Docenas de miembros de la mionoría uigur -entre ellos, adolescentes- siguen desaparecidos tres meses después de los sangrientos disturbios étnicos registrados a principios de julio en Urumqi, capital de la región autónoma de Xinjiang, en el oeste de China, según ha denunciado Human Rights Watch (HRW). La organización de derechos humanos asegura que ha documentado la desaparición de 43 hombres y jóvenes -alguno, incluso de 14 años-, pero ha dicho que el número real "es probablemente muy superior", debido a la dificultad de recoger datos y a que muchos familiares de detenidos no se atreven a hablar.
La revuelta, en la que se han enfrentado miembros de las etnias uigur -de religión musulmana- y han, dejó 197 muertos -la mayoría de ellos hanes- y más de 1.600 heridos, según el balance oficial del Gobierno. Doce de los cientos de arrestados por los disturbios fueron condenados a muerte la semana pasada, tres de ellos con suspensión de sentencia por dos años. Once de los sentenciados a la pena capital son uigures.
HRW asegura en el informe, citando a residentes en Urumqi, que, tras los enfrentamientos, las fuerzas de seguridad acordonaron barrios enteros de la ciudad y se llevaron a aquellos varones que tenían heridas o no se encontraban en casa durante los altercados. "Dijeron a todo el mundo que saliera de las casas. Apartaron a las mujeres y los ancianos y alinearon a todos los hombres contra la pared", cuenta una vecina identificada como Aysanam en el informe. "Algunos fueron forzados a arrodillarse, con las manos atadas a palos de madera detrás de la espalda; a otros los pusieron contra el suelo con las manos sobre la cabeza".
La organización, con sede en Nueva York, dice que el documento está basado en docenas de entrevistas realizadas a uigures y hanes en estos meses, pero que los casos recogidos son sólo "la punta del iceberg". Las víctimas y sus parientes no son identificados con su verdadero nombre por miedo a posibles represalias. HRW menciona el caso de un chico de 14 años, que fue detenido por soldados a principios de agosto, aunque la policía ha asegurado repetidas veces a su familia que no está en su poder.
"Hacer desaparecer a gente no es conducta de los países que aspiran al liderazgo global", señala en el informe Brad Adams, director de HRW en Asia. La organización ha pedido a Estados Unidos, la Unión Europea y otros países que presionen a Pekín para que dé "respuestas claras sobre lo ocurrido con los desaparecidos en Xinjiang". "No deben permitir que las relaciones comerciales u otras consideraciones políticas conduzcan a un trato con China diferente al de otros países que llevan a cabo esta práctica horrenda", ha afirmado Adams. HRW también critica a los uigures por su ataque indiscriminado contra hanes.
La mecha de una fábrica
Los enfrentamientos estallaron el 5 de julio, cuando una manifestación en la que miles de personas protestaban, inicialmente de forma pacífica, para pedir que se investigara la pelea ocurrida entre trabajadores de las dos etnias en una fábrica de la provincia sureña de Guangdong, en la que según la prensa china murieron dos uigures, degeneró, tras la intervención de la policía, en una ola de violencia. Uigures armados con cuchillos incendiaron vehículos y viviendas, y atacaron a hanes en el centro de Urumqi. Un número de personas sin determinar falleció por disparos de la policía. Dos días después, miles de hanes enarbolando machetes y palos se echaron a la calle clamando venganza.
Rebiya Kadeer, líder del movimiento uigur en el exilio, ha asegurado en Tokio, donde se encuentra de viaje, que Pekín "ha destruido" a su pueblo, y ha urgido al Gobierno japonés a que trate el problema con los dirigentes chinos. Kadeer dice que los uigures condenados no han sido juzgados de acuerdo a las leyes chinas e internacionales, y que otros muchos han sido torturados hasta la muerte. Pekín acusa a los separatistas en el exilio y a Kadeer, una empresaria uigur que se refugió en Estados Unidos tras pasar varios años encarcelada en China por su actividad independentista, de haber orquestado los enfrentamientos.
Muchos uigures sienten un gran resentimiento contra el Gobierno chino, al que acusan de discriminación, represión cultural y religiosa, y de haber impulsado la llegada de hanes a la región para diluir su presencia. Los uigures practican la religión musulmana y hablan su propio idioma de origen túrquico, perteneciente a las lenguas altaicas de Asia central.
En 1949, cuando el Ejército Popular de Liberación chino ocupó Xinjiang y puso fin a la independencia de que gozaba parte de la provincia con la llamada Segunda República del Turkestán Oriental (1944-1949), los uigures representaban el 74% de la población de Xinjiang, y los hanes, alrededor del 6%. Según el censo de 2000, los uigures son ya menos de la mitad -el 45%-, mientras los hanes suponen el 41%.
La alteración del equilibrio étnico ha sido fuente continua de tensión y, ocasionalmente, de graves choques.
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