso obviamente conllevaría a una reducción de aranceles y otras cosas que son simplemente beneficio económico.
Esto también demuestra que China es comunista en el nombre. Tiene guardada la hoz y el martillo en el desván, y cuando quieren hacer un poco de patriotismo, la sacan y la colocan por aquí y por allá. En realidad, este es un país mucho más capitalista que lo puede ser España. Hay muchos ejemplos: la educación es gratuita hasta cierto punto, y resulta más cara porcentualmente que en España; la sanidad no es gratuita, quiero decir que hay muchos servicios que teóricamente tendría que dar un país comunista, y no, no se dan.
¿Cómo va el problema de los precios altos de las viviendas? Leía que hace poco que se pronunciaba el viceministro de Vivienda y Desarrollo Urbano y Rural, Qi Ji.
Es un tema muy preocupante. Para que te hagas una idea, en el piso en el que yo vivo, aquí en Shangái, que tiene una apariencia normal, de 70 metros cuadrados, costará unos 2 millones de yuanes, que al cambio pueden ser unos 230 mil euros. La renta media de la ciudad es uno de los 3 mil yuanes (330 euros). Basta con una división para darse cuenta de que no hay forma humana de que un joven que gana esos 330 euros mensuales pueda acceder a uno que cuesta unos 230 mil.
Pasando un poco a la política, ¿cómo se están manejando en la interna de Hu Jintao y de su primer ministro Wen Jiabao?
Yo creo que en todo lo que supone el funcionamiento interno del Partido Comunista, son muy discretos. Si hay tensiones, si hay diferencias, no suelen salir a la luz. El año que viene va a ver un cambio en el poder. Tocará el cambio de Hu Jintao y Wen Jiabao. Entonces, estamos por ver qué es lo que va a suceder. Parece que el Se Jin Pe, que es ahora vicepresidente, será el próximo presidente de China, y representa un cambio relativo, no es un cambio profundo, es un hombre mucho más joven, y yo creo que va a ser clave también para entender unos cambios políticos que van a tener que llegar. China es una dictadura, pero tiene que continuar con su desarrollo, y para eso va a tener que hacer ciertos cambios.
Forbes puso a Hu Jintao como primero de su lista de los mandatarios más poderosos del mundo, hace treinta años atrás hubiera sido todo un acontecimiento…
Sí, está claro. Da igual a dónde miremos, China acapara las portadas, las listas de todo lo que tenga que ver con la economía, y es algo a lo que nos tenemos que acostumbrar. No es algo pasajero, es algo que va estar aquí por mucho tiempo.
Volviendo un poco a las primeras preguntas, ¿en qué ha cambiado la política ante el pase quizás brusco de abrirse a los mercados? Los comunistas tradicionales no deben estar tan felices…
Cuando pensamos en el comunismo, pensamos sobre todo en la Unión Soviética. Por lo menos es lo que a mí se me viene a la mente. Yo creo que el comunismo chino nunca ha sido así, nunca ha sido como el de la soviética. Creo que los comunistas chinos están contentos; lo están porque nunca han tenido, salvo la revolución cultural de Mao, que bueno se le fue la cabeza ahí, nunca han tenido una verdadera política comunista como se entiende la soviética. Los chinos son muy pragmáticos, comunistas o no, lo son. Entonces, lo que buscan son resultados: sea con el comunismo o sea sin él. China es un país que nunca ha sido democrático. Por lo tanto, para la población, lo mismo da tener un emperador que tener un presidente como en este caso es Hu Jintao. Lo que importa es que lo hagan bien. O sea, que cada vez sean más ricos, que la economía crezca y que el bienestar sea mayor.
Y si nos abstraemos un poco del sistema político, yo creo eso es muy loable. Eso es un objetivo que tendría que tener cualquier gobierno democrático o no. Y creo que eso es algo que falta mucho en las democracias actuales, en las que los políticos están más preocupados por mantenerse en el poder que por realmente resolver los problemas de los ciudadanos.
En China, obviamente, hay muchísimas sombras, es una dictadura, los derechos humanos no se respetan, pero es cierto que en las últimas décadas han sacado de la pobreza a 500 millones de personas. Es el único país que ha cumplido los Objetivos del Milenio de la Naciones Unidos.
