El 12 de mayo se cumplen 25 años del fallecimiento de la doctora Alicia Moreau, mujer en cuya actuación el pensamiento y la acción resultan indisociables y se esgrimen con contundencia frente a la realidad política nacional e internacional en cada momento de su centenaria vida.
Nacida en Inglaterra el 11 de octubre de 1885 se dirige a nuestro país, con su familia, a raíz de las cruentas guerras y represiones en que se encontraba la convulsionada Europa en 1890.
Su padre, Armando Moreau, revolucionario francés, que había participado en la Comuna de París en 1871, llegado a Argentina, milita en la organización de los primeros grupos obreros, donde Alicia lo acompaña y comienza a tomar contacto con la realidad que vivían las clases más oprimidas.
Cursa el magisterio en la Escuela Normal Nº 1 de la Avenida Córdoba, donde encontró dos excelentes profesores, Delio Aguilar y Eduardo Holmberg, quienes la pusieron en contacto con el "darwinismo social". A partir de ese momento accedió a un variado y plural mundo de ideas que tenían por denominador común el intento por dar explicación científica a los fenómenos sociales y el propugnar cambios para solucionar las injusticias prevalecientes. Tuvo también como profesor de Instrucción Cívica y Moral a Hipólito Yrigoyen, quien solía facilitarle libros de derecho y la distinguía por sus inquietudes intelectuales.
En 1906 participó del Congreso del Librepensamiento, que tendría enorme impacto en la vida intelectual de entonces y que señalaría su ingreso a la actividad político - social. Expuso una ponencia titulada " La Escuela y la Revolución", que se publicó en el primer número de la Revista Socialista Internacional y en la que sostuvo el triunfo de la razón sobre las supersticiones, cultos y ritos religiosos; y apostó a la escuela científica y libre, como herramienta clave para un nuevo orden social.
En el mismo año fundó el Centro Feminista Argentino y el Comité pro sufragio Femenino, junto a otras mujeres como Sara Justo, Elvira Rawson de Dellepiane y Julieta Lantieri. En el acta de fundación expresan "El movimiento feminista es un movimiento social organizado con el propósito de reformar la legislación, de abrir carreras, de mejorar las condiciones de trabajo y de hacer desaparecer los prejuicios y las prácticas que impiden a la mujer desenvolver su vida con libertad"
En 1907 se inscribe en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, convirtiéndose en una de las seis primeras mujeres que ingresan y obtiene su título con diploma de honor en 1913, lo que la ubica entre las primeras médicas de Latinoamérica. Se especializa en enfermedades femeninas, única rama en la que podía desempeñarse en un país que no veía con buenos ojos que las mujeres realizaran tareas profesionales.
Paralelamente, con apenas 21 años dicta cursos de divulgación popular junto a Fenia Chertkoff , sobre enfermedades sociales, en tiempos en que la tuberculosis, la sífilis y el alcoholismo hacían estragos en los sectores de menores recursos. Esos cursos se dictaron en la Sociedad Luz, universidad popular fundada por los socialistas a comienzos del siglo pasado.
Ya médica realizó sus prácticas en el Hospital de Clínicas, donde había ingresado por concurso de calificaciones; al tiempo que profundizó estudios de filosofía con el profesor Nicolás Matienzo en la Facultad de Filosofía y Letras, siempre uniendo el pensamiento libre con la acción constructiva.
Durante sus prácticas en el Hospital de Clínicas comprobó que muchas enfermedades tenían su origen en la miseria que sufrían los condenados por un régimen social injusto, denunciando la situación de las mujeres destruidas por la prostitución y las enfermedades. Alicia Moreau había comprendido que si no unía a su tarea de médica, la de la acción política, poco podía hacer para enfrentar el dolor humano.
En 1910 organiza, junto a Cecilia Grierson, la primera médica argentina, el Primer Congreso Feminista Internacional, del que participaron sus pares uruguayas y donde se discutieron temas tan actuales ayer como hoy: igualdad de salario y condiciones laborales, igualdad civil y política, etc. De esa época son sus trabajos: Feminismo e intelectualismo; La escuela laica; La moral de la naturaleza; El aire confinado y la higiene de los trabajadores; El nicotismo en los niños; Congreso Femenino Internacional; El Feminismo en la evolución social.
