Jaime Coronado
América Latina se ha convertido, hoy por hoy, en el escenario de la más importante resistencia al orden de poder mundial. Y eso, de cierta manera, no es una casualidad. No sólo por que junto a África, fue una de las principales víctimas de los llamados "ajustes estructurales" mediante los cuales se trato de remontar la crisis profunda del sistema mundial, crisis que se desarrollo a lo largo de de las tres últimas décadas del siglo pasado, sino que fue en su territorio, donde comenzó a fraguarse el patrón histórico de poder mundial que aloja a ese orden mundial, hoy en crisis.
Lo primero implicó que el orden internacional que se constituye luego de la segunda guerra mundial, caracterizado por un marcado crecimiento económico, por la expansión del orden comercial y productivo; por la internacionalización y transnacionalización de un "nivel superior" del capital, llegó a una situación de crisis estructural. Sus manifestaciones fueron las crisis monetarias, principalmente del dólar norteamericano; la inflación, el estancamiento económico y de la inversión; las crisis energética, principalmente del petróleo y la crisis del endeudamiento. Pero estas no eran sino manifestaciones de una crisis de los límites de la forma acumulación internacional y de la hasta ese entonces, división internacional del trabajo, marcos estructurales del orden mundial nacido luego de la segunda posguerra mundial.
En su esencia, el capital ve reducida sus tasa de ganancias, tanto por la suturación de los mercados internacionales, como por lo que llamó "alto costo salarial", lo que le conllevó a introducir nuevas tecnologías ahorradoras de fuerza de trabajo, modificar sus procesos laborales básicos y a utilizar nuevas técnicas de administración empresarial corporativas. En un primer momento, se trataba de resistir la crisis estructural del capital, sobrevivir y mantenerse en el mercado y por supuesto, intentar seguir manteniendo las altas tasas de beneficios a nivel internacional y nacional. Pero sobre esas mismas bases, plantearse luego toda una estrategía mundial de reestructuración de todo el orden mundial.
Es cierto que no todo implicó acciones deliberadamente concientemente planificadas, sino que también entrarón en juego factores que escapaban relativamente a la voluntad de los actores, pero que sin embargo, tanto las estrategias deliberadas como los factores del azar, condujeron a una reestructuración mundial con hondas consecuencias en los planos económicos, sociales, políticos, culturales y más aún, en los planos de la subjetividad, de la intersubjetividad y del sentido común. Los espacios intitucionales de elaboración de esta estrategia mundial, fueron sin duda, la Comisión Trilateral y sus instituciones ejecutoras, el FMI y el BM. Los factores no necesariamente deliberados, fueron las implicancias de los nuevos inventos e innovaciones que se aplicaron para fortalecer la amplitud y dominio voraz de las empresas transnacionales y del gran capital internacional.
Todo este vasto proceso de reestucturación capitalista se desarrollo en un plano efectivamente mundial, pues casi no hubo sociedad alguna que pudiese colocarse al margén del mismo, y todas ellas debieron procesar "políticas de ajuste" para ajustarse precisamente a las consecuencias de la crisis estructural mundial capitalista. Pero indudablemente, ese proceso mundial no podía dejar de tener un signo y una naturaleza diferente para cada una de esas sociedades, pues están estan implicadas en un orden de poder y dominio, cuyo andamiaje entreteje relaciones entre países "desarrollados" y paises "subdesarrollados", entre "modernos" y "atrasados", entre el "centro" y la "perifería", entre "autónomos" y "dependientes", y aún, en aquel tiempo, entre "capitalistas" y "socialistas".
Hoy sabemos, gracias a los aportes de Aníbal Quijano, que el lecho de este andamiaje de poder, esta heterogenea estructura de dominación mundial, corresponde a una matriz nacida desde el siglo XVI con la conquista de América: la colonialidad del poder
No es por ello una casualidad que el "ajuste" al orden internacional que nacia con la reestructuración, significase para los países del "centro", una premeditada y deliberada intervención del Estado, para proteger sus industrias claves, a sus capitales más fuertes y cerrar sus mercados. El signo fue el proteccionismo, sin quebrantar, mayormente, los regimenes democráticos liberales. Todo lo contrario de América Latina, de Asía y sobre todo de Africa. Aquí, en terminos generales, salvo raras excepciones, el "ajuste" conllevaba, más bien, a rematar y reducir el aparato del Estado, convertirlo en un ente supuestamente "neutro" frente a la catastrofe de la crisis, a desproteger el aparato industrial surgido desde tres decadas anteriores, abrir los mercados a la importación de mercancias y la inversión indiscriminada del capital internacional, lo cual implicaba, quebrar el orden democrático liberal y llevar a cabo el ajuste en el contexto de regimenes militares autoritarios y muchos de ellos sangrientos y sanguinarios.
