jueves, 27 de mayo de 2010

Entrevista a Eric Hobsbawm: Las mutaciones incesantes de un mundo sin sosiego


En la mirada de Eric Hobsbawm. El gran historiador inglés, autor de clásicos ineludibles sobre el siglo XX, examina la crisis actual y los vertiginosos cambios de las últimas décadas en la política global, y retrata el horizonte por venir. Un entrevista especial de la New Left Review, reproducida en castellano por el diario argentino Clarín.

Es probablemente el mayor historiador vivo. Su mirada es universal, como lo muestran sus libros La era de la revolución y La era del capitalismo. Esta entrevista constituye su más reciente ejercicio de una visión global sobre los problemas y las tendencias del mundo moderno.

Su obra Historia del siglo XX concluye en 1991 con una visión sobre el colapso de la esperanza de una Edad de Oro para el mundo. ¿Cuáles son los principales cambios que registra desde entonces en la historia mundial?

Veo cinco grandes cambios. Primero, el desplazamiento del centro económico del mundo del Atlántico norte al sur y al este de Asia. Este proceso comenzó en los años 70 y 80 en Japón, pero el auge de China desde los 90 ha marcado la diferencia. El segundo es, desde luego, la crisis mundial del capitalismo, que nosotros predijimos siempre pero que tardó mucho tiempo en llegar. Tercero, el clamoroso fracaso de la tentativa de Estados Unidos de mantener en solitario una hegemonía mundial después de 2001, un fracaso que se manifestó con mucha claridad. Cuarto, cuando escribí Historia del siglo XX no se había producido la aparición como entidad política de un nuevo bloque de países en desarrollo, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Y quinto, la erosión y el debilitamiento sistemático de la autoridad de los Estados: de los Estados nacionales dentro de sus territorios y, en muchas partes del mundo, de cualquier clase de autoridad estatal efectiva. Acaso fuera previsible pero se aceleró hasta un punto inesperado.

¿Qué más le ha sorprendido?

Nunca dejo de sorprenderme ante la absoluta locura del proyecto neoconservador, que no sólo pretendía que el futuro era Estados Unidos, sino que incluso creyó haber formulado una estrategia y una táctica para alcanzar ese objetivo. Hasta donde alcanzo a ver, no tuvieron una estrategia coherente.

¿Puede prever alguna recomposición política de lo que fue la clase obrera?

No en la forma tradicional. Marx estaba sin duda en lo cierto al predecir la formación de grandes partidos de clase en una determinada etapa de la industrialización. Pero estos partidos, si tenían éxito, no funcionaban como partidos exclusivos de la clase obrera: si querían extenderse más allá de una clase reducida, lo hacían como partidos populares, estructurados alrededor de una organización inventada por y para los objetivos de la clase obrera. Incluso así, había límites para la conciencia de clase. En Gran Bretaña el Partido Laborista nunca obtuvo más del 50 por ciento de los votos. Lo mismo sucede en Italia, donde el PCI era todavía más un partido popular. En Francia, la izquierda se basaba en una clase obrera débil pero políticamente fortalecida por la gran tradición revolucionaria, de la que se las arregló para convertirse en imprescindible sucesora, lo cual les proporcionó a ella y a la izquierda mucha más influencia. El declive de la clase obrera manual parece algo definitivo. Hay o habrá mucha gente que quede realizando trabajo manual, pero no puede seguir siendo el principal fundamento de esperanza: carece del potencial organizativo de la vieja clase obrera y no tiene potencial político. Ha habido otros tres importantes desarrollos negativos. El primero es, desde luego, la xenofobia, que para la mayoría de la clase obrera es, como dijo el alemán August Bebel, el "socialismo de los tontos": salvaguardar mi trabajo contra gente que compite conmigo. Cuanto más débil es el movimiento obrero, más atractiva es la xenofobia. En segundo lugar, gran parte del trabajo y del trabajo manual que la administración pública británica solía llamar "categorías menores y de manipulación", no es permanente sino temporario; por ejemplo, estudiantes o emigrantes trabajando en catering. Eso hace que no sea fácil considerarlo como potencial organizable. La única forma fácilmente organizable de esa clase de trabajo es la que está empleada por autoridades públicas, razón por la cual estas autoridades son vulnerables. El tercero y el más importante de estos cambios es la creciente ruptura producida por un nuevo criterio de clase, en concreto, aprobar exámenes en colegios y universidades como un billete de acceso para el empleo. Esto puedes llamarlo meritocracia pero está institucionalizada y mediatizada por los sistemas educativos. Lo que ha hecho es desviar la conciencia de clase desde la oposición a los empleadores a la oposición a juniors de una u otra clase, intelectuales, élites liberales o aventureros. Estados Unidos es un típico ejemplo, pero, si miras a la prensa británica, verás que no está ausente en el Reino Unido. El hecho de que, cada vez más, obtener un doctorado o al menos ser un posgraduado también te da una oportunidad mejor para conseguir millones complica la situación.

¿Puede haber nuevos agentes?