La educación popular era su pasión. En 1911 impulsa la campaña para fundar una escuela para inmigrantes. Fue parte de la Asociación Pro Educación Laica, que se funda en Morón con el convencimiento de la importancia de la educación en el desarrollo de las personas.
Expuso en una tesis cuestionando la educación pública, sosteniendo que los niños sólo se pertenecen a sí mismos, y que ni los padres, ni la iglesia, ni el estado, tienen derecho a imponerles sus dogmas. Con ese mismo sentido, fundó en 1910 el Ateneo Popular, a fin de promover la educación secundaria y universitaria, fundamentalmente en los sectores populares, funcionando en sindicatos, mutuales y en el Partido Socialista, haciéndose cargo además de la redacción de la Revista Humanidad Nueva.
Desde dicha revista aborda asimismo, temas como la emancipación civil y política de la mujer, otra de sus pasiones. Difunde las ideas de Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin.
En 1918 funda la Unión Feminista Nacional que se proponía ser un medio de concentración de fuerzas feministas, dispersas en el país, con el objetivo de obtener igualdad de derechos para las mujeres; colaboró con la redacción de las leyes de voto femenino, “trata de blancas", reglamentación de trabajo de mujeres y niños, ley de divorcio, jornadas de ocho horas y sábado inglés, entre tantas otras iniciativas que son llevadas al congreso de la mano de los diputados y senadores del Partido Socialista.
Crea el Comité Femenino de Higiene Social cuyo propósito es combatir la trata de personas y la explotación sexual. Se sumaban Alfonsina Storni, Gabriela Loperriere de Coni (PS) (miembro Comité Ejecutivo), Carolina Muzzilli, Julieta Lanteri (Partido Feminista Nacional), Paulina Luisi, de Uruguay, que se suma a la Liga contra la Trata de Blancas, dirigida por Petrona Eyle.
Alfredo Palacios defiende incansablemente la justicia social. Alicia Moreau dirá que Palacios fue el primer diputado que se atrevió a una cosa extraordinaria: la lucha contra la trata de blancas, que destruía miles de mujeres inmigrantes, es especial polacas y rumanas.
En 1920 se afilia al Partido Socialista. Decía por entonces "El conocimiento de lo que es la vida obrera y de lo desguarnecido que estaba entonces el hombre fue lo que me impulsó a ingresar al partido... No existía legislación obrera y el verdadero creador fue Alfredo Palacios (...). Es necesario reconocer, por otra parte, que es el primer partido político que admitió a la mujer en absoluta igualdad de derechos y obligaciones."
En 1922 se casa con Juan B. Justo. Los avances lentos pero continuos se suceden en el Congreso: en 1925 se sanciona la ley 11.317, sobre trabajo de mujeres, y en 1926 la Ley de Derechos Civiles.
En el Partido Socialista ocupó distintos cargos, integró el Comité Ejecutivo Nacional, fue directora de La Vanguardia y candidata a Diputada Nacional. Recorrió el país realizando campaña y organizando grupos de mujeres.
Pacifista incansable, desde las diversas tribunas en las que participó, la Dra. Moreau realiza un análisis profundo de las causas de la guerra y aboga a favor de una posición activa en pos de la Paz, expresando la necesidad de combatir las causas permanentes de la guerra: el aislamiento económico que los hambrea; el nacionalismo, que intoxica mentalmente a los pueblos; la diplomacia secreta, que los envuelve; el armamentismo que los empobrece y los arrastra al conflicto; el endiosamiento de los conductores, que los convierte en dóciles rebaños.
Apelará en sucesivas oportunidades a las mujeres para conseguir la paz en el mundo, particularmente durante las guerras mundiales; así, lo expresa en sendas publicaciones de La Vanguardia, revista de difusión del Partido Socialista: "Todo ha sido inútil" (1939) y "Las Mujeres Socialistas y la Paz" ( 1944).
