domingo, 19 de octubre de 2014

Perú: Territorio ancestral Achuar y demanda indígena amazónica por 20 mills Has

AIDESEP impulsa desde los años 90, el proceso de reconstitución  de la Territorialidad ancestral e integral de los Pueblos Indígenas del Perú, y su Titularidad colectiva como Pueblos, basada en sus Estatutos constitutivos y constitucionales como Pueblos. Proceso que involucra ya a los Pueblos Kandozi, Kampupiyawi, Wampis, Quechua, Chapra, Kukama Kukamiria, Awajun, Achuar, Shiwilo, en Loreto; al Pueblo Ese Eja en Madre de Dios; al Pueblo Kichwa en San Martin; entre otros.

La Territorialidad por Pueblos es uno de los 09 componentes de la demanda territorial de alrededor de 20 millones de has, que ha levantado AIDESEP que incluye los derechos de posesión de centenares de comunidades; los de reconocimiento, titulación y ampliación de 1164 comunidades; el establecimiento de 05 reservas territoriales para pueblos autónomos (llamados en aislamiento voluntario); el establecimiento de 05 reservas comunales; solución a la superposición de áreas naturales protegidas en territorios indígenas; y la rectificación de mapas errados y su adecuación a las áreas ocupadas ancestrales.

Sigue un resumen de un importante paso al respecto del Pueblo Achuar, y la necesidad del más amplio respaldo social y político a este derecho sustancial y de pervivencia de este y los demás Pueblos indígenas del Perú y del mundo.

Los Achuar: primer pueblo indígena en Perú que demanda titulación integral de su territorio

- Pueblo Achuar espera cartas de apoyo solidiario dirigidas al Gobierno Regional de Loreto y que otros pueblos sigan su ejemplo.
Servindi, 18 de octubre, 2014.- La Federación de la Nacionalidad Achuar del Perú (FENAP) decidió renovar su exigencia de titulación integral de su territorio ancestral después de tres años de haberlo demandado ante al Gobierno Regional de Loreto sin obtener respuesta alguna.
La representación del pueblo Achuar considera que existe un silencio administrativo negativo por lo que presentó un recurso de apelación contra la referidad entidad.
El 70 por ciento del territorio Achuar se encuentra amenazado debido a que la empresa PetroPerú ejecuta diversas acciones en pos de lograr la explotación del Lote 64, y se ha consorciado con una empresa argentina para explotarlo de manera conjunta.
Integrante del Pueblo Achuar. Imagen: Isabel López Meza (IIDS)
En 2011 el pueblo Achuar del Pastaza, representado en la FENAP, inició un procedimiento administrativo ante el Gobierno Regional de Loreto, para ser reconocido como tal, y exigió la titulación de su territorio integral.
Para ese efecto, aprobó la Constitución del Pueblo Achuar, que recoge sus principios, derechos y deberes de sus integrantes, su estructura organizativa y política, así como su Plan de Vida.
También elaboró un censo y padrón poblacional, un croquis territorial y desarrolla un proceso de demarcación territorial que tiene, como principales frutos, la adopción de acuerdos fronterizos con otros pueblos indígenas.
En el último año el pueblo Achuar actualizó su documentación constitutiva para re-encausar su procedimiento y obtener el reconocimiento de su personería jurídica como pueblo o nacionalidad, además de su titulación territorial integral.
El fundamento expuesto por la organización Achuar – que cuenta con la asesoría del Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS)- se sustenta en la Constitución Política del Perú, que debe leerse a la luz del derecho internacional y los avances del derecho constitucional peruano.
Por ejemplo, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional reconoce la categoría de pueblos indígenas o nacionalidades, y el territorio integral de los pueblos indígenas incluyendo bosques, ríos u otros recursos naturales.
Argumentan además que la ausencia del reconocimiento del pueblo Achuar por el Estado peruano afecta su integridad territorial y sus derechos colectivos.
Tal situación les impide emplear las herramientas legales para defender su territorio de invasores, colonizadores, taladores o terceros que buscan realizar actividades extractivas dentro de su territorio sin autorización ni consulta previa.
Históricamente, los pueblos indígenas han sido fragmentados por el propio Estado que al solo reconocerlos como comunidades, asociaciones u otras formas de organización nucleares o civiles los ha fracturado políticamente.
El limitado reconocimiento del Estado ha quebrado la integridad y unidad política de los pueblos originarios al reducirlos a formas de organización que no corresponden a su realidad política y cultural.
De esta manera, el propio Estado ha fraccionado la integridad territorial indígena, los ha fracturado políticamente debilitando en consecuencia su identidad cultural y formas de vida.
Cabe precisar que el reconocimiento que el Estado hace al territorio de los pueblos originarios no incluye a los bosques, purmas, ríos u otros recursos naturales, los que son entregados solo en cesión en uso.
El pueblo Achuar espera la solidaridad de todas las instituciones o pueblos hermanos en su camino para alcanzar el reconocimiento y titulación de su territorio integral.
En tal sentido esperan que las personas e instituciones solidarias envíen comunicaciones al Gobierno Regional de Loreto pidiéndole se pronuncie a favor de los derechos colectivos del pueblo Achuar. También esperan que otros pueblos continuén esfuerzos similares.