Ya no en términos de una sola clase pero entonces, desde mi punto de vista, nunca lo pudo ser. Hay una política de coaliciones progresista, incluso de alianzas permanentes como las de, por ejemplo, la clase media que lee The Guardian y los intelectuales, la gente con niveles educativos altos, que en todo el mundo tiende a estar más a la izquierda que los otros, y la masa de pobres e ignorantes. Ambos grupos son esenciales pero quizá sean más difíciles de unificar que antes. Los pobres pueden identificarse con multimillonarios, como en Estados Unidos, diciendo "si tuviera suerte podría convertirme en una estrella pop". Pero no puede decir "si tuviera suerte ganaría el premio Nobel". Esto es un problema para coordinar las políticas de personas que objetivamente podrían estar en el mismo bando.

¿En qué se diferencia la crisis actual de la de 1929?

La Gran Depresión no empezó con los bancos; no colapsaron hasta dos años después. Por el contrario, el mercado de valores desencadenó una crisis de la producción con un desempleo mucho más elevado y un declive productivo mayor del que se había conocido nunca. La actual depresión tuvo una incubación mayor que la de 1929, que llegó casi de la nada. Desde muy temprano debía haber estado claro que el fundamentalismo neoliberal producía una enorme inestabilidad en el funcionamiento del capitalismo. Hasta 2008 parecía afectar sólo a áreas marginales: América Latina en los años 90 hasta la siguiente década, el sudeste asiático y Rusia. En los países más importantes, todo lo que significaba eran colapsos ocasionales del mercado de valores de los que se recuperaban con bastante rapidez. Me pareció que la verdadera señal de que algo malo estaba pasando debería haber sido el colapso de Long-Term Capital Management (LTCM) en 1998, que demostraba lo incorrecto que era todo el modelo de crecimiento, pero no se consideró así. Paradójicamente, llevó a un cierto número de hombres de negocios y de periodistas a redescubrir a Karl Marx, como alguien que había escrito algo de interés sobre una economía moderna y globalizada; no tenía nada que ver con la antigua izquierda: la economía mundial en 1929 no era tan global como la actual. Esto tuvo alguna consecuencia; por ejemplo, hubiera sido mucho más fácil para la gente que perdió su trabajo regresar a sus pueblos. En 1929, en gran parte del mundo fuera de Europa y América del Norte, los sectores globales de la economía eran áreas que en gran medida no afectaron a lo que las rodeaba. La existencia de la URSS no tuvo efectos prácticos sobre la Gran Depresión pero sí un enorme efecto ideológico: había una alternativa. Desde los 90 asistimos al auge de China y las economías emergentes, que realmente ha tenido un efecto práctico sobre la actual depresión pues ayudó a mantener una estabilidad mucho mayor de la economía mundial de la que hubiera alcanzado de otro modo. De hecho, incluso en los días en que el neoliberalismo afirmaba que la economía prosperaba de modo exuberante, el crecimiento real se estaba produciendo en su mayoría en estas economías recién desarrolladas, en especial China. Estoy seguro de que si China no hubiera estado ahí, la crisis de 2008 hubiera sido mucho más grave. Por esas razones, vamos a salir de ella con más rapidez, aunque algunos países seguirán en crisis durante bastante tiempo.

¿Qué pasa con las consecuencias políticas?

La depresión de 1929 condujo a un giro abrumador a la derecha, con la gran excepción de América del Norte, incluido México, y de los países escandinavos. En Francia, el Frente Popular de 1935 solo tuvo el 0,5 por ciento más de votos que en 1932, así que su victoria marcó un cambio en la composición de las alianzas políticas en vez de algo más profundo. En España, a pesar de la situación cuasirrevolucionaria o potencialmente revolucionaria, el efecto inmediato fue también un movimiento hacia la derecha, y desde luego ése fue el efecto a largo plazo. En la mayoría de los otros Estados, en especial en el centro y este de Europa, la política se movió claramente hacia la derecha. El efecto de la actual crisis no está tan definido. Uno puede imaginarse que los principales cambios o giros en la política no se producirán en Estados Unidos u occidente, sino casi seguro en China.

¿Cree que China continuará resistiendo la recesión?

No hay ninguna razón especial para pensar que de repente dejará de crecer. El gobierno chino se ha llevado un buen susto con la depresión, porque ésta obligó a una enorme cantidad de empresas a detener temporalmente su actividad. Pero el país todavía está en las primeras etapas del desarrollo económico y hay muchísimo espacio para la expansión. No quiero especular sobre el futuro, pero podemos imaginarnos a China dentro de veinte o treinta años siendo a escala mundial mucho más importante que hoy, por lo menos económica y políticamente, no necesariamente en términos militares. Desde luego, tiene problemas enormes y siempre hay gente que se pregunta si el país puede mantenerse unido, pero yo creo que tanto la realidad del país como las razones ideológicas continúan militando poderosamente para que la gente desee que China permanezca unida.

Pasado un año, ¿cómo valora la administración Obama?

La gente estaba tan encantada de que hubiera ganado alguien con su perfil, y en medio de la crisis, que muchos pensaron que estaba destinado a ser un gran reformista, a la altura de que hizo el presidente Franklin Roosevelt. Pero no lo estaba. Empezó mal. Si comparamos los primeros cien días de Roosevelt con los de Obama, lo que destaca es la predisposición de Roosevelt a apoyarse en consejeros no oficiales para intentar algo nuevo, comparado con la insistencia de Obama en permanecer en el mismo centro. Desperdició la ocasión. Su verdadera oportunidad estuvo en los tres primeros meses, cuando el otro bando estaba desmoralizado y no podía reagruparse en el Congreso. No la aprovechó. Podemos desearle suerte pero las perspectivas no son alentadoras.

