Por Bankole Thompson
El G-20, creado en 1999 en respuesta a las crisis financieras de fines de los años 90, es la unión del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo, (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), las grandes economías emergentes y la Unión Europea (UE) como bloque.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, viajó este viernes a Toronto, donde este fin de semana se reúne el G-20, para pedir a sus integrantes que no relajen las medidas de estímulo a la economía.
Los activistas, que participaron en el Foro Social de Estados Unidos esta semana, se quejan de que las naciones más poderosas marginan al resto de los procesos de decisión.
"El G-20 sostiene que su agenda es reducida y sólo se relaciona con cuestiones económicas y financieras", señaló Tanya Dawkins, presidenta del Grupo de Trabajo Observatorio Social sobre Desarrollo, Economía y Finanzas.
"Pero nuestra experiencia con la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial nos enseñó que la economía y las finanzas influyen en todos los aspectos de la vida y de las iniciativas comunitarias y determina quién come, quién mendiga y quién tiene acceso al agua, a la comida y a la vivienda", señaló.
"El G-20 tiene que superar una gran crisis de legitimidad y de falta de democracia. Hasta que el grupo declare de forma clara y demuestre que pretende promover el trabajo de las Naciones Unidas, por definición, está socavando el multilateralismo que cada uno de sus integrantes prometió respetar", remarcó.
Dawkins tiene una lista de cosas que deben hacer los gobernantes del G-20 que ayudarán a los países más marginados.
"Una medida concreta y creíble será adoptar e integrar el Consejo de Coordinación Económica Global, que tiene un gran apoyo, y fortalecer a la ONU" (Organización de las Naciones Unidas), explicó.
"Otra medida concreta es que comprometan su apoyo para garantizar cambios en la arquitectura financiera para mejorar las posibilidades de los países de cumplir con los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio", apuntó.
"Eso incluye una responsabilidad especial respecto del objetivo ocho, sobre transferencia tecnológica, financiera y de deuda", indicó.
"También comprometer su apoyo individual a un modesta evaluación de ciertas transacciones financieras que reúna miles de millones para ayudar a atender cuestiones de salud, creación de empleo y muchas otras cosas necesarias en el mundo", añadió.
El impacto de la crisis económica se siente en todas partes, señaló Nicola Bullard, del grupo de estudio independiente Focus con Global South, con sede en Bangkok.
Desde la crisis asiática de 1997, muchos sectores presionan para regularizar y localizar la economía mundial, indicó Bullar, quien viajó de Australia a Detroit para participar en el Foro Social.
"Los mercados financieros y la economía especulativa estaban totalmente despegados de la producción, de la que dependía la gente, lo que demostró que Wall Street fracasó", indicó Bullard.
El derrumbe financiero de Grecia expone la contradicción entre ser atractivo para otras naciones ricas y tener que lidiar con la decadente base impositiva, indicó Bullard.
"El costo de esto recae sobre la gente de a pie a la que le cobran la factura, ya sea en Tailandia, en Grecia o en Estados Unidos", se lamentó. "Tenemos que ser realistas respecto del mercado financiero, donde el dinero persigue ganancias sin ningún tipo de consideraciones".
El Foro Social no es un encuentro de un "montón de activistas de izquierda", sino "personas reales que luchan por sobrevivir. Es tan real, que de hecho, nos tenemos que deshacer de Wall Street. La era del crecimiento interminable no es social ni ecológicamente viable", explicó.
En el contexto de la actual crisis financiera, no pudo ser más oportuno organizar el Foro Social en Detroit, señaló el historiador Ron Scott.
"Los estadounidenses se dan cuenta de que casi todo lo que les pasa tiene que ver con las instituciones financieras y el papel de los bancos en la reconstrucción activa de las ciudades a través de los lanzamientos y las políticas de desinversión", indicó Scott.
"Esta ciudad que supo tener la mayor cantidad de propietarios de viviendas se volvió una metáfora del capitalismo estadounidense", añadió.
Los cambios en la arquitectura económica y financiera mundial deben basarse sobre formas responsables y efectivas de que los ciudadanos, la sociedad civil y el gobierno puedan incluir de forma efectiva cuestiones locales en los procesos de decisión, regionales, nacionales e internacionales que afectan la vida cotidiana de las personas, indicó Dawkins.
(FIN/2010)
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