Ndjamena, 11 de abril de 2005 (IRIN): El proyecto del gobierno de dotar al país de un nuevo código de la familia, prohibiendo ciertas prácticas tales como la flagelación de una esposa, ha traído consigo protestas en el país.
En su prédica de los viernes, los oulémas criticaron con viveza este proyecto de ley, consagrando a las gémonies al presidente Idriss Deby, a su familia y a toda su descendencia. “Es contra la ley del Corán decir que la mujer es igual al hombre. Deby delirará los días y los incrédulos se quemarán en el infierno, el y su familia,” reportó el semanario Notre Temps.
Consignado en un documento de 256 páginas, el código fue elaborado gracias al apoyo financiero del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP). En su discurso del 8 de marzo pasado, pronunciado con motivo del Día Internacional de la Mujer, Deby exigió que el proyecto de ley sea adoptado rápidamente.
Este nuevo proyecto de ley sobre los derechos de las mujeres reemplazará al código civil que fue elaborado en la época colonial francesa y que data de 1958, dos años antes de la independencia de Chad.
Este proyecto ha sido objeto de polémicas vivas en el consejo del Gabinete, del 31 de marzo, presidido por Pascal Yoadimnadj, el primer ministro. En un comunicado dado a la opinión pública luego del consejo, el gobierno indica que el presidente Deby está determinado a que sea aprobado el proyecto de ley, a pesar de la oposición de numerosos hombres de Chad. “La adopción del código forma parte del programa político del jefe de Estado por el cual fue electo en 2001,” indicó el comunicado.
País vasto, con una población de unos 9.5 millones de habitantes, Chad presenta muy “grandes disparidades entre los sexos,” apuntó FNUAP.
En 2001, 81% de las mujeres en Chad eran iletradas, contra 56% de los hombres, reportó el Fondo de Naciones Unidas para la Promoción de la Planeación Familiar, de la Salud Reproductiva y de los Derechos de las Mujeres [Fonds des Nations unies pour la promotion du planning familial, de la santé reproductive et des droits des femmes].
La presentación del nuevo código de la familia ha, sin embargo, chocado profundamente con los musulmanes tradicionalistas del norte del país y los cristianos del sur del país.
La Unión de Cuadros Musulmanes de Chad [L’union des cadres musulmans du Tchad (UCMT)], una organización fundada por juristas, administradores y hombres de los medios de comunicación musulmanes, indicó a principios de año que se opone a este proyecto de ley que no es ni más ni menos que una “voluntad de imponer a las personas de Chad las costumbres y tradiciones extranjeras.”
La UCMT ha criticado fuertemente los artículos relacionados con la edad del matrimonio para las mujeres jóvenes que pasa de 14 a 16 años de edad, al divorcio, a la prohibición de golpear y herir voluntariamente a una esposa y al derecho de sucesión para los hijos de adulterio [enfants adultérins], en el mismo nivel que los hijos legítimos [enfants légitimes].
“Es una cuestión de que se nos quieren imponer otras tradiciones hechas en Occidente bajo el pretexto de que las nuestras son arcaicas. Para nosotros, la igualdad aritmética entre los géneros que se nos quiere imponer es un debate falso,” declaró Mahamat Seud Abba Zene, jurista y universitario, miembro fundador de la UCMT.
En relación a saber si es posible que dos códigos civiles puedan cohabitar en un mismo país, donde uno será aplicable a los musulmanes y el otro a los cristianos y animistas, el general Abdelkader Kamougue, presidente de la Unión para la Renovación Democrática [Union pour le renouveau démocratique (URD)], un partido de oposición, respondió de manera negativa.
“Si hay dos códigos, habrán dos Estados,” respondió el general que dirigió a las tropas del sur contra las del norte durante el conflicto homicida de 1979.
Numerosos cristianos también se oponen al nuevo código de la familia, pero por razones diferentes, pues el código legaliza la poligamia, una práctica en vigor en Chad.
En su discurso pronunciado el 8 de marzo en N’djaména en la Plaza de la Independencia ante una multitud de mujeres, el presidente Deby indicó que con todo y las inquietudes que suscita esta nueva ley, “la mayoría esta a favor del código y nosotros apoyaremos el código.”
“Se debe reparar la injusticia hecha a las mujeres,” indicó Deby. “Apenas un 10% de mujeres trabajan en el gobierno, es decir que simplemente no hay justicia. Yo les doy la cuota del 30% en el gobierno a partir de 2007.”
Para ciertos analistas locales, el nuevo código permitirá que Chad cumpla con los tratados internacionales ratificados por el gobierno y con los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, que consideran el aumento en la tasa de escolaridad de las mujeres jóvenes como un medio de combatir la pobreza.
Según Nadjikimo Benoudjita, director de la publicación hebdomadaria Notre Temps, la oposición de los intelectuales musulmanes en el nuevo proyecto de ley constituye un freno al desarrollo del norte de Chad y a la emancipación total de las mujeres de la región.
Benoudjita igualmente acusó a los opositores al nuevo proyecto de ley de encontrarse a la saga en comparación con ciertos países musulmanes como Argelia y Marruecos quienes han reconocido la injusticia hecha a las mujeres en sus países a nombre de la religión y, en consecuencia, han modificado sus legislaciones.
Las reacciones de las mujeres en Chad han sido poco numerosas, incluso cuando la Ministra de Asuntos Sociales, Fatima Kimto, una musulmana del sur, se ha manifestado a favor de la adopción del nuevo código de la familia. No obstante, ninguno de sus colegas ministros comparte su perspectiva.
Según la prensa local, el Ministro de Seguridad Pública, Abdéramane Moussa, ha boicoteado una reunión ministerial reciente, organizada específicamente para estudiar el proyecto de ley, pero ha hecho llegar sus comentarios por escrito: “Yo sostengo y concluyo que la mujer no es igual al hombre desde el punto de vista del Islam. Ella es, por el contrario, derivada del hombre” [Je soutiens et conclus que la femme n’est pas l’égale de l’homme du point de vue de l’Islam. Elle est au contraire issue de l’homme].
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