Si observamos el escenario internacional más caliente, ¿cree que la solución de los dos Estados, como se imagina actualmente, es un proyecto creíble para Palestina?

Personalmente, dudo de que lo sea por el momento. Cualquiera que sea la solución, no va a suceder nada hasta que Estados Unidos decida cambiar totalmente su manera de pensar y presione a los israelíes. Y no parece que eso vaya a suceder.

¿Cree que hay alguna parte del mundo donde todavía sea posible recrear proyectos positivos, progresistas?

En América Latina la política y el discurso público general todavía se desarrollan en los términos liberal-socialistas-comunistas de la vieja Ilustración. Esos son sitios donde encuentras militaristas que hablan como socialistas, o un fenómeno como Lula, basado en un movimiento obrero, o a Evo Morales. Adónde conduce eso es otra cuestión, pero todavía se puede hablar el viejo lenguaje y todavía están disponibles las viejas formas de la política. No estoy completamente seguro sobre América Central, aunque hay indicios de un pequeño resurgir en México de la tradición de la Revolución; tampoco estoy muy seguro de que vaya a llegar lejos, ya que México ha sido integrado a la economía de Estados Unidos. América Latina se benefició de la ausencia de nacionalismos etnolingüísticas y divisiones religiosas; eso hizo mucho más fácil mantener el viejo discurso. Siempre me sorprendió que, hasta hace bien poco, no hubiera signos de políticas étnicas. Han aparecido movimientos indígenas de México y Perú, pero no a una escala parecida a la que se produjo en Europa, Asia o Africa. Es posible que en India, gracias a la fuerza institucional de la tradición laica de Nehru, los proyectos progresistas puedan revivir. Pero no parecen calar entre las masas, excepto en algunas zonas donde los comunistas tienen o han tenido un apoyo masivo, como Bengala y Kerala, y acaso entre algunos grupos como los nasalitas o los maoístas en Nepal. Aparte de eso, la herencia del viejo movimiento obrero, de los movimientos socialistas y comunistas, sigue siendo muy fuerte en Europa. Los partidos fundados mientras Friedrich Engels vivía aún son, casi en toda Europa, potenciales partidos de gobierno o los principales partidos de la oposición. Imagino que en algún momento la herencia del comunismo puede surgir en formas que no podemos predecir, por ejemplo en los Balcanes e incluso en partes de Rusia. No sé lo que sucederá en China pero sin duda ellos están pensando en términos diferentes, no maoístas o marxistas modificados.

Siempre ha sido crítico con el nacionalismo como fuerza política, advirtiendo a la izquierda que no lo pintara de rojo. Pero también ha reaccionado contra las violaciones de la soberanía nacional en nombre de las intervenciones humanitarias. ¿Qué tipos de internacionalismo son deseables y viables hoy día?

En primer lugar, el humanitarismo, el imperialismo de los derechos humanos, no tiene nada que ver con el internacionalismo. O bien es una muestra de un imperialismo revivido que encuentra una adecuada excusa, sincera incluso, para la violación de la soberanía nacional, o bien, más peligrosamente, es una reafirmación de la creencia en la superioridad permanente del área que dominó el planeta desde el siglo XVI hasta el XX. Después de todo, los valores que occidente pretende imponer son específicamente regionales, no necesariamente universales. Si fueran universales tendrían que ser reformulados en términos diferentes. No estamos aquí ante algo que sea en sí mismo nacional o internacional. Sin embargo, el nacionalismo sí entra en él porque el orden internacional basado en Estados-nación ha sido en el pasado, para bien o para mal, una de las mejores salvaguardas contra la entrada de extranjeros en los países. Sin duda, una vez abolido, el camino está abierto para la guerra agresiva y expansionista. El internacionalismo, que es la alternativa al nacionalismo, es un asunto engañoso. Es tanto un eslogan político sin contenido, como sucedió a efectos prácticos en el movimiento obrero internacional, donde no significaba nada específico, como una manera de asegurar la uniformidad de organizaciones poderosas y centralizadas, fuera la iglesia católica romana o el Komintern. El internacionalismo significa que, como católico, creías en los mismos dogmas y tomabas parte en las mismas prácticas sin importar quién fueras o dónde estuvieras; lo mismo sucedía con los partidos comunistas. Esto no es realmente lo que nosotros entendíamos por "internacionalismo". El Estado-nación era y sigue siendo el marco de todas las decisiones políticas, interiores y exteriores. Hasta hace muy poco, las actividades de los movimientos obreros (de hecho, todas las actividades políticas) se llevaban a cabo dentro del marco de un Estado. Incluso en la UE, la política se enmarca en términos nacionales. Es decir, no hay un poder supranacional que actúe, sólo una coalición de Estados. Es posible que el fundamentalismo misionero islámico sea aquí una excepción, que se extiende por encima de los Estados, pero hasta ahora todavía no se ha demostrado. Los anteriores intentos de crear super-Estados panárabes, como entre Egipto y Siria, se derrumbaron por la persistencia de las fronteras de los Estados existentes.