Socialmente, China cómo se viste en 2011 a comparación de cuando llegaste hace más de 10 años
Es complicado. Yo creo que los cambios han sido tan grandes que la sociedad está confusa. La sociedad no sabe muy bien cómo adaptarse a esta velocidad. Por ejemplo, hay un gran choque generacional. Los que nacieron en la década de los 80’ y de los 90’, tienen dificultades para relacionarse con sus padres. En primer lugar, porque los valores son completamente diferentes. Estamos hablando que son jóvenes que nacieron sin la revolución cultural, con cierto bienestar, que no vivieron tampoco la masacre de Tianamen. Son jóvenes que han nacido casi, casi con iPhone en el bolsillo.
Tu trabajo es muy vinculado a los social por tus reportajes, ¿qué experiencias no podrías comentar que te hayan dejado asombrado?
Lo más asombroso no es tanto una experiencia puntual como el hecho de llegar aquí hace 12 años y haber visto cambios que jamás habría podido pensar que viviría. Siempre digo lo mismo: yo cuando vuelvo a Bilbao, siento que el tiempo se ha parado. Que todo el tiempo está maso menos igual. Seguimos con los mismos problemas, la ciudad apenas cambia. En cambio, en Shangái, cuando me voy de viaje un mes, por ejemplo, regreso y hay veces que no me encuentro, que me han cambiado absolutamente todo. Las tiendas cambian de un tiempo para otro. Y un rascacielos nace en nada, en un año. Esto es una locura, y puede ser muy estresante.
El tema de la explotación de trabajadores, por ejemplo, es de lo que más se puede hablar fuera de China, ¿cómo es verdaderamente el tema?
Está viendo algunas mejoras muy importantes a este respecto. Lo he mencionado antes, hace cuatro años estuve haciendo un reportaje sobre la explotación de los trabajadores en fábricas de juguetes y textiles. La situación era, pues, terrible. Los trabajadores cobraban menos de 100 euros al mes por jornadas de trabajo que podían ser de hasta 16 o 18 horas, en condiciones de vida insoportables; quiero decir que vivían ascinados en cuartos con literas sin ningún tipo de aire acondicionado ni calefacción, aquí imprescindible porque en verano el calor es horrible y en el invierno hace mucho frío. Yo vi cómo trabajaban en invierno con temperaturas que debían estar cercanas al 0°dentro de fábricas, sin parar.
Yo creo que las cosas han cambiado mucho, y ahora cada vez que visito fábricas, me encuentro con que los trabajadores han conseguido, a través de muchas protestas, porque aunque se conozca menos, los chinos han protestado mucho, un nivel de vida mucho más digno. Todavía hay un camino por delante para que sus vidas sean realmente dignas, pero los avances están siendo muy importantes. Y si lo comparamos con la regresión que estamos sufriendo en España, donde las condiciones de trabajo son cada vez peores, en algún momento nos encontraremos en el camino.
Otro caso es el machismo. Liu Bohong, vicedirectora del Instituto de Estudios de la Mujer de China, hace poco elaboró una ley…
China es un país muy machista, en el que el machismo está presente al nacer; quiero decir que los chinos están prefiriendo a los hombres sobre las mujeres. Ya los casos de infanticidio, los casos en los que una niña era asesinada por ser mujer, ya casi han desaparecido por completo. Ahora, con la tecnología se dan los abortos selectivos, de forma de que los chinos siguen prefiriendo un hombre. Y eso es curioso porque los hombres aquí, y en general en todo el mundo, son mucho más vagos. Es verdad, son peor considerados como trabajadores por las empresas, muchas de ellas prefieren mujeres. Por otro lado, tienen el peso que les cae por el hecho de ser hombres, de que tienen que ser propietarios de un piso para poder casarse. Entonces, eso es un peso importante para un joven. Si además tenemos en cuenta que de aquí a unos años se estima de que habrá 24 millones de hombres más que mujeres, pues encontrar una pareja va a ser complicado, por lo que eso preocupa al Gobierno y puede generar conflictos sociales.
El machismo yo lo veo muy preocupante aquí en China, tanto en el ámbito de la familia como en el laboral, porque las mujeres, aunque sean mejores trabajadoras que los hombres, tienen difícil llegar a puestos de cierto nivel de responsabilidad.
Para terminar, la coyuntura mundial mira a China como el futuro de un gran cambio en la economía, si es que no se está presentando ahora, ¿cómo ves ese rumbo?
