martes, 26 de julio de 2011

La tragedia noruega y la extrema derecha en Europa


Anders Behring Breivik, el acusado de la matanza en Noruega, dijo en su primera comparecencia ante la justicia que tenía cómplices y habló de tener vínculos con grupos de extrema derecha en Europa. Con su declaración, el escrutinio del nexo entre violencia y el extremismo de derecha cobró especial relevancia.

Durante su primera audiencia ante la justicia, Breivik dijo que su "organización" tenía dos "células" más. Este marte, su abogado dijo que Breivik había hablado de "varias células" en el extranjero.

BBC Mundo explora en entrevista con el politólogo holandés de la Universidad de Utrecht, Marcel Lubbers, el ascenso de la derecha radical en Europa y sus márgenes de influencia en el seno de las sociedades democráticas europeas.

¿Usted reconoce algún vínculo entre lo que ocurrió en Noruega y el crecimiento de la extrema derecha en toda Europa?

No me parece que haya un vínculo. Lo más interesante para mí son los términos en que Breivik describe su propia ideología, lo que lo acerca mucho a la derecha radical. Ningún partido de derecha radical europeo condonará lo ocurrido en Noruega. Sin embargo, la crítica de Breivik a extranjeros y musulmanes lo acerca a los partidos de esta derecha.

¿Sería preciso, entonces, hablar de una extrema derecha más errática y una institucional?

Creo que sí. Hay partidos de derecha institucionales y otros, los radicales, extraparlamentarios, con una ideología neonazi, cuyo objetivo es destruir la democracia. Estos partidos son la versión radicalizada de la derecha extrema institucional, pero no tienen necesariamente un vínculo entre ellos. La derecha extrema institucional pone distancia frente al segundo tipo.

¿Cómo podemos señalar sus diferencias?

Por la manera en que actúan. La derecha extrema institucional se ajusta al modelo democrático. Expresan claramente su deseo de una preservación de la identidad nacional y de lidiar con la inmigración masiva y las diferentes culturas sin buscar eliminarlas ni expulsarlas.

¿Qué distribución e implantación tiene esa derecha no institucional en Europa?

Eso es difícil de evaluar. Muy a menudo son grupos clandestinos sobre los que no es fácil decir cuál es su estructura.

¿Cuál es la plataforma en que se mueve la derecha extrema institucionalizada?

Precisamente la que describe el lúnatico noruego en su manifiesto. Durante un tiempo, su agenda era la misma para el partido que para sus electores: los cambios demográficos y los cambios culturales. De diez años a esta parte, en cambio, la gran preocupación es la islamización de la Europa Occidental. Manejan el exclusionismo y la xenofobia como armas. Al mismo tiempo, son nacionalistas y atacan a las élites. Se autodesignan como la voz del pueblo: son nacionalistas y populistas.

Esta plataforma programática parece que gana más y más aceptabilidad.

Mientras la derecha gana terreno, la actitud de los otros partidos ha sido competir con ella. Muchos de estos partidos han virado hacia posiciones de la derecha radical en asuntos programáticos como la inmigración y la integración. Pero no tienen respuestas a problemas que la gente percibe o experimenta como tales.

Aunque no tenga muchos votos, la extrema derecha institucional igual influencia la discusión política.

Ya lo creo. La influencia de la extrema derecha institucional es mayor que el propio apoyo que le da el electorado. En Holanda, se calcula que esta derecha logra comandar un 15 o un 18% de la votación. No obstante, dominan en el debate político al poner sobre el tapete, todo el tiempo, los asuntos de inmigración e integración. Estas materias, de acuerdo con encuestas, son los asuntos más sobreestimados en el país.

¿Existe alguna conexión entre las derechas radicales de los países europeos o cada una opera de acuerdo con sus propios objetivos?

En cualquier sociedad puede haber este tipo de grupos y pueden alcanzar mucha popularidad. Incluso en Estados Unidos y Canadá, donde no les va muy bien porque el sistema político es más duro para estos partidos. Hay una comunidad de objetivos. Varios países han cambiado su composición étnica, con hasta un 30 o 40% de inmigrantes no occidentales. Han experimentado fuertes cambios demográficos y éstos se han hecho más visibles. Cuando no ha habido esfuerzos por integrar a esta gente, el resultado es que estos grupos comienzan a competir, se producen conflictos y se genera miedo. Otros partidos no proponen soluciones por temor a ser etiquetados como racistas. Frente a esto, son las derechas radicales las que se han pronunciado.

Entonces, la sociedad debería ponerle límites a estos grupos radicales?

Difícil pregunta. Al pensar genuinamente en democracia, creo que la gente puede lograr una voz a través de estos partidos radicales. La sociedad debe velar por el respeto de la ley, pero estos grupos no deben ser prohibidos. La tarea de los otros partidos políticos, en general, es proponer alternativas y eliminar el miedo de la gente por otros grupos étnicos. A veces, estos partidos de extrema derecha tienden a desaparecer por falta de liderazgo, pero esto no resuelve el problema del electorado. Esto es el verdadero problema. ¿Por qué la gente le teme tanto a la inmigración y otros grupos étnicos?

¿Cuál debe ser la reacción adecuada de la sociedad?

Ésa es una pregunta más para un político. Creo que el primer paso es tomar en serio el temor de los pueblos, sin eliminar a los partidos de derecha extrema por racistas. Hay que eliminar la notoriedad de los asuntos de inmigración e integración, al tiempo que se trabaja para integrar inmigrantes. Estas cosas hay que quitarlas del primer plano de la política.



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