¿Cree entonces que hay obstáculos intrínsecos para cualquier intento de sobrepasar las fronteras del Estado-nación?

Tanto económicamente como en la mayoría de los otros aspectos, incluso culturalmente, la revolución de las comunicaciones creó un mundo genuinamente internacional donde hay poderes de decisión que funcionan de manera transnacional, actividades que son transnacionales y, desde luego, movimientos de ideas, comunicaciones y gente que son transnacionales mucho más fácilmente que nunca. Incluso las culturas lingüísticas se complementan ahora con idiomas de comunicación internacional. Pero en la política no hay señales de esto y ésa es la contradicción básica de hoy. Una de las razones por las que no ha sucedido es que en el siglo XX la política fue democratizada hasta un punto muy elevado con la implicación de las masas. Para éstas, el Estado es esencial para las operaciones diarias. Los intentos de romper el Estado internamente mediante la descentralización existen desde hace treinta o cuarenta años, y algunos de ellos con éxito; en Alemania la descentralización ha sido un éxito en algunos aspectos y, en Italia, la regionalización ha sido muy beneficiosa. Pero el intento de establecer Estados supranacionales fracasa. La Unión Europea es el ejemplo más evidente. Hasta cierto punto estaba lastrada por la idea de sus fundadores, quienes apostaban a crear un super-Estado análogo a un Estado nacional, cuando yo creo que ésa no era una posibilidad y sigue sin serlo. La UE es una reacción específica dentro de Europa. Hubo señales de un Estado supranacional en Oriente Próximo pero la UE es el único que parece haber llegado a alguna parte. No creo que haya posibilidades para una gran federación en América del Sur. El problema sin resolver continúa siendo esta contradicción: por una parte, hay prácticas y entidades transnacionales que están en curso de vaciar el Estado quizá hasta el punto de que colapse. Pero si eso sucede -lo que no es una perspectiva inmediata, por lo menos en los Estados desarrollados- ¿Quién se hará cargo entonces de las funciones redistributivas y de otras análogas, de las que hasta ahora sólo se ha hecho cargo el Estado? Este es uno de los problemas básicos de cualquier clase de política popular hoy en día.

El Club Bilderberg debatirá en Sitges sobre el futuro del euro y las “alternativas” al dólar


El Club Bilderberg, al que acuden anualmente algunas de las figuras más poderosas del mundo, se reunirá entre el 3 y el 6 de junio en Sitges. Tratarán, entre otros puntos, la crisis de Grecia, la supervivencia del euro, la economía de Japón, así como el futuro del dólar y sus posibles alternativas.

M. Llamas

En los últimos años se han escrito ríos de tinta sobre el denominado Club Bilderberg, calificado por muchos como el grupo más poderoso del mundo. Y es que, un simple vistazo a la lista (no oficial) de asistentes que suele acudir a sus reuniones anuales refleja con claridad la enorme influencia que concentra este selecto club a nivel político (reyes, presidentes, ministros y secretarios de Estado), económico (los responsables del FMI, Banco Mundial, bancos centrales, entidades financieras y grandes compañías) y mediático (editores y directores de periódico).

El secretismo que rodea a este tipo de cumbres ha originado un caldo de cultivo ideal para el surgimiento de todo tipo de teorías de conspiración relacionadas con el establecimiento de un futuro Gobierno Mundial, entre otros oscuros objetivos. Más allá de estas hipótesis, lo único cierto es que este grupo se reúne desde hace décadas cada año para discutir importantes asuntos de actualidad al más alto nivel.

La historia del Club nace en 1954 tras su primera reunión, celebrada en el hotel Bilderberg, en Holanda. A partir de entonces, reúne todos los años en un lujoso complejo hotelero de EEUU o Europa a cerca de 130 personas, que acuden previa invitación. La mayoría de los asistentes pertenecen a las altas esferas de la política, las finanzas y el ámbito empresarial.

La cita, de carácter privado e informal, prohíbe el acceso a los medios de comunicación, y se desarrolla a modo de conferencia. Durante dichas sesiones algunos de los hombres más poderosos del planeta discuten sobre temas de actualidad a nivel geopolítico y económico.

Este año, por segunda vez en la historia, el Club se reúne en España. En concreto, en el Hotel Dolce de la población barcelonesa de Sitges, entre el próximo 3 y 6 de junio, si no se producen cambios de último hora -algo habitual-. La primera reunión del Club en España tuvo lugar en 1989, en el Hotel de La Toja (Pontevedra), y en aquella ocasión los asistentes fueron recibidos por los Reyes -la Reina Sofía es una asistente habitual a las reuniones del Club-.

En esta ocasión, se espera la presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para recibir a los asistentes, aunque no se espera que participe en las reuniones privadas, según las fuentes consultadas conocedoras de los entresijos de la reunión.

Según la agenda de este año, a la que ha tenido acceso Libertad Digital, los temas a tratar se centran, sobre todo, en la crisis económica mundial. Los principales puntos son los siguientes:

1. ¿Sobrevivirá el euro?