Es una pregunta complicada. Creo que China liderará el mundo en el siglo XXI. Es difícil decir cuándo. Seguramente cuando en el año 2008 sobrepasó a Alemania en el PIB nominal, justo cuando celebró los Juegos Olímpicos, a nadie se le ocurrió que tardaría dos años en superar a Japón, para así convertirse en la segunda potencia económica. Ahora mismo, es cuestión de tiempo de que se convierta en la primera potencia mundial. Pero estamos hablando en términos absolutos; en términos per cápita, China está muy lejos del mundo. Aunque sea potencia, no creo que sea como Estados Unidos, no creo que tenga esa prepotencia, porque de hecho va a tener muchos problemas en casa. Es un país que va a tener que dar solución a muchos asuntos que van a tener mucha importancia. Por otro lado, creo que ese poderío económico puede ser una oportunidad para los países que han quedado a la sombra del poder occidental. En este caso me refiero sobre todo a África, pero también a América Latina.
Luis Condori Huaquisto Sanzio9
Paul Krugman (economista y Premio Nobel de Economía en 2008) ha sido quizás uno de los más críticos del alce de la economía China como una de las primeras. En 2010, Krugman hacía una crítica a la “testarudez” que mostraba el Gobierno chino.
“La realidad es que el mercantilismo chino es un problema creciente y las víctimas de ese mercantilismo tienen poco que perder en un enfrentamiento comercial. Así que yo urgiría al gobierno de China reconsiderara su testarudez. De otra manera, el mismo proteccionismo nada peligroso se está quejando actualmente sobre si será el inicio de algo mucho más grande''.
Sin embargo, y para poder internarnos dentro de los diversos temas que involucran a China como el referente económico actual y la zancadillas que le producen los problemas sociales, La República.pe conversó con Zigor Aldama, periodista y corresponsal de diarios como El País y Berria de España, y quien vive en ese país hace más de diez años.
¿Qué tanto le ha afectado a China el recrudecimiento de la crisis económica mundial?
Creo que como toda moneda tiene dos caras. Entonces, por un lado esta crisis económica, que ya no sabemos ni cuál es porque ha habido una crisis que comenzó en el 2007, ahora estamos en otra crisis económica. Casi, casi sin solución de continuidad, las potencias, por decirlo de alguna forma tradicionales, están sumidas en una crisis de la que no salen ni de la que parecen que vayan a salir en mucho tiempo. Entonces creo que eso ha propiciado un cambio estructural muy importante en el mundo. Es un cambio de orden mundial. En su día, el G7, por ejemplo, tenía muchísima fuerza. Ahora estamos en un momento del que ya se habla del G2 y del G20; estamos hablando de Estados Unidos y de China como un mundo bipolar, un mundo en el que ya casi Europa no cuenta, y lo que importa son las decisiones de ambos países, que son la primera y segunda economía mundial; y el G20 porque se han unido al club de los poderosos una constelación de países en vías de desarrollo, de países emergentes que cada vez tienen mucho más peso en la economía.
No podemos olvidar que China tiene una reserva de divisas que son las mayores del mundo. Son 3,3 trillones dólares. Eso le permite tener un margen de maniobra que ahora no tiene ningún otro país. Italia, por ejemplo, le ha suplicado que compre bonos de deuda.
Todavía es un país que depende de muchas de sus exportaciones. Entonces, este parón de las economías más desarrolladas está suponiendo un gran lastre para las empresas manufactureras, que por un lado ven cómo crece el costo de producción que es cada vez más elevado; por otro lado, ven cómo en Europa, en Estados Unidos sobre todo, incluso Japón, tienen un menor poder adquisitivo. Para compensar, lo que está buscando es fomentar el consumo interno, o sea, conseguir que los chinos tengan mayor poder adquisitivo para que la economía china no dependa tanto del exterior.
¿Qué postura toman los medios con respecto al desplome económico de algunos países de Europa y EE.UU.? ¿Generan alguna alarma, como es acostumbrado en la prensa?
No. La prensa en China es muy peculiar. La prensa está muy controlada por el Gobierno, aunque hay algunos medios de comunicación privados, también están bajo la censura. Y aquí no se vive ningún tipo de alarma económica como puede pasar en España o quizá en Perú, no lo sé.
