miércoles, 29 de abril de 2009

Encuentros feministas y debates actuales


En el mes de marzo se realizan en México dos encuentros feministas: el primero, denominado Encuentro Feminista Autónomo: haciendo comunidad en la casa de las diferencias, convocado por un grupo de feministas latinoamericanas que se reunió con su propio financiamiento, y el segundo, el XI Encuentro feminista, que tiene como tema central los fundamentalismos y cuenta con el auspicio de diferentes instituciones de cooperación internacional además de otros organismos y del propio gobierno mexicano, y en el que participan más de mil quinientas mujeres.

El primero terminó ya. Asistieron más de 170 mujeres de diferentes países, unidas por la idea de que es necesario profundizar la autonomía del movimiento, hacer un feminismo horizontal, que se aleje de las “lógicas clasistas, racistas, heterocentristas e institucionales” y que sus propuestas y prácticas tengan un contenido político crítico. Señalan ellas que el feminismo institucional ha vaciado de significado al feminismo. El segundo, al que llaman “feminismo institucional”, se reúne del 17 al 20 de marzo. Reflexionará sobre la imposición de una sola forma de pensar y de vivir que intenta subsumir las diferencias, desaparecer a los otros y otras, homogenizar y hegemonizar la vida de la humanidad entera. Debatirán, señalan, sobre el fundamentalismo en todos los aspectos -política, economía, cultura- y sobre la presencia de éste en el propio movimiento feminista.

Las diferencias entre uno y otro vienen de atrás, desde el encuentro en Chile podría decirse, allá por el año 96, en donde ya se puso la raya entre una y otra propuesta de concebir y practicar el feminismo.

Para las llamadas autónomas, las institucionales han perdido su rebeldía, su capacidad de generar propuestas frente al patriarcado y se han acomodado por las ventajas que la cooperación les ofrece a las que denominan las tecnócratas de género. Las acusan de haber abdicado en sus rebeldías para acomodarse y no perder las prerrogativas que el statu quo les proporciona en cuanto a sueldos y prestigio. Se han alejado de la realidad de la mayoría de las mujeres, han transigido con el patriarcado y la heteronormatividad, se han acomodado al opresor sistema patriarcal, dicen.

Para las otras, es decir para las llamadas institucionales, las autónomas han perdido el rumbo, padecen de una radicalidad extrema que es destructiva, que no conduce a nada y que limita las posibilidades de hacer una causa común.

Y ahí está el problema, creo, que entre uno y otro movimiento fueron desapareciendo las causas comunes, las similares utopías que las congregaban, las posibilidades conjuntas de materializar sus rebeldías. Y para quienes estamos en el balcón, estas discusiones y posiciones, más que aclararnos y motivarnos, nos interrogan sobre el rumbo del movimiento feminista en Latinoamérica. Es cierto que no se puede hablar de un solo feminismo, quizá ni de un solo movimiento, pero si es importante resaltar que hay puntos comunes entre los dos grupos y es que ambos plantean la necesidad de que se respete las diferencias y que se construya a partir de ellas.

Entre las argumentaciones de las organizadoras del XI Encuentro sobre las razones por las cuales se debe reflexionar sobre los fundamentalismos, se señala que “hoy en día existen sectores de la sociedad mundial que mantienen una postura extrema que busca imponer sus puntos de vista y que pretende eliminar la diferencia sin dar paso a la otredad”. ¿No tiene esto acaso relación con el slogan del encuentro autónomo de “hacer comunidad en la casa de las diferencias”?

¿Cómo construir caminos comunes dentro y fuera del Estado y de las instituciones? Porque un punto central de divergencia parece ser el que unas consideren que la forma principal de hacer feminismo es hacerlo desde las instituciones, agencias, gobiernos, partidos, dejando fuera otras posibilidades y, lo que es peor, criticando esas posibilidades. Para las otras, el devenir del movimiento debe discurrir fuera de “las lógicas institucionales, partidarias, “de género” a-críticas y negadoras del feminismo como enfoque político y revolucionario”.

¿No será posible construir movimiento desde el Estado o las instituciones sin que esto implique abdicar con los principios feministas, con un proyecto de sociedad diferente, equitativa, respetuosa y reconocedora de las diversidades? ¿Será justo que se ponga en un mismo saco a quienes pueden haber dejado atrás el feminismo como proyecto político y se hayan acomodado a los beneficios que les proporciona lo que llaman “tecnocracia de género” y a quienes, sin abdicar nada, trabajan concientemente por un mundo más justo y por los derechos de las mujeres desde las instituciones?

Tengo más preguntas que respuestas en este debate, sólo espero que las mujeres quienes aún apostamos por el feminismo como proyecto político que busca una sociedad más justa y equitativa para hombres y mujeres tengamos la sabiduría suficiente para buscar caminos comunes en nuestras diferencias, generar nuevas perspectivas feministas más allá de los fundamentalismos, continuar tejiendo utopías y logrando sueños desde todos los lugares en donde nos encontremos, desde donde actuemos, desde nuestras casas que habitamos, repensando el mundo críticamente para aportar a construir un nuevo mundo donde se establezcan nuevas formas de relación, donde quepamos todas y todos en toda nuestra diversidad.


* Rosa Montalvo Reinoso - Asociación SER
Fuente: http://www.ser.org.pe
http://alainet.org/active/29538

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