2. Los avances en Europa: la estrategia europea para la salida… ¿en espera?

Este punto tratará el nivel de recuperación económica en la zona euro. La crisis de deuda pública que estalló en Grecia y que amenaza a otras economías débiles como España, Portugal o Irlanda, y los recientes planes de recorte público aprobados, hacen temer una nueva recaída en la recesión, con lo que la crisis europea adoptaría una forma en W.

Además, existen serias dudas acerca de los posibles efectos que tendrán las medidas extraordinarias adoptada por el Banco Central Europeo (BCE) a nivel monetario (bajos tipos de interés y compra directa de deuda pública).

3. ¿Tenemos las instituciones para hacer frente a la economía mundial?

Este punto está relacionado con las últimas propuestas de reformas financieras y económicas a nivel global lanzadas por los países más importantes del planeta (el denominado G-20) en los últimos meses.

Dichas medidas van encaminadas a reforzar la cooperación y coordinación internacional mediante el establecimiento de nuevos mecanismos de supervisión y control a nivel financiero para evita crisis futuras.

4. Grecia: lecciones y estrategias de futuro

La crisis de deuda griega y los posibles mecanismos de actuación en caso de contagio a otros países de la zona euro.

5. La misión de la OTAN en Afganistán: La agenda práctica para la Alianza Atlántica.

6. Irán y Rusia: Las amenazas económicas y financieras para la Alianza Atlántica

7. Las consecuencias de la guerra contra el terrorismo

8. La influencia de los asuntos domésticos en la política exterior estadounidense

9. Las perspectivas para la economía de Japón

10. El futuro del dólar de los EEUU: escenarios alternativos

Este último punto, el futuro papel del dólar, hoy hegemónico en el sistema monetario internacional, ha ocupado una parte importante de la agenda de los líderes del planeta en los últimos tiempos. El posible colapso del dólar y su sustitución por una nueva divisa de reserva mundial ha sido, y sigue siendo, un tema ampliamente debatido a nivel internacional. Bilderberg también debatirá esta cuestión, y sus posibles “alternativas”, según estas mismas fuentes.

El Club Bilderberg debatirá en Sitges sobre el futuro del euro y las “alternativas” al dólar – Libertad Digital.

Un gobierno mundial en la sombra


Edwin winkels

Sitges acogerá entre el 3 y el 6 de junio una de las reuniones más importantes celebradas en España. Pero el encuentro no se anuncia. Oficialmente, ni existe. Se trata del Grupo Bilderberg, formado por reinas, políticos, empresarios y banqueros que intentan influir en los gobiernos y en la economía. Para algunos, solo es un grupo de debate. Para otros, son «los amos del mundo».

El hotel debe estar cerca de un aeropuerto, totalmente vacío y, si hay un campo de golf al lado, mejor. También debe ser fácil de vigilar y de aislarlo del mundo exterior. Todo para que los más poderosos del globo, un largo centenar de gobernantes, empresarios, políticos, banqueros, intelectuales y dirigentes de organismos internacionales, puedan reunirse a lo largo de cuatro días en total privacidad.

Ellos mismos no pueden llevar escoltas, ni asistentes, ni secretarias, ni traductores. Solo ellos, en una sala grande, cuatro veces al día. Y fuera de ella, en los pasillos, el bar, la piscina o el campo de golf. Para decidir, o al menos influir en lo que se cuece en el mundo, desde el precio del petróleo hasta la invasión de un país rebelde, desde el nombre de futuros presidentes hasta las crisis económicas.

Su hermetismo les ha dado la fama de ser conspiradores. Es posible que su poder no llegue a tal extremo, pero son capaces de crear ambientes, causar corrientes y facilitar decisiones.

La profecía de las ‘subprime’

Así lo hacen todos los años los miembros del Club Bilderberg desde que en 1954 montaron su primera reunión elitista en un hotel de Holanda para defender los intereses del capitalismo ante el empuje del comunismo de la Europa del Este. Ahora, por primera vez se lo montan en Catalunya, del 3 al 6 de junio, en el Hotel Dolce de Sitges, un lugar aislado al sur del pueblo costero y fácil de proteger para que nadie le moleste a este club selecto y privado en sus deliberaciones que, según algunos ejemplos del pasado, pueden ser de una gran importancia para el devenir mundial.

Dos ejemplos: ya en la reunión de mayo del 2002, que se celebró en Virginia (EEUU), se habló claramente de la invasión –casi un año después– de Irak; los participantes escucharon a uno de los invitados especiales, el entonces secretario estadounidense de Defensa Donald Rumsfeld, que a su vez aprovechó para medir el apoyo a dicho ataque.

Y cuatro años más tarde se filtró un mensaje preocupante desde el seno de Bilderberg: iba a explotar el mercado inmobiliario de EEUU. Así, ya en el 2006, los asistentes supieron que era mejor invertir en oro que en inmuebles. Un año más tarde, estalló la crisis de las hipotecas basura. Y en septiembre del 2008 quebró Lehman Brothers, símbolo de la hecatombe financiera.

La de Sitges es la tercera vez que los Bilderberg se reúnen en España, después de que en 1975, meses antes de la muerte de Franco, desembarcaran en Palma de Mallorca, y de que en 1989 se vieran en la isla gallega de A Toxa. La elección de Sitges es un reflejo también de la creciente influencia de españoles en el foro.