Lo que sí que es claro, es que aquí la población no tiene la sensación de crisis. Lo que tiene es una impresión de que Europa y Estados Unidos no han hecho bien las cosas. Que han sobrepasado el límite de sus propias reglas, de las reglas del capitalismo. De hecho, para hacer un reportaje he tenido que preguntar a gente de aquí de la ciudad de Shangái a ver qué es lo que piensan sobre lo que está pasando en Europa y en EE.UU, y la mayor parte de la gente cree que nos lo merecemos, que hemos sido avariciosos, que hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades y que con eso hemos puesto al mundo en serio peligro. Creo que tienen razón. China ha sido mucho más conservadora. China ha demostrado que su sistema financiero es mucho más robusto.
Según indicadores, China ha ido creciendo en estos últimos años sobre EE.UU., el 10, 3% en el PIB en 2010 justifica en algo…
Sí. Desde luego, estamos siendo espectadores de un cambio de orden en lo más alto; lo mismo que sucedió en su día cuando el imperio español cayó, cuando nació el imperio británico, cuando luego se dio paso al imperio estadounidense, es el momento de China. Y las últimas predicciones hablan que en el año 2030 China será tan hegemónica como lo ha sido Estados Unidos en el siglo pasado, como lo fue el Reino Unido en el año 1870. Tendrá un 18%, maso menos, del PIB mundial, y por lo tanto tendremos que volver a hablar de una gran súper potencia y luego de otras potencias más pequeñas.
El motor de la economía en China son las exportaciones. En 2010, crecieron un 31,3%, según la Administración General de Aduanas (AGA). ¿El agravamiento de la crisis en otros países lo afectaría o crees que hay un blindaje?
El problema es que el mundo necesita a China. Las bases productivas que antes estaban en Europa y en Estados Unidos, se han deslocalizado, se han llevado a China. Entonces, la industria pesada, la industria más contaminante, la que produce poco valor añadido, ha venido hacia aquí. Cambiar eso es algo que lleva muchísimo tiempo. En este momento, China es la fábrica del mundo, y cambiar eso es muy difícil. De todas formas, los chinos se han dado cuenta de que no puede ser así siempre, de que tiene que dar un nuevo paso adelante.
En las últimas entrevistas que he hecho con empresarios, las visitas a fábricas de automóviles, de bicicletas, incluso de textil, me he dado cuenta de un cambio importante. Si se compara con las visitas que hacía hace cuatro años, las empresas se han modernizado muchísimo. Han introducido tecnología de punta, que muchas veces ni siquiera en España tenemos. Han modernizado las líneas de montaje. Han modernizado los sistemas de gestión, etc. Es impresionante lo que están haciendo también las empresas chinas para adaptarse al futuro y al presente. Lo que quiere el Gobierno chino, si bien el número de exportaciones puede reducirse en el futuro, es que dichas exportaciones sean de mayor valor.
Ahora, si bien China se ha vestido con el traje del capitalismo, reacios a hacerlo por muchos años atrás, ¿cómo ha sido el proceso de cambio? ¿Crees que aún le siga costando aceptar la globalización económica?
China es lo que es gracias a la globalización. Es evidente que el comunismo más cerrado, el que representa Mao Tse Tun, no dio los frutos que tenía que dar. La tradición china… yo no diría que es el comunismo. El comunismo está presente desde 1949; quiere decir que, en una historia milenaria de cinco mil años, no se puede hablar de una tradición comunista.
Lo que sí se puede decir es que la población tiene un corazón completamente capitalista. Los chinos valoran el dinero por encima de muchísimas otras cosas. Valoran el dinero por encima de lo que lo valora un europeo o incluso un estadounidense. Entonces, creo que China le debe su desarrollo cien por cien a la globalización, a la posibilidad de poder haber estado en contacto con el mundo, y lo que ha creado es un modelo de comunismo político, entendido como un autoritarismo que se dice llamar comunista y una economía de mercado, que curiosamente esta semana el primer ministro quería que Europa lo reconozca como tal. Eso obviamente conllevaría a una reducción de aranceles y otras cosas que son simplemente beneficio económico.
Esto también demuestra que China es comunista en el nombre. Tiene guardada la hoz y el martillo en el desván, y cuando quieren hacer un poco de patriotismo, la sacan y la colocan por aquí y por allá. En realidad, este es un país mucho más capitalista que lo puede ser España. Hay muchos ejemplos: la educación es gratuita hasta cierto punto, y resulta más cara porcentualmente que en España; la sanidad no es gratuita, quiero decir que hay muchos servicios que teóricamente tendría que dar un país comunista, y no, no se dan.
¿Cómo va el problema de los precios altos de las viviendas? Leía que hace poco que se pronunciaba el viceministro de Vivienda y Desarrollo Urbano y Rural, Qi Ji.
