LIMA (Télam) -- La agudización del conflicto en la fronteriza región de Puno, en Perú, donde se registraron 5 muertes y 4 desapariciones, amenaza con ensombrecer el proceso de transición del gobierno de Alan García al del electo mandatario Ollanta Humala.
"Hay oscuros intereses políticos que creen que pueden adueñarse del poder en el cambio de gobierno y que pretenden presionar al presidente electo Humala. Colaboraré para que la calma vuelva y que no presionen al gobierno elegido por el pueblo", señaló García en conferencia de prensa.
Su aparición fue una respuesta, por un lado, a un reclamo del propio Humala, que le pidió que no le deje "un país minado" antes de irse del Ejecutivo --el 28 de julio-- y, por el otro, a la violenta jornada que se vivió ayer en Puno, donde murieron 5 personas y desaparecieron otras 4.
Por la mañana, unas 2.000 mil personas armadas con piedras y palos invadieron el aeropuerto de la ciudad sureña de Juliaca, en el departamento de Puno, obstruyeron la pista de aterrizaje y saquearon e incendiaron parte de las instalaciones, lo que dejó daños, según García, por 2 millones de dólares.
Tras conocerse la muerte de los manifestantes, que provenían en su mayoría de la provincia de Azángaro, un grupo de pobladores del lugar decidió quemar la comisaría como medida de protesta y tras ese hecho la policía reportó la desaparición de 4 agentes, aunque esto no fue confirmado oficialmente.
Desde hace más de un mes los huelguistas exigen la prohibición total de las concesiones mineras y petroleras en su territorio, aunque el gobierno ya selló acuerdos con algunos sectores.
Ollanta Humala instó ayer al gobierno y los dirigentes sociales a cesar la violencia en la región surandina de Puno, y se comprometió a trabajar en busca de salidas consensuadas una vez que asuma la jefatura del Estado.
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