Otras noticias:

Feminismo liberador

Eduardo Nabal Aragón

No hace tanto que la editorial "Traficantes de Sueños" ha publicado en su excelente colección "Mapas" el ensayo "Revolución en Punto Cero", el segundo libro traducido al castellano de la activista y profesora Silvia Federeci, tras la buena acogida de "El Calibán y la Bruja. Capitalismo y acumulación originaria", donde analiza la historia del capitalismo con un enfoque de género.

Federeci utiliza a Marx y sus discípulos pero siempre va más allá, atendiendo a ofensas invisibilizadas, materiales o simbólicas. Desigualdades estructurales y formas de subjetivación opresivas. En esta ocasión la autora recoge antiguos y nuevos artículos para hablarnos de algo, aún hoy en día, aparentemente poco visible: “El trabajo doméstico”, un trabajo todavía asociado, en su mayor parte, a las mujeres, en diferentes latitudes de nuestro planeta. Federeci desde muchos ángulos analiza y documenta como se ha asignado a éstas un tipo de trabajo no solo “no remunerado” sino que se ha pretendido inherente a lo femenino y al papel tradicional de esposa-madre, el trabajo en casa, al ángel del hogar. Invisibilizado, ninguneado, impuesto de forma sutil pero también violenta. Esas ofensas simbólicas de las que habla Nancy Fraser en su artículo “Heterosexismo, falta de reconocimiento y capitalismo” (New Left Review).

Desde el EEUU de los 70- en plena emergencia de un feminismo revolucionario- a los nuevos escenarios de países en un mundo globalizado en los que se libra una guerra silenciosa contra mujeres pobres y los/as jóvenes que ven como se escapan oportunidades y sus derechos conseguidos, de mano de sus gobiernos o infraestructuras bancarias . Desde tiempo inmemorial, y a pesar de los avances, madres, esposas, hijas han sido objeto de una explotación no siempre considerada del todo por la izquierda y sus batallas, a pesar de su importancia insoslayable en la economía mundial y su funcionamiento en distintos momentos históricos.

Las batallas domésticas que ella documenta con su habitual erudición y coherencia, sin abandonar una prosa accesible, esas micro luchas que se han librado y se siguen librando en muchos hogares ya no son solo por una posible y justa “remuneración” sino por un reconocimiento personal y social, aún hoy, bastante pobre o limitado, incluso por parte de otras mujeres. Federeci dedica su libro “Revolución en punto cero” a la escritora y activista egipcia Nawal El Saadawi cuyo libro “Mujer en punto cero” ha inspirado el título de su colección de ensayos, además de su talante comprometido por los derechos y autodeterminación de las mujeres en los llamados países musulmanes, siempre desde una perspectiva no colonialista y antiimperialista.