Es un tema muy preocupante. Para que te hagas una idea, en el piso en el que yo vivo, aquí en Shangái, que tiene una apariencia normal, de 70 metros cuadrados, costará unos 2 millones de yuanes, que al cambio pueden ser unos 230 mil euros. La renta media de la ciudad es uno de los 3 mil yuanes (330 euros). Basta con una división para darse cuenta de que no hay forma humana de que un joven que gana esos 330 euros mensuales pueda acceder a uno que cuesta unos 230 mil.
Pasando un poco a la política, ¿cómo se están manejando en la interna de Hu Jintao y de su primer ministro Wen Jiabao?
Yo creo que en todo lo que supone el funcionamiento interno del Partido Comunista, son muy discretos. Si hay tensiones, si hay diferencias, no suelen salir a la luz. El año que viene va a ver un cambio en el poder. Tocará el cambio de Hu Jintao y Wen Jiabao. Entonces, estamos por ver qué es lo que va a suceder. Parece que el Se Jin Pe, que es ahora vicepresidente, será el próximo presidente de China, y representa un cambio relativo, no es un cambio profundo, es un hombre mucho más joven, y yo creo que va a ser clave también para entender unos cambios políticos que van a tener que llegar. China es una dictadura, pero tiene que continuar con su desarrollo, y para eso va a tener que hacer ciertos cambios.
Forbes puso a Hu Jintao como primero de su lista de los mandatarios más poderosos del mundo, hace treinta años atrás hubiera sido todo un acontecimiento…
Sí, está claro. Da igual a dónde miremos, China acapara las portadas, las listas de todo lo que tenga que ver con la economía, y es algo a lo que nos tenemos que acostumbrar. No es algo pasajero, es algo que va estar aquí por mucho tiempo.
Volviendo un poco a las primeras preguntas, ¿en qué ha cambiado la política ante el pase quizás brusco de abrirse a los mercados? Los comunistas tradicionales no deben estar tan felices…
Cuando pensamos en el comunismo, pensamos sobre todo en la Unión Soviética. Por lo menos es lo que a mí se me viene a la mente. Yo creo que el comunismo chino nunca ha sido así, nunca ha sido como el de la soviética. Creo que los comunistas chinos están contentos; lo están porque nunca han tenido, salvo la revolución cultural de Mao, que bueno se le fue la cabeza ahí, nunca han tenido una verdadera política comunista como se entiende la soviética. Los chinos son muy pragmáticos, comunistas o no, lo son. Entonces, lo que buscan son resultados: sea con el comunismo o sea sin él. China es un país que nunca ha sido democrático. Por lo tanto, para la población, lo mismo da tener un emperador que tener un presidente como en este caso es Hu Jintao. Lo que importa es que lo hagan bien. O sea, que cada vez sean más ricos, que la economía crezca y que el bienestar sea mayor.
Y si nos abstraemos un poco del sistema político, yo creo eso es muy loable. Eso es un objetivo que tendría que tener cualquier gobierno democrático o no. Y creo que eso es algo que falta mucho en las democracias actuales, en las que los políticos están más preocupados por mantenerse en el poder que por realmente resolver los problemas de los ciudadanos.
En China, obviamente, hay muchísimas sombras, es una dictadura, los derechos humanos no se respetan, pero es cierto que en las últimas décadas han sacado de la pobreza a 500 millones de personas. Es el único país que ha cumplido los Objetivos del Milenio de la Naciones Unidos.
Socialmente, China cómo se viste en 2011 a comparación de cuando llegaste hace más de 10 años
Es complicado. Yo creo que los cambios han sido tan grandes que la sociedad está confusa. La sociedad no sabe muy bien cómo adaptarse a esta velocidad. Por ejemplo, hay un gran choque generacional. Los que nacieron en la década de los 80’ y de los 90’, tienen dificultades para relacionarse con sus padres. En primer lugar, porque los valores son completamente diferentes. Estamos hablando que son jóvenes que nacieron sin la revolución cultural, con cierto bienestar, que no vivieron tampoco la masacre de Tianamen. Son jóvenes que han nacido casi, casi con iPhone en el bolsillo.
Tu trabajo es muy vinculado a los social por tus reportajes, ¿qué experiencias no podrías comentar que te hayan dejado asombrado?