Con los años, el club ha perdido un poco el halo conspirativo y ultrasecreto que le acompañó durante décadas. Sin embargo, sí se mantiene el mutismo, a excepción de algunas manzanas podridas dispuestas a filtrar informaciones con el riesgo de que nunca más serán invitados. Jamás dan ruedas de prensa. Todo lo que se dice ahí dentro es off the record.

Su única concesión es que la víspera se facilitará la lista de los participantes y la agenda de los temas. «Hasta muy pocos días antes de nuestro encuentro ni conocemos esa agenda ni sabemos exactamente quiénes acudirán finalmente», asegura a este diario el profesor universitario de Economía Victor Halberstadt, que entre 1980 y el 2000 fue secretario general honorario del Grupo Bilderberg y desde cuyo despacho en Amsterdam se organiza la conferencia anual.

Ni siquiera confirma que el encuentro se celebrará en Sitges: también eso es, oficialmente, un secreto, aunque este año se ha desvelado antes que nunca (en abril) a través de Jim Tucker, uno de los pocos periodistas que en las últimas décadas ha intentar desentrañar los entresijos del club.

Los españoles

España estará seguramente representada por tres de sus asistentes habituales y que forman parte del núcleo duro del Bilderberg: la reina Sofía, el banquero Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Santander, y Juan Luis Cebrián, consejero delegado de Prisa. Los dos últimos tomaron el relevo, como representantes oficiales de España, del empresario Jaime Carvajal y Urquijo, amigo personal del rey Juan Carlos, y que acudió fielmente entre los años 1981 y 1998.

Aunque eso de la representación oficial tampoco es realmente así: cada participante viene a título personal, todos son iguales, y su posición en la sala es decidida por el apellido, por alfabeto; no por rango, importancia o antigüedad. Así que el comisario europeo Joaquín Almunia se suele sentar junto al teniente general Keith B. Alexander, director de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU. Y Juan María Nin, director general de La Caixa, debutó el año pasado al lado de la reina Beatriz de Holanda (la situaron ahí por la N de Netherlands).

Otros españoles que estuvieron en el foro en Grecia fueron el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos; el entonces vicepresidente Pedro Solbes; el secretario general de la Presidencia, Bernardino León, y el presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales.

De Kissinger a Rockefeller

Todos ellos debaten con personalidades como el exsecretario de Estado norteamericano Henry Kissinger; el banquero David Rockefeller; los presidentes de los bancos centrales y nacionales, ministros, expresidentes de Gobierno, banqueros y muchos ejecutivos de grandes empresas, como Nokia, Coca-Cola, Pepsi, Airbus, Shell,Siemens, Novartis, Fiat (los Agnelli) y un largo etcétera, además de altos cargos de conglomerados mediáticos como The Wall Street Journal, The New York Times y Die Zeit.

Kissinger y Rockefeller han estado desde el principio en el núcleo duro, el llamado Comité de Sabios, que en los últimos años dirige el belga Etienne Davignon. En torno a estos hombres poderosos orbitan una cuarentena de socios fijos (dos terceras partes de Europa, el resto de EEUU y Canadá) que forman el comité de dirección. Y todos estos, a su vez, pueden invitar a cada reunión del Bilderberg a dos personas más (siempre una combinación de político y banquero, o político e intelectual) que creen que pueden aportar su grano de arena a las cuatro sesiones diarias.

Así es excepto los sábados, cuando la mañana o la tarde se reservan para la diversión, preferentemente jugar al golf. Un granito de arena muy breve, en primera instancia, ya que el número de asistentes suele sobrepasar los 130 y las sesiones se asemejan al programa 59 segundos: todos tienen un minuto para exponer opiniones, ideas e iniciativas.
Hasta ahí la parte formal, que se conoce en parte gracias a la decena de libros que periodistas, escritores e investigadores han dedicado a un grupo selecto que por su opacidad pública siempre ha atraído el interés de aficionados a las teorías de la conspiración.

De ahí que a los Bilderberg se les conozca también como «los amos del mundo» o «el gran gobierno mundial en la sombra» que sería el responsable real de cómo está configurado el mundo, sobre todo en el aspecto económico, con el auge desenfrenado del capitalismo en los años previos a la crisis actual.

Casualidad que el encuentro del Bilderberg se celebró el año pasado en Grecia, poco antes del desplome de la economía de aquel país. «Pero no recuerdo que habláramos ni siquiera de la economía de Grecia en particular, como tampoco me parece probable que este año hablemos de España –dice Victor Halberstadt–, aunque es normal que debatamos la actualidad política y económica en el mundo».

Una actualidad que, a veces, se hace muy notoria poco después de celebrarse el encuentro. Así, asistieron como invitados al Grupo Bilderberg hombres como Bill Clinton, Barack Obama y Tony Blair el año antes de lograr la presidencia de su país (los dos primeros) o el liderazgo de su partido. Para algunos, la aprobación de parte de los hombres (y pocas mujeres) influyentes del Grupo Bilderberg significa el pasaporte hacia el liderazgo político.

Pero más que aupar nuevos líderes –se dice incluso que en 1975 en Palma se escogió a Adolfo Suárez como el presidente posfranquista– los encuentros sirven para establecer el fundamento de un gobierno único, un grupo de personas sin fronteras y con solo tres monedas en circulación: el euro, el dólar y una para Asia, como el yen.