Escritos en diferentes épocas los capítulos de “Revolución en punto cero” nos devuelven la voz lúcida, culta y comprometida de una autora ya clásica en la llamada “economía feminista”, desde los 70 hasta nuestros días. “Trabajo doméstico y luchas feministas” recoge el pasado que nos ha traído hasta aquí sin cambios profundos pero sobre todo mira hacia el futuro. Engloba las situaciones de desigualdad en marcos amplios como la llamada “globalización”, las formas de colonialismo vigentes, las luchas horizontales y el llamado “trabajo reproductivo”, impuesto o limitado por diferentes formas de organizar la economía y la política. Trabajos que curiosamente no son todavía considerados “Productivos” y por los que la autora reclama un salario. Algo más que importante en unos momentos en los que aquí y ahora se cuestionan por la derecha en el poder muchas de las conquistas logradas por el movimiento feminista tras largas décadas de lucha en el Estado Español.

El libro de Federeci expone con una extraña lucidez la raíz de los problemas que siguen llevando, de distintas formas, a situaciones de subordinación, dependencia, temores, abnegación, ausencia de libertades, autorepresión...Esas mujeres que trabajan pero, al menos en teoría, “no pertenecen a la clase trabajadora” son las protagonistas de este enorme ensayo, de alcance universal, todavía urgente y como su anterior trabajo la autora une políticas, geografías, culturas y posiciones de la mujer en sociedades de ayer, hoy y mañana.

Ese “capitalismo gore” del que habla la mexicana Sayak Valencia (entrevistada por Diario Progresista) en su libro, esa organización socioeconómica que se perpetúa ¿silenciosamente? es uno de los elementos clave de un ensayo feminista ya imprescindible pero no solo destinado a las mujeres, sino a todos los que hoy hacen o creen en el feminismo como posible herramienta de construcción de algo nuevo y mejor a nuestro alrededor.

Os dejo con unas palabras de la propia Federeci

[EL TRABAJO INVISIBILIZADO]

“Partiendo de nuestra situación de mujeres, sabemos que la jornada laboral que efectuamos para el capital no se traduce necesariamente en un cheque, que no empieza y termina en las puertas de una fábrica, y así redescubrimos la naturaleza y la extensión del trabajo en sí mismo. Porque tan porto levantamos la mirada de los calcetines que remendamos y de las comidas que preparamos, observamos, que, aunque no se traduce en un salario para nosotras, producimos ni más ni menos que el producto más precioso que puede aparecer en el mercado capitalista: la fuerza de trabajo”

(Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Editorial Traficantes de Sueños. Colección Mapas nº 36)

A 522 años, otro mundo aún es posible




La colonialidad iniciada con la conquista y el capitalismo con el proceso de industrialización, corresponden a las dos fuerzas estructuradoras del hambre, el despojo y la infelicidad de los pueblos del Sur. En su desarrollo histórico la dimensión epistémica ha jugado un rol crucial en su reproducción. Las formas de pensar, ver y comprender la realidad hacen parte central de la institucionalización de la forma social, imperial y burguesa, dominante.
 
En Chile este ejercicio ha sido decisivo para la digestión de los movimientos sociales y la domesticación de una sociedad en movimiento. El pensamiento único impuesto por el norte y sostenido por un círculo de intelectuales nacionales que escriben los límites de lo posible sobre los muros de la ciudad, corresponde a una de las correas de transmisión entre la estructura económica-política y la reproducción psico-social.

El dolor en nuestra tierra tras 522 años de saqueo enseña que la colonialidad no ha cesado, ni en sus formas de dominación-explotación-opresión (colonialidad del poder), ni en sus maneras que afecta la experiencia de vida de los sujetos (colonialidad del ser), como tampoco al efecto de invisibilización e inferiorización de saberes que no responden a las modalidades de producción de conocimiento asociados a la ciencia convencional y al discurso experto (colonialidad del saber) [1].