En las "democracias populares" y "estados socialistas", incluyendo a la ex URSS y a la RPCH, caracterizadas no por su autonomía e independencia del orden capitalista mundial, sino precisamente, por la forma desventajosa de su incersión, oculta por la naturaleza de sus omnipresentes Estados autoritarios y dictatoriales, la crisis presionaba por manifestarse abiertamente. Aquí el "ajuste" fue lento y gradual, a tal punto que cuando se penso que comenzaba a estallar, en realidad, estaba culminando.
Ciertamente que cualquiera fuera los espacios del orden mundial en proceso de "ajuste" y "reestructuración", las principales víctimas fueron los trabajadores, pues fueron los obreros y campesinos, asalariados e independientes de Europa, América, Asía y Africa los que la padecieron las consecuencias de la crisis estructural y mundial del capital. Estos serían virtualmente destrosados en los dos niveles en que se jugo la reestructuración neoliberal: en el plano de los procesos socio-económicos y en el plano político y estatal. Aunque tambien es muy cierto, que aún esa derrota mundial no dejo de mostrar las lineas de la colonialidad del poder, pues fueron en los países fraguados en aquella matriz de poder colonial, los que serían los más afectados.
Este proceso de reestructuración mundial se verificaba y entrelazaba, no solo con la historia particular de cada país y con la heterogénea matriz de cada sociedad, sino con las respectivas coyunturas inmediatas y sus correpondientes correlaciones de fuerza, en cada espacio social, por lo que implicaba una forma y un ritmo diferente de procesarse para cada una de ellas. El escenario mundial que surgía como consecuencia de ese proceso de reestructuración capitalista mundial fue lo que pasó a llamarse "la globalización
Nadie podría negar lo admirable y sorprendente que puede parecer, el que haya ingresado a un momento histórico en la que se hace evidente una creciente integración económica, política, social y cultural, y que presenciemos y sintamos, hechos y fenómenos que afectan al mundo entero o que ocurran simultanea e inmediatamente, lo que da cuenta de una globalidad del planeta. Pero esa mirada no solamente es parcial, sino falseada en sus fundamentos e ideologizada en cuanto a lo que ello esta significando para la humanidad en su conjunto, pues se la refiere a los productos de la “revolución científica tecnológica”, a la destrucción de la “cortina de hierro” y del “muro de Berlín”, y con ello, de la libre y amplia operación del mercado capitalista mundial, y de la necesaria e inevitable aplicación de la “ciencia” económica “neoliberal”.
Por el contrario, el resultado de la reestructuración capitalista fue, también, un proceso contrarrevolucionario que acabo por reconfigurar todo aquel orden surgido luego de la segunda posguerra mundial y marco a una nueva etapa o fase del "patrón histórico de poder mundial".
Como nos lo recuerda Aníbal Quijano, entre 1945 y 1974, se asiste a la descolonización política del sudeste asiático (india, indonesia, Indochina, Ceylan, etc.), del oeste asiático (China, Corea), de la mayor parte de África y del Medio Oriente, las Antillas, Australia, Nueva Zelanda; triunfan revoluciones sociales en China, en Vietnam, en Bolivia, en Cuba y se extienden los movimientos revolucionarios "socialistas" y de "liberación nacional", incluidos los "socialismos africanos".
En Europa y Estados Unidos, se extienden los regímenes de Welfare State, mientras que en América latina, surgen movimientos y regímenes con tendencias nacional-democráticas, que producen reformas orientadas a la democratización de las relaciones sociales y políticas, incluyendo la estatización de recursos de producción como el peronismo, el velasquismo, el allendismo; el desarrollo de movimientos sociales radicalmente democráticos, anticapitalistas, antiautoritarios y antiburocráticos, en Europa, Estados Unidos y en algunas zonas de Asia y América Latina, varias de las cuales producen oleadas revolucionarias en Francia, Alemania, Estados Unidos, China, México; se extienden movimientos socialesde demoratización radical en las relaciones sexuales, en las relaciones de género, en las relaciones "raciales" y "étnicas", y de edad; comienza la crítica sistemática del eurocentrismo como perspectiva de conocimiento, sobre todo en América Latina pero que se extiende luego a Europa, Asía y Africa.
Todos estos procesos implicaron una amplia desconcentración del control de la autoridad pública, arrebatando ese control al colonialismo europeo y al imperialismo europeo y estadounidense; una relativa pero importante redistribución del control del capital y del trabajo, entre grupos de capitalistas internacionales y capitalistas locales; una relativa redistribición de recursos de producción, sobre todo, por medio de "reformas agrarias" en diversos países, Japón, Corea del sur, América Latina; una relativa pero importante redistribución de beneficios, derechos e ingresos hacía los trabajadores, sea por medio del Welfare State en los países del "centro" por medio de la extensión de empleo, servicios públicos, educación, salud y seguridad social pública, en América Latina y otras "periferias"; y una extensión de de la crítica anticapitalista y de movimientos políticos anticapitalistas o antiimperialistas.
Todo estos procesos, movimientos y conflictos, produjeron un escenario inequívocamente revolucionario en su conjunto pues, aunque de modos y medidas desiguales, según regiones y países o problemas implicados, era el patrón de poder mundial como tal, sea sus regímenes de explotación o de dominación, o en ambas dimensiones, el que estaba en cuestión y en algún momento, como al finalde los 60, en efectivo riesgo.