Lo más asombroso no es tanto una experiencia puntual como el hecho de llegar aquí hace 12 años y haber visto cambios que jamás habría podido pensar que viviría. Siempre digo lo mismo: yo cuando vuelvo a Bilbao, siento que el tiempo se ha parado. Que todo el tiempo está maso menos igual. Seguimos con los mismos problemas, la ciudad apenas cambia. En cambio, en Shangái, cuando me voy de viaje un mes, por ejemplo, regreso y hay veces que no me encuentro, que me han cambiado absolutamente todo. Las tiendas cambian de un tiempo para otro. Y un rascacielos nace en nada, en un año. Esto es una locura, y puede ser muy estresante.
El tema de la explotación de trabajadores, por ejemplo, es de lo que más se puede hablar fuera de China, ¿cómo es verdaderamente el tema?
Está viendo algunas mejoras muy importantes a este respecto. Lo he mencionado antes, hace cuatro años estuve haciendo un reportaje sobre la explotación de los trabajadores en fábricas de juguetes y textiles. La situación era, pues, terrible. Los trabajadores cobraban menos de 100 euros al mes por jornadas de trabajo que podían ser de hasta 16 o 18 horas, en condiciones de vida insoportables; quiero decir que vivían ascinados en cuartos con literas sin ningún tipo de aire acondicionado ni calefacción, aquí imprescindible porque en verano el calor es horrible y en el invierno hace mucho frío. Yo vi cómo trabajaban en invierno con temperaturas que debían estar cercanas al 0°dentro de fábricas, sin parar.
Yo creo que las cosas han cambiado mucho, y ahora cada vez que visito fábricas, me encuentro con que los trabajadores han conseguido, a través de muchas protestas, porque aunque se conozca menos, los chinos han protestado mucho, un nivel de vida mucho más digno. Todavía hay un camino por delante para que sus vidas sean realmente dignas, pero los avances están siendo muy importantes. Y si lo comparamos con la regresión que estamos sufriendo en España, donde las condiciones de trabajo son cada vez peores, en algún momento nos encontraremos en el camino.
Otro caso es el machismo. Liu Bohong, vicedirectora del Instituto de Estudios de la Mujer de China, hace poco elaboró una ley…
China es un país muy machista, en el que el machismo está presente al nacer; quiero decir que los chinos están prefiriendo a los hombres sobre las mujeres. Ya los casos de infanticidio, los casos en los que una niña era asesinada por ser mujer, ya casi han desaparecido por completo. Ahora, con la tecnología se dan los abortos selectivos, de forma de que los chinos siguen prefiriendo un hombre. Y eso es curioso porque los hombres aquí, y en general en todo el mundo, son mucho más vagos. Es verdad, son peor considerados como trabajadores por las empresas, muchas de ellas prefieren mujeres. Por otro lado, tienen el peso que les cae por el hecho de ser hombres, de que tienen que ser propietarios de un piso para poder casarse. Entonces, eso es un peso importante para un joven. Si además tenemos en cuenta que de aquí a unos años se estima de que habrá 24 millones de hombres más que mujeres, pues encontrar una pareja va a ser complicado, por lo que eso preocupa al Gobierno y puede generar conflictos sociales.
El machismo yo lo veo muy preocupante aquí en China, tanto en el ámbito de la familia como en el laboral, porque las mujeres, aunque sean mejores trabajadoras que los hombres, tienen difícil llegar a puestos de cierto nivel de responsabilidad.
Para terminar, la coyuntura mundial mira a China como el futuro de un gran cambio en la economía, si es que no se está presentando ahora, ¿cómo ves ese rumbo?
Es una pregunta complicada. Creo que China liderará el mundo en el siglo XXI. Es difícil decir cuándo. Seguramente cuando en el año 2008 sobrepasó a Alemania en el PIB nominal, justo cuando celebró los Juegos Olímpicos, a nadie se le ocurrió que tardaría dos años en superar a Japón, para así convertirse en la segunda potencia económica. Ahora mismo, es cuestión de tiempo de que se convierta en la primera potencia mundial. Pero estamos hablando en términos absolutos; en términos per cápita, China está muy lejos del mundo. Aunque sea potencia, no creo que sea como Estados Unidos, no creo que tenga esa prepotencia, porque de hecho va a tener muchos problemas en casa. Es un país que va a tener que dar solución a muchos asuntos que van a tener mucha importancia. Por otro lado, creo que ese poderío económico puede ser una oportunidad para los países que han quedado a la sombra del poder occidental. En este caso me refiero sobre todo a África, pero también a América Latina.
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