La colonialidad del saber

Es posible identificar al menos cuatro elementos de esta operatoria del poder para mantener la sumisión de los sujetos a la herencia colonial.

Desde arriba y desde afuera. La ciencia moderna imbricada con la conquista y luego con el desarrollo capitalista es una herramienta que tiene por objetivo disfrazar las caóticas luchas (de clases, etnias, razas y género) en una sociedad racionalizada mecánicamente, ordenada, lineal, cual pieza de relojería. Este ejercicio es posible cuando se mira el mundo desde arriba y la naturaleza desde afuera, precisamente para enajenar al ser humano de su posición en el mundo.

Sujeto sin lugar. También actual desvinculando la ubicación epistémica del sujeto hablante, ocultando a quien habla y su ubicación en las estructuras de poder. Lo que busca es disociar a la persona de su realidad contextual, abstrayéndolo de la vida misma. Esta matriz ha cumplido cabalmente su rol propuesto, en palabras de Ramón Grosfoguel, “hacer que los sujetos socialmente ubicados en el lado del oprimido de la diferencia colonial, piensen sistemáticamente como los que se encuentran en las posiciones dominantes”[2].

Pensamiento único. A esto se suma la implantación de una meta-narrativa universal que establece los límites de lo posible. Un pensamiento universal, monolítico y monocultural que levanta muros que impiden pensar más allá de lo dado como natural. Barreras, que en silencio, establecen las fronteras de lo permitido. Como señala Santiago Castro Gómez, la ciencia y el discurso experto se levantan como “un punto de vista por sobre todos los puntos de vista pero sin que de ese punto de vista pueda tenerse un punto de vista” [3].

Invisibilización de saberes. A su vez este sentido común colonial no solo confunde y crea situaciones e implanta principios existenciales, sino niega los sentidos, realidades y conocimientos que le cuestionan y transgreden. En palabras de Nelson Maldonado-Torres es un proceso de “subalternización de subjetividades y de saberes, invisibilizando la diferencia colonial, las historias, subjetividades, conocimiento y lógicas de pensamiento y vida que desafían esta hegemonía” [4].

A descolonizar-nos

A pesar de los cinco siglos de violencia en el cuerpo, hay algo que nos dice que otro mundo es posible. La razón: para nosotros y nosotras las del sur, el socialismo no fue una idea ni un sustantivo, es una realidad, es verbo, es socializar, es acción, es de carne y hueso. Existe allí, en la vida comunitaria, y con todo el cemento encima no deja de brotar sus flores de rebeldía, cuando menos lo esperamos.

En cada uno de esos frutos, hay aprendizajes, conocimiento acumulado de derrotas y victorias, saberes cotidianos de lucha y organización. Son estos saberes-experiencias un lugar de pensamiento para descolonizar-nos. No son una respuesta o una verdad, sino una forma de caminar que mira el mundo no desde quien venía en su carabela, sino desde quien estaba en tierra observando su llegada [5].

En esa dirección se observan al menos tres quiebres necesarios:

Indisciplinar las ciencias. Es necesario asumir el largo desafío de hacer de la ciencia un instrumento para la libertad del género humano y no para el control del mercado sobre la naturaleza y la gente. Para ello lo primero es reconocer nuestro lugar, nuestra ubicación en el mundo, que es del lado de los oprimidos. Y lo segundo hacer de ella otro medio de combate, diría Fals Borda, hacer ciencia guerrillera, “una donde el científico rebelde usando todas las armas de la crítica aborda los problemas del cambio de sistema social, ciencia politizada, cuya misión en la sociedad es participar directamente en el proceso de reemplazarla por otra mejor” [6].