Circula una cita de David Rockefeller de hace 40 años en la que manifestaba que «el mundo está preparado para caminar hacia un gobierno mundial. La soberanía supranacional de una élite intelectual y de los banqueros mundiales es preferible a la autodeterminación nacional practicada en los últimos siglos».

De paso, Rockefeller agradeció el respetuoso silencio de los magnates multimedia que han asistido siempre a las reuniones, porque el secretismo ha sido fundamental para poder debatir y decidir libremente. Aun así, nacido bajo los auspicios de la CIA, en la última década ese secretismo se ha ido perdiendo un poco, como confirma también un exalto cargo del Gobierno español, que prefiere preservar el anonimato. «Las dos veces que he participado no he tenido la sensación de formar parte de ninguna sociedad secreta, ni de ninguna conspiración». Pese a ello, el 6 de junio no habrá ningún informe sobre los asuntos debatidos en Sitges.




La "Colonialidad del poder" se estudia y debate en todas partes !!

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Las herederas del movimiento feminista debatieron sobre los retos de la mujer moderna

Más de 600 representantes organizaron un congreso internacional en Buenos Aires para delinear objetivos a futuro; en un espacio cerrado al público masculino, aseguraron que la lucha sigue vigente

Un hombre entra en el salón. Silencio sepulcral. "¿Quién lo dejó pasar?", dice una voz aguda pero firme. El sujeto gira sobre sus talones y mientras se retira, sus mejillas se encienden. Sin saberlo, había infringido la regla básica que regía en esa sala del Hotel Bauen de Buenos Aires. Se trataba del II Congreso Feminista Internacional, que se celebró en la tercera semana de mayo con la presencia de más de 600 mujeres, las únicas que podían participar de la reunión.

La fecha del congreso no es arbitraria: se cumplen 100 años del Primer Congreso Internacional Feminista de Buenos Aires, ese encuentro donde las primeras académicas, trabajadoras y activistas políticas del país buscaron fortalecer sus lazos ante un modelo patriarcal que consideraban injusto.

"Hay muchas barreras que nunca terminaron de romperse. La lucha sigue ahí y la tenemos que construir nosotras mismas", aseguró a lanacion.com Sandra González, licenciada en Derecho y una de las principales organizadoras de la segunda edición de este encuentro internacional, impulsado en el marco de los festejos por los 200 años de la Patria.

La iniciativa, que tuvo lugar entre el 19 y el 22 de mayo, se orientó principalmente a revisar las conquistas que logró el movimiento desde sus inicios y analizar los saldos pendientes en la actualidad que aún dejan a la mujer en desigualdad frente al hombre. Al mismo tiempo, representó un homenaje a la obra de sus antecesoras. "Muchas de las demandas y de los discursos de 1910 están absolutamente al día", destacó González.

Si de representar a la mitad de la humanidad se trata, al congreso asistieron delegadas de numerosos rincones del mundo. Mujeres de España, Alemania, Francia, Ucrania, Bangladesh, Australia, Colombia, Nicaragua, Mozambique, China y Corea, entre otros países, viajaron especialmente y participaron activamente del debate gracias a la presencia de dos traductoras.

Durante los cuatro días en los que se desarrolló el encuentro, esa diversidad se coló en las ponentes y oyentes de tal manera que no hubo un rango de edad mayoritario ni alguna profesión que sobresaliera. Lo que sí se advirtió fue la apatía del público más joven que se mostró algo reticente a participar de la propuesta. "Cuesta enganchar a las chicas con el movimiento. Te encontrás con mucha gente que lucha por los derechos de la mujer, pero que no quiere que se la catalogue como feminista, entonces prefiere no hacerlo público", advirtió.

En la antesala del foro, las activistas de los años sesenta se mezclaron con mujeres recién insertadas en el mercado laboral, y las militantes de partidos políticos dialogaron con las que asistieron con curiosidad como oyentes.

Por Maia Jastreblansky y Valeria Vera
De la Redacción de lanacion.com
mjstreblansky@lanacion.com
vvera@lanacion.com.ar
@maiajastre@verava


¡Pueblos de Europa, alcémonos!


Lo que está ocurriendo en Grecia pone en evidencia el recrudecimiento de la estrategia depredadora impulsada por el capital para resolver la crisis estructural que está atravesando. Al igual que en Latinoamérica en los años 90, una fracción de la burguesía local, de la mano de las potencias imperialistas occidentales, se propone llevar adelante una ofensiva criminal en contra del pueblo trabajador desmantelando, mediante un plan de ajuste draconiano, lo que queda de las históricas conquistas populares.

Esquema de alianzas interburguesas y recetas mercantilizadoras harto conocidas en la periferia lejana del centro del capitalismo mundial ahora se repiten, crisis de acumulación oblige, en su periferia próxima. Los sectores más débiles del capitalismo céntrico van poco a poco padeciendo el mismo mecanismo de poda que golpeó a los países latinoamericanos a final del siglo pasado.

El proceso de concentración y centralización del capital, consecuencia de la irrefrenable búsqueda de beneficio que caracteriza al modo de producción capitalista, elimina los sectores burgueses menos competitivos y eleva el nivel de explotación de la mayoría trabajadora.