En esa década, escribe los libros La mujer en la democracia (1945) y El socialismo según la definición de Juan B. Justo (1946).
En 1951, primera oportunidad en que la mujer puede ser elegida (11/11/51), el Partido Socialista la nómina como candidata a diputada nacional por la Capital Federal junto a María Luisa Berrondo. Dirigió el semanario socialista “La Vanguardia" desde 1956 hasta 1962.
Desde la década del '70 y hasta su muerte fue una impulsora incansable de la unidad de las distintas fracciones en que se encontraba disperso el socialismo en Argentina, entendiendo la necesidad de contar con una herramienta política para superar las injusticias de nuestro país, impulsando la Unidad Socialista en 1981, cuya Mesa de Conducción integró desde 1981 hasta su muerte. En este sentido es que en 1985, como parte de un Mensaje a las compañeras de la Reunión Nacional de Mujeres socialistas, sostuvo: "Reverdecerá y dará flores el viejo tronco socialista y con él al mismo tiempo florecerá la Nación Argentina en la medida en que el pueblo en su conjunto, la clase trabajadora, nosotras las mujeres sepamos luchar por la democracia por la justicia social, pero también por la paz, paz en la Argentina, paz en el mundo".
La última dictadura encuentra en Alicia Moreau una férrea luchadora por los derechos humanos. No vaciló, con sus noventa años, en encaminar la lucha por la defensa de los derechos humanos, sumándose a la fundación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos junto a Raúl Alfonsín, Oscar Alende y Alfredo Bravo, entre otros. Incansable, la dictadura instaurada en 1976 no pudo con ella, con sus ideas, con su solidaridad, y su estatura creció aún más. Ella, que luchó contra el militarismo y el clientelismo defendiendo la educación pública y laica, no escatimó esfuerzos para organizarse en defensa de los derechos humanos con los sectores religiosos que no callaron sus voces, como Jaime De Nevares.
Más allá de los desencuentros históricos Alicia Moreau se abrazó con los sectores sindicales sumando esfuerzos para reconquistar la democracia. Su abrazo con la CGT simbolizó el encuentro de las y los argentinos para construir un país más solidario, libre y democrático donde todas las ideas tengan lugar.
Siempre sumó, siempre construyó; desde la trinchera de sus ideas socialistas luchó por una humanidad nueva como se llamó la revista que a los 25 años dirigió. Una humanidad que entendió que debía ser igualitaria, con justicia social, con posibilidad de desarrollo pleno de las capacidades, con integridad moral, con libertad, con democracia, con paz.
Alicia Moreau es una figura que ha trascendido las fronteras partidarias para extenderse al campo social y moral y a todas las fuerzas políticas. Su nombre es automáticamente asociado al socialismo pero casi no existe mujer política que no la invoque como modelo a seguir y no reconozca la trascendencia de su pensamiento y su acción.
Esos dos elementos –pensamiento y acción– son la síntesis de la vida de Alicia Moreau, una usina de ideas creadoras y una constructora de realizaciones.
Periodista, política, médica y organizadora de las primeras expresiones de las luchas de nuestras mujeres, jamás parcializó ninguno de esos campos, a los que armonizó siempre en su lucha integral por una vida mejor.
Alicia Moreau unió lo social con lo político, el feminismo con la militancia, el socialismo con la democracia, la satisfacción de las necesidades con la libertad de pensar, de creer y de crear.
Fue sin dudas una de las mujeres más influyentes del siglo XX en nuestro país, muchas veces olvidada por la historia oficial. Mujer íntegra, que desde joven y a través de la vocación, el estudio, la comprensión del tiempo y el espacio que le tocó vivir, asumió que debía poner sus esfuerzos en la lucha por la igualdad y la solidaridad y que no había sociedad justa posible sin educación y con oprimidos. Fue una revolucionaria que siempre creyó que los cambios debían realizarse en democracia. Es por ello que solicito a mis pares la aprobación del presente Proyecto de Resolución.
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