Subvertir los límites. No es suficiente con una apertura funcional hacia nuevas perspectivas dentro del pensamiento hegemónico, lo necesario es cuestionar sus propios fundamentos, desestructurar los límites del pensamiento social. Señalaría Catherine Walsh “el problema no descansa simplemente en abrir, impensar o reestructurar las ciencias sociales, sino más bien en poner en cuestión sus propias bases” [7]. En efecto este camino, que no representa algo nuevo o mejor sino simplemente un sendero distinto, “no busca fijar, definir, clasificar, ni quiere estipular principios generales, más bien pregunta y duda mirando hacia lo nuevo, hacia la creatividad humana que desborda los conceptos previos exhibiéndolos como límites de pensamiento”[8].

Des-cubrir saberes otros. Se requiere empezar a observar aquellas experiencias fronterizas, experiencias construidas por los no-ciudadanos desde su propio dolor que incorpora creativamente en sus luchas la esperanza por un mundo distinto. Estos son saberes de resistencia que emergen del ejercicio y construcción de autonomías, conocimientos vivenciales que han permitido a millones sobrevivir la devoradora destrucción colonial y capitalista. Diría Raúl Zibechi “tomar los relámpagos insurreccionales como momentos epistemológicos” [9].

Si lo pensamos es posible

En un nuevo año de resistencia al colonialismo recordemos: necesitamos producir socialmente un pensamiento otro, antagónico al dominante. Este será sólo posible si los sin voz, recuperan la palabra y gritan el mundo que quieren y sueñan.

Estos saberes y sabidurías que no provienen del Estado ni del Mercado, sino de la propia comunidad y sus luchas, desordenan el conocimiento científico atravesándolo con la filosofía de vida que corre las fronteras de lo permitido.

Hoy deberíamos, por abajo, erradicar en todos los ámbitos de la vida social los enclaves coloniales provenientes de la conquista, y por arriba, impulsar una descolonización de la economía y del Estado, avanzar en una segunda independencia donde recuperamos la soberanía sobre los territorios y la organización del conjunto de la sociedad.

Notas

[1] Ver Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en EdgardoLander (ed.), La Colonialidad del saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Pers- pectivas Latinoamericanas. CLACSO, Caracas, 2000.
[2] Grosfguel, Ramón. “La descolonización de la economía política y los estudios poscoloniales. Transmo-dernidad, pensamiento fronterizo y colonilidad global, Tabula Rasa”, No. 4, 2006. p.22.
[3] Castro-Gómez, Santiago. “Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes”. En: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (eds.), El giro decolonial. Reflexiones para una diversi-dad epistémica más allá del capitalismo global. Iesco-Pensar-Siglo del Hombre Editores, Bogotá, 2007.

[4] Maldonado-Torres, Nelson. “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al desarrollo de unconcepto”. en: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (eds.), El giro decolonial… op.cit.
[5] Mignolo, Walter.Historias locales/diseños globales. Colonialidad, conocimientos subal-ternos y pensamiento fronterizo. AKAl, Madrid, 2003.
[6] Fals-Borda, Orlando. “¿Es posible una sociología de la liberación?”, extraído de: http://www.ram-wan.net/restrepo/decolonial/6-fals%20borda-colonialismo%20intelectual.pdf.
[7] Walsh, Catherine. “¿Son posibles unas ciencias sociales/culturales otras? Reflexiones en torno a las epistemologías decoloniales”. En Nómadas, No. 26, 2007. pp. 102-113 y Walsh, Catherine “Introducción: (re)pensamiento crítico y (de)colonialidad”. En Catherine Walsh (ed.), Pensamiento crítico y matriz (de)colonial. Reflexiones latinoamericanas. Abya-Yala-Universidad AndinaSimón Bolívar, Quito, 2005.

[8] Gutierréz, Raquel y Gómez, Luis, “Los múltiples significados del libro de Zibechi”, en: Zibechi, Raúl, Despersar el Poder , Quimantú, Santiago, 2007.
[9] Zibechi, Raúl, “Ecos del subsuelo: Resistencia y política desde el sótano”, en Ceceña, Ana Esther. De los saberes de la mancipación y de la dominación. Clacso, Buenos Aires, 2008. p.76.


Henry Renna G. Movimiento de Pobladores en Lucha.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.