La reestructuración capitalista mundial requeria, y logró, la derrota de todo ese contexto. Y esa derrota, como hemos señalado, se jugo en un plano "estructural", es decir, que la crisis del capital y la propia restructuración, implicaron cambios profundos en las bases "estructurales" de todos esos grupos y movimientos sociales, y segundo, por premeditadas estrategias políticas y militares, directas o por medio de acciones de inteligencia encubierta. Estas se implementaron, en muchos casos, con acuerdo y en alianza, explicita o implícita, entre los países capitalistas del "centro" y los regimenes "rivales" del "socialismo realmente existente", sobre todo, con la ex- Unión Soviética, para que despues, éstos ultimos, también cayeran víctimas de esas mismas estrategias mundiales.
La reestructuración y la contrarrevolución mundial capitalista, a partir de mediados de los años 70, permiten una reconfiguración del orden mundial, de signo históricamente inverso al del perido anterior.
La contrarrevolución implica una reconcentración mundial de los principales recursos, bienes e ingresos del mundo, en manos de una minoría reducida de la especie, lo que da a su vez como resultado, una polarización social creciente de la población mundial, entre esa minoría cada vez rica y una vasta mayoría de la especie, cada vez más pobre; la derrota abre las compuertas para el incremento de la sobre-explotación de la masa mayor de trabajadores del mundo, pues al mismo tiempo que disminuyen los salarios, se reducen los propios asalariados y se expanden los desempleados marginalizados de los niveles más importantes de la estructura de acumulación capitalista mundial; y como consecuencia, se produce también, la reexpansión de las formas no salariales de control del trabajo.
Con ello, se reconfigura el capitalismo mundial, esto es, la estructura mundial de explotación del trabajo, pues la relaciones entre el capital, y todas y cada una de las formas de control del trabajo, sí como las relaciones de conjunto entre todas ellas, entran en un proceso de drástico cambio, lo que implica, una nueva heterogeneidad histórica-estructural del capitalismo mundial. No solamente se produce una reconfiguración mundial del control del trabajo, sino que eso implica, también, una virtual reconcentración en el "centro" de la cada vez minoritaria foma asalariada y una tendencial reconcentración abultada de las formas no asalariadas en las "periferías". En todo cado, estaría en curso un proceso de re-clasificación de la población del mundo, a escala global, en especial de la clase trabajadora. Y tales procesos están indudablemente asociaos a la forma como se configura la actual estructura mundial de acumulación capitalista.
Finalmente, una de más importantes consecuencias de la reestructuración capitalista mundial fue la reconfiguración del propio orden de poder mundial y constitución de un "bloque imperial global" que concentra la autoridad publica a nivel global. Esto es, que unos pocos de los modernos estado-nación más fuertes -el grupo de los 7 u 8 considerando a Rusia- varios de los cuales fueron en el anterior orden, sedes centrales de los modernos inperios coloniales y todos ellos, sedes del imperialismo capitalista durante el siglo XX, forman un bloque cuyas decisiones son impuestas sobre el conjunto de los demás países y sobre puntos neurálgicos de las relaciones económicas, políticas y culturales del mundo.
Es a partir de los espacios institucionales de la burguesía internacional, que sirvieron para delinear y llevar a cabo las estrategias de reestructuración frente a la crisis capitalista mundial, que se fue conformando un "bloque imperial global" integrado ya no tan sólo por los estados-nación mundialmente hegemónicos, sino que también, por entidades intergubernamentales encargadas del control y del ejercicio de la violencia como la OTAN; por entidades intergubernamentales y privadas encargadas del control del flujo mundial de capital (FMI, Banco Mundial, BID, Club de París) y por las grandes corporaciones internacionales, transnacionales y globales. Y como afirma Aníbal Quijano, esa trama institucional constituye, de hecho, una suerte de gobierno mundial invisible. No es la "tecnología" ni la intercomunicación globales, sino esta trama de poder mundial, la que somete y reduce la autonomía de los demás estados, controla y fuerza el "ajuste" de cada sociedad al nuevo orden, les impone sus políticas económicas "neoliberales", y justifica ideologiocamente todo ésto como "naturalmente" invitable.
La derrota de todos aquellos movimientos sociales, partidos y regimenes políticos anti o no capitalistas, a manos del capital globalizado, permitió a los estados nación más poderosos del patrón de poder mundial, la rápida y relativamente fácil concentración de la autoridad mundial, hegemonía y fuerza para imponer sus intereses y políticas, sin resistencia apreciable.... hasta hace poco.
Como todo escenario de poder, donde esta implicada la explotación y la dominación, tambien implica a la resistencia y al conflicto. Las luchas desde el "caracazo" del 89 y las movimilizaciones desde Sattle hacia adelante, las luchas y movilizaciones de sectores sociales en cada región y país del mundo, han significado el desarrollo de una resistencia al poder mundial, que amerita ser vista desde una perpectiva mundial... global.
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