Por lo tanto, si la decisión del parlamento griego de aplicar a raja tablas los dictados del FMI nos recuerda la política antipopular llevada adelante por el gobierno argentino a lo largo de la década del 90, no lo podemos adjudicar a meras coincidencias históricas y coyunturales. Estos fenómenos se inscriben en el avance del proyecto estratégico que el capitalismo implementó a mediados de los 70, y que hoy en día, a pesar de los cantos de sirenas de algunos progresistas extraviados, sigue a la orden del día: el neoliberalismo.

A lo que estamos asistiendo en Grecia es a una vuelta de tuerca más, a una aceleración en su letal implementación.

En ese sentido, si consideramos que una práctica internacionalista consecuente implica un aprendizaje de las modalidades y formas que toma el enfrentamiento sociopolítico, no podemos sino advertir los esquemas políticamente represivos y socialmente regresivos que nos esperan. El deterioro de las condiciones de trabajo y recortes de derechos sociales que venimos sufriendo los últimos 20 años de la mano de la Unión Europea, herramienta institucional estratégica de la clase dominante europea, no tiene otro futuro que el de exacerbarse.

Ahora bien, el avance de este sistema irracional e injusto tiene un límite: el que le impone la resistencia popular. Si bien los actores y las recetas se repiten hasta la caricatura, los ritmos de implementación del proyecto estratégico neoliberal cambian. La correlación de fuerza entre el capital y los sectores populares condiciona estructuralmente la capacidad del sistema a reproducirse.

Por eso la lógica del capital en búsqueda de mayor rentabilidad y de nuevos nichos a mercantilizar (privatizaciones, educación, salud, pensiones) se hace con más o menos virulencia, según tiempos cortos o medianos, facilitado y garantizado por modelos de dominación política autoritarios o constitucionales, apostando por la coerción directa o una más sofisticada y perniciosa búsqueda de consenso ideológico.

La clase dominante es perfectamente consciente de ello y por eso modula su proyecto según las condiciones concretas a las que se enfrenta.

Es decir que más allá de las evidentes diferencias en la inserción económica mundial de cada país, es fundamental detenerse en la singularidad histórica, cultural, identitaria, y sobre todo en el acervo de luchas que caracteriza a cada pueblo. Si la clase dominante toma nota de ello para determinar los pasos tácticos a dar en su ofensiva, nosotros debemos nutrirnos de esas experiencias para avanzar en nuestro propio proceso de liberación nacional y social.

La respuesta que dio el pueblo trabajador argentino a los atropellos neoliberales mediante una masiva organización de los sectores desempleados o a través de la recuperación de empresas por sus trabajadores y trabajadoras, no son únicamente pruebas y ejemplos de la vitalidad de un movimiento popular que fue capaz de recomponerse y resurgir tras su sistemática aniquilación durante la última dictadura militar.

Son herramientas de lucha que ya hacen parte del acervo de resistencia mundial a disposición de cualquier movimiento popular. Así mismo, la gran tradición de izquierda presente en los sectores populares griegos, con poderosos sindicatos clasistas, movimientos radicales y partidos comunistas que no cayeron en un proyecto político conciliador, nos recuerdan que estas modalidades de organización siguen a la orden del día si es que llevan adelante una práctica política anticapitalista consecuente junto a sus bases y a los nuevos excluidos del sistema (jóvenes, pensionistas).

El nivel de resistencia cuantitativo y cualitativo a las medidas impuestas por el FMI la UE y sus acólitos locales, no es más que un primer paso que augura nuevas formas e iniciativas de lucha popular. Sirvan de ejemplo la de huelga general del pasado jueves 20 de mayo, que es la quinta en un breve periodo de tiempo, la movilización de 100.000 personas por el partido comunista KKE el pasado sábado 15 de mayo en Atenas, las ocupaciones de escuelas y facultades por parte del movimiento estudiantil y los mensajes totalmente anticapitalistas de todas esas movilizaciones. Tendremos que seguir detenidamente la evolución, aciertos y errores de toda esa lucha.

Aquí, en Euskal Herria, tenemos un acervo histórico de lucha, de autoorganización y de movilización que hace de nuestro movimiento popular una fuerza social sin parangón en la Europa actual. Eso no nos exime, desde nuestra singularidad de pueblo sin Estado, a tomar nota de los pasos que da el Imperio del capital en otras latitudes así como de las formas de resistencia que otros pueblos le contraponen. Al contrario, es nuestro deber.

De esta forma estaremos políticamente e ideológicamente mejor encaminados para seguir profundizando en la lucha de masas, ideológica e institucional, pilares actuales de nuestro proceso de liberación cuyo recorrido y, a buen seguro, desenlace irá minando las bases del proyecto de dominación europeo vigente.

Junto a movilizaciones y concentraciones de apoyo a la lucha del pueblo trabajador griego tenemos, por lo tanto, que seguir recorriendo y alimentando nuestra práctica política transformadora. Sin duda alguna, en ello reside la más consecuente práctica de solidaridad internacionalista.

Gillen Ogieta y Jon Txontxe Etxebarria, militantes de Askapena.

www